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Dalia sollozó por ultima vez antes de correr lo más lejos que podia de la horrible escena frente a ella. Su tia, quien practicamente la crió, le alimentó y cuido de ella desde que aprendio sus primeras palabras...
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Sus piernas se movían lo más rápido que su pequeño cuerpo podía. No estaba acostumbrada a tener un acondicionamiento físico elevado, normalmente solo hacia ejercicio cuando era obligada por sus maestros para alguna evaluación. Si no es para eso, simplemente seguía con su vida sedentaria.
Estaba claro que desde ese momento eso ya no seria así.
—¡Dalia! ¿Podrías ya bajar tu perezoso trasero? La comida se enfriara.
La dulce pero autoritaria voz de su tia la saco de su espacio mental, el cual estaba completamente fijo en su pantalla de televisión, en la cual estaba puesto uno de sus cuantos videojuegos favoritos. Acostumbraba levantarse temprano, solo para poder tener más tiempo frente a esa pantalla gigante.
—¡Enseguida bajo! Respondió con el mismo tono mientras bajaba de un salto de su cama y se colocaba sus zapatillas. Era una de las tantas cosas que le gustaban, eran de un color rojo oscuro con líneas negras a sus costados, aparte de cómodas y deportivas. Simplemente perfectas.
Alcanzó el control remoto sobre su cómoda y apago la televisión, dejándolo donde estaba y saliendo de su habitación cerrando la puerta detrás de ella. "Solo espera, volveré a por ti" dijo mentalmente a su videojuego.
Bajo dando pequeños saltitos por la escalera y troto hacia la cocina, viendo como su pelirroja tía terminaba de servir el almuerzo para ambas. Esta la volteo a ver mientras dejaba la olla sucia en el lavavajillas y le sonrió.
—No se si deberia colocarte un horario para estar frente a las pantallas o alabar el que no seas una niña rebelde. Fue lo primero que le dijo al verla con las manos tras sus espaldas. Volvio al mesón y agarro los dos platos con comida dirigiéndose al comedor, sintiendo unos pasos siguiendola de cerca.
—Niños de mi curso son bastante irrespetuosos hasta con sus maestros. Yo, en cambio, soy la primera de mi clase y jamas he tenido alguna falta. Tia Alice, creo que sacaste la loteria conmigo. Con una sonrisa llena de suficiencia, se sentó en su lado de la mesa apoyando sus codos en está.
Alice la miro con los ojos entrecerrados. —Jovencita, te dire tres cosas. –"Diablos" pensó la niña rápidamente. —Primero que nada, baje esos codos de la mesa, ¿que modales son esos? –Dalia rápidamente le hizo caso. —Segundo, ¿Tus manos estan lavadas? No te vi pasar al baño.
La castaña hizo un puchero y doblo su cuerpo para bajarse de la silla y, a regañadientes, dirigirse al baño a hacer lo que se le ordeno disimuladamente.
Una mano le detuvo, sujetando su hombro y volteandola suavemente. Allí, con su pelo pelirrojo cayendo sobre sus hombros, sus ojos verdes brillando intensamente y una sonrisa que solo se le dedicaba a ella. Allí, esa imagen seria la ultima bonita, que le llenaba de felicidad, que veria de su tia. De su madre no biologica.
