El Averno

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El Averno era un bosque dentro del bosque, allí se encontraba una especie de vegetación destacada por ser totalmente oscura desde el tallo o tronco hasta la última hoja, además no daban ningún fruto y sus hojas no se caían naturalmente, solo después de arrancadas morían, cada que un árbol era derribado, una rama u hoja cortada volvía a crecer en pocos días hasta cierta altura, también su madera es muy resistente más si logran cortarlo esta se pudre a los pocos días de ser retirada de la tierra de ahí el nombre de aquel lugar en el que todo lo que permanece allí mueren por una vía u otra.

La mayoría de las personas consideraban los árboles negros como desagradables por lo que esta era un área evitada por todos en el continente del bosque a pesar de que se encontraba en el centro del mismo, nadie vivía allí o mejor dicho no podían vivir allí: en primer lugar no había alimento que cultivar en aquella tierra de muerte, luego estaban los animales sobre desarrollados más grandes, fuertes, feroces e inteligentes que también tenían aquel color negro en todo el cuerpo con la excepción de los ojos y los dientes, por suerte aquellos animales negros no salían del área de los árboles negros era algo que nadie entendía pero a la vez nadie se quejaba pues era mejor así.

En tercer lugar, estaban los guardianes que vigilaban en los límites marcados por el crecimiento de hierbas color ceniza, se apostaban en torres y se dedicaban a evitar que alguien entrara a aquel lugar o en caso de que se colaran poder rescatarlo de los feroces animales.

Sin embargo los sentidos de Sam eran perfectos para evitar ser atacado por estos animales salvajes y era uno de los pocos que tenía permiso de los lideres de la aldea para explorar el Averno, Sam tenía la capacidad de mantenerse al tanto de todo lo que sucedía a su alrededor y de esta forma adelantarse a lo que pudiera surgir y teniendo en mente las posibles salidas de posibles situaciones peligrosas que pueden surgir, varias veces se vio en la necesidad de huir de monstruosos jabalíes, lobos y hasta tigres de rayas grises y negras, en otra ocasión a pesar de todas las precauciones tomadas estuvo a punto de morir a manos de un gorila muy ágil, de no ser por la rápida respuesta de los guardianes no lo habría logrado, a pesar de aquello Sam no dudaba cuando de ayudar a alguien se trataba, vivía para servir a los enfermos y heridos sin importar que tuviera que poner su vida en riesgo.

—Ya hemos llegado. —dijo Sam fatigado mientras analizaba la zona con la vista y el oído, Jalt llego jadeando un segundo después lo que le hizo sentir a Sam satisfecho pues él estaba acostumbrado al viaje de alta velocidad había llegado primero.

Los imponentes árboles del bosque se erguían oscureciendo el paisaje, el follaje parecían absorber la luz del sol en vez de reflejarla al punto que debajo de aquellos arboles cuando el sol estaba en el punto más alto, como era el caso, parecía el atardecer de un día de invierno.

Algunas personas jóvenes de las diferentes aldeas, ebrios o estúpidos solían entrar al Averno para demostrar que eran valientes, como prueba de fuerza o para ganar alguna estúpida apuesta, sorteaban las miradas de los guardianes para traer algo o llegar hasta cierto punto y en ocho de diez ocasiones eran sacados con ayuda de los mismos guardianes que dejaron atrás, salen en camillas o muertos.

Sam luego de analizar bien el área, escuchando y observando cada animal y la ruta de su movimiento bajo los árboles, se concentró para captar mejor cada grupo de plantas que lo rodeaban mediante el olfato, algunos olores le hacían picar la nariz otros eran dulces pero el buscaba un olor amargo, se le hacía difícil separar los olores de los animales a sangre y sudor del de las hierbas que buscaba pero debía tener paciencia y calcular el viento, mientras escuchaba el movimiento de los animales cercanos, que sabían ser sigilosos, caminaba en la dirección en que estaban las hierbas con sigilo.

Con el mismo sigilo se movía Jalt que había cumplido su promesa de no estorbar moviéndose lo más silenciosamente posible no rompía ninguna rama en el suelo o hablaba de cosas sin importancia, Sam estaba a punto de felicitarlo por ello, pero pensó que no era una buena idea en aquel lugar.

El gremio de los huesos negros: Libertad por sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora