La fiesta ya estaba por finalizar pero Harry al menos tenia que intentar algo ya que toda la noche Albert no había dejado que se acercara a Louis.
- Sus Majestades, es un honor para mi estar aquí - Harry hizo una reverencia ante los padres de Louis.
- El honor es nuestro Príncipe Harry - Hablo la Reina Cora. Una hermosa omega de ojos azules, cabello lacio y labios un poco gruesos, no lucía de carácter fuerte pero si mucho porte.
- Supimos que sus padres no pudieron asistir con usted por cuestiones que no estaban en sus manos - esta vez hablo el Rey Benjamin.
- Si, ellos tuvieron que viajar a otro Reino para aclarar unos asuntos con la producción del algodón. Y por eso me mandaron a mi en su nombre.
Se sabía que Selea era el Reino con mejor producción textil en seda, algodón y variedad de telas.
- Yo solo venia para felicitar a los futuros cónyuges pero al platicar con unos cuantos duques me e enterado que White Moon tiene mucho potencial para crear seda y me preguntaba si podía investigar un poco mas a fondo. Claro en caso de que empezará su producción se le donaría una buena parte al Reino - En parte Harry no mentía del todo, White Moon tenía lugares con la humedad perfecta para criar gusanos que más tarde ayudarían con la producción.
Aunque también lo hacía con el fin de quedarse ahí, sabía que en cuanto le mencionara a sus padres esto ellos le darían el permiso para quedarse ahí, solo faltaba el permiso de los Reyes de White Moon.
- ¿Y de cuanto porcentaje estamos hablando Príncipe Harry? - pregunto el Rey.
- Eso lo tendría que revisar con los contadores de ambos Reinos pero al menos la mitad si es seguro - ya mostraban interés, eso era más que bueno pensó Harry.
Los Reyes se susurraron algo que Harry no escucho a oír y así estuvieron por al menos diez minutos hasta tomar no una decisión definitiva pero si una que por el momento bastará.
La primera en hablar fue la Reina.
- Príncipe Harry ¿Le gustaría quedarse en el palacio unos días para definir mejor este trato?
- Me encantaría Reina Cora.
°•♧♤☆♧♤•°
La noche había acabado, se suponía que todos debían estar en sus habitaciones. Louis y Albert aún dormían en cuartos separados ya que todavía no eran esposos.
Louis no podía ni quería dormir así que como era costumbre en él desde niño, salió al jardín sin que nadie lo viera con su camisón y descalzo. Todo el día podía fingir que odiaba estar en contacto con la naturaleza y que era poco educado estar sin zapatos en cualquier lugar pero en la noche era cuando podía ser el mismo.
Solo él, la luna y su lugar seguro que era una parte escondida del jardín que tapaban los arbustos donde había una fuente con una estatua de piedra en forma de una mujer casi desnuda con una antorcha en su mano derecha, era como una Diosa griega ante los ojos de Louis. No sabía quién era ni cómo llegó ahí, cuando descubrió el lugar tenía nueve años y ya estaba.
Sin duda cuando se mudará a Castalia extrañaría infinitamente éste lugar.
Se sentó en una esquina de la fuente y como de costumbre empezó a hablar con su otra madre, su Diosa y guía: La luna.
- Se que te dije ayer que vendría aquí en al menos una semana pero hoy paso algo que me hizo sentir muy extraño - mirando al cielo estrellado hizo una breve pausa y después suspiro.
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La Última Palabra
Historical FictionHace muchos años en el Reino de White Moon, el Reino donde se decía que los pisos eran de cristal y la noche era azul, vivía la familia de la casa Tomlinson. Se decía que ellos no eran de este mundo, la belleza de la familia era única en el Reino pe...