Cuando tenia cinco años solía creer que las caricaturas que veía por televisión eran reales, y que en algún lugar del mundo podría encontrarme con Dora la exploradora, su primo Diego o a tal vez a Pucca. Como todos los pensamientos de niños, conforme crecí me di cuenta de la realidad: Aquellos ficticios solo existen dentro de una pantalla y nunca podré conocerlos por mas que quiera. Por mas que lo signifiquen todo para mi. Por mas que dejaría lo que sea solo por cinco minutos con mi personaje favorito no tendré ni siquiera eso porque aun cuando lo que siento por ellos es completamente real ellos no lo son.
¿Que no daría por un día entero con Monkey D. Luffy?
A ver si se me contagia esa confianza irracional en si mismo, y el mundo deje de pesar como cuando reproduzco un capitulo nuevo donde puedo ver sus aventuras.
Si, el mundo real no es algo de lo que quise formar parte cuando me di cuenta de lo podrido que estaba. Toda la existencia se sentía como un circulo sin fin de desgracia, tristeza y vacío donde puedes pausar los sentimientos mediante distracciones banales pero no dejan de estar ahí, una vez que volvía a mi cama a ver el techo en medio de la oscuridad atacaban los pensamientos que me cuestionaban una y otra vez el para que. ¿Que sentido tenia seguir viviendo? ¿Acaso la posibilidad de que el mañana no fuera tan nefasto era suficiente para permanecer en el mundo? Entonces, un día, reproduje un capitulo de One Piece. Empece a dormir con una sonrisa en el rostro, y lo que antes me pesaba se sentía mas ligero.
No hacia falta que tuviera sentido, ni que fuera realista al cien por cien, un perfecto equilibrio entre la fantasía, la realidad y lo absurdo de ambas partes.
¿Como podría no amar lo que me alejo del abismo?
Lo que me había abrazado mas que cualquier familiar, lo que había juntado las piezas de lo que llegue a considerar un alma rota y sin arreglo.
Inexplicablemente, nada había cambiado. Y, al mismo tiempo, todo lo hizo.
Pero nada me preparo para ese 23 de abril.
Sabia que nunca podría conocerlos, nunca podría tenerlos de frente y lo mas cercano podría ser algún cosplay muy bien hecho. Por eso, ¿Como iba a pensar que Sanji Vinsmoke un día solo aparecería en mi sala?
Debe estar en contra de cualquier ley natural, de toda lógica y la respuesta mas idónea seria pensar que yo me había vuelto loca. Pero no.
Yo, Camila Snow, tenia a Sanji Vinsmoke en mi hogar y ahora debía cuidar de él.
ESTÁS LEYENDO
Mis veinte días con Sanji [PRÓXIMAMENTE]
FanfictionUn día de abril desperté en mi departamento, salí a la cocina a prepararme el café matutino y en el suelo de mi sala estaba durmiendo un chico rubio que jamás había visto en mi vida. No parecía un vagabundo, sus ropas elegantes y aspecto impecable l...