Éramos ayer

CAPITULO 1: IKPI Y SUEÑOS

La perspectiva nocturna suele ser subjetiva, según nuestro grado de cansancio, ocupaciones, u otros factores; como ver una película de terror o un thriller psicológico antes de dormir, influye mucho en como se desarrollarán nuestros sueños.
Pero si eres de las personas que ven películas de terror y duermen mejor
O que si ves películas románticas y sueñas que encuentras al chico perfecto
O que si ves un  thriller psicológico y te haces preguntas sobre si lo que hay a tu alrededor es real
Entonces eres como yo
Por lo general no me disgustan las películas psicológicas; más bien creo que mantener el suspenso suele ser lo que más me gusta, pero no dejemos de lado la cantidad de películas románticas que consumo, que suele ser bastante.
A decir verdad nunca he tenido tantos amigos, no me gustaba salir, no me gustaba compartir mi vida personal con los demás, simplemente las relaciones sociales no me gustan. Pero cuando pasas casi toda tu vida en el ajetreo de la ciudad, llegar a un lugar paradisíaco te hace dejarlo todo, sentir que en ese lugar eres libre, que por fin puedes dejarte llevar o al menos eso es lo que me ocurrió a mi.
Así es como me sentía en Ikpi, una isla al este de California, cuando era pequeña vine con mis papás en las vacaciones de verano, me prometí que algún día volvería, y por cuestiones del destino, al cumplir los 21 años, salí de casa y me mudé a Ikpi, específicamente a Nothing Street, un pequeño barrio que era pintoresco, no me malinterpreten; aunque no me gustaban las relaciones sociales, no era una ermitaña, me gustaba la playa y lo romántico, pero no quería salir a buscarlo
Eso no era para mí
Al regresar a casa con las compras de un mercado pequeño de la isla, el sonido de las olas a lo lejos era  increíble. En Nothing Street apenas habían 18 casas, una de ellas era mía y algunas estaban desocupadas, no era un barrio muy transitado pero era muy lindo, y tener mi propio espacio, eran solo ventajas.
Gracias a mis ahorros de toda la vida, el sueldo de supervisora de construcción y gracias a los contactos de papá, logré salirme de casa a esa edad, me ofrecieron colaborar en la restauración de un Museo, en la isla que estaba tan lejos de casa, yo era originaria de Sunset Glow, no me quejo, no es la gran vida, pero para mí es suficiente.
Podía trabajar desde casa, ya tenía un renombre creado, así que solo supervisaba algunas cosas hasta que caía la noche, tenía una rutina creada y no me molestaba, me gustaba la libertad y el silencio que reinaba la casa, tenía todo controlado
Bueno casi todo