24 | Cinco segundos

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"Mi padre se follaba a su madre desde hacía años. Y lo peor es que en la congregación todos estaban al tanto pero nadie se dignó a abrir la boca.

Si lo hubiera sabido en ese entonces, me hubiera opuesto a ser expulsado de la iglesia e incluso habría utilizado esa mierda a mi favor para sacar a mi madre de aquel maldito lugar. Sin embargo, sus fieles taparon muy bien el secreto y yo me enteré en el funeral de la peor de las maneras.

Recuerdo que la noche anterior no había parado de llorar y la rabia y la frustración me corrían por las venas como si formaran parte de mi propia sangre. Deseaba golpear a todos aquellos desquiciados más que nada en el mundo pero me tragué el odio y acudí al homenaje que los hermanos organizaron porque pensé que eso era lo que mi madre hubiese querido que hiciera.

Escuché en silencio sus discursos en torno al descaso en paz y a la liberación del alma, sus buenos deseos y sus rezos mientras los murmullos en torno a mí se sucedían sin cesar.

—Ese es el repudiado —decía uno.

—Qué poca vergüenza —respondía otro—. Atreverse a personarse aquí después de haber ido contra la doctrina.

—Ni que lo digas —contestaba un tercero—. El padre de todos ya lo dijo, que lo había tocado el demonio.

—Efectivamente, me paso vuestra puta doctrina por las bolas. —No me pude quedar callado—. Que os jodan.

—¡Qué barbaridad! —Un nuevo tono se escandalizó—. ¿Cómo osas hablar así en el santuario?

—Recuerda que el demonio me ha poseído —ironicé—. Y, la verdad, me alegro de que así sea.

Los dejé ahí, escandalizados y haciéndose cruces como si de verdad creyeran en semejante idiotez, y busqué refugio en la sacristía. Ya que estaba allí quería estar en el último lugar que había pisado mi madre y, de paso, llorar otro rato pero no llegué a entrar.

La puerta estaba entornada. Eso me pareció raro pero aún me lo pareció más los ruidos que procedían del interior. Me asomé por la rendija. Ahí fue donde le vi: a mi digno y devoto padre con los pantalones bajados, embistiendo como si de una bestia enfiebrecida se tratara a una mujer desnuda que apoyaba las manos en la misma mesa donde mi madre había emitido su último aliento".

El corazón se me encoje. Si la historia antes ya me parecía horrible, ahora no tengo palabras para definirla.

—Debió de ser espantoso para ti. —Me arranco las sílabas de la garganta.

—Fue mucho más espantoso para él. —Sus ojos se mantienen fijos en algún punto del agua—. Aquella misma noche prendí fuego a su querida iglesia.

"No voy a hacerme el buenecito ni a decirte que procuré tener cuidado de no lastimar a nadie porque sabía que Jimin y algunos más estaban dentro y, sin embargo, me dio lo mismo.

Necesitaba que el edificio se convirtiera en escombros a como diera lugar, que con él desapareciera esa puta mierda para siempre. A fin de cuentas, si mi madre se había convertido en polvo, como decían esas escrituras que tanto repasaban, yo haría que todo lo demás también lo fuera.

De más está decir las consecuencias que todo eso tuvo sobre mí. Al margen de terminar en comisaría primero y en las consultas de Salud Mental después, dejé de ser yo. El bienestar de los demás me empezó a resultar indiferente, las cosas que antes me entusiasmaban pasaron a valerme menos que nada y perdí la capacidad para sentir emociones. Fue como si mi alma se hubiera carbonizado en el incendio".

𝗔𝗣𝗢𝗖𝗔𝗟𝗬𝗣𝗦𝗘 《TaeKook》- pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora