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El entrenamiento transcurría en paz para casi todos. Los ejercicios en solitario eran sencillos y no tan agotadores. La verdad, la mayoría de los chicos del club se veían en estado de paz y concentración, muy ajenos a lo que pasaba a su alrededor. Cosa que agradecía mucho.

Pero claro, nunca dijo que todos estuviesen en paz. Él estaba en grandes problemas, realmente lo estaba. En sus pantalones deportivos resaltaba una gran erección y luchaba para pasar desapercibido por todos, lo cual gracias al cielo estaba lográndolo. Recién llevaba mitad del entrenamiento y no podía controlar sus pensamientos y ahora sus pantalones eran una tienda de campaña donde toda una familia podría habitar.

Félix era el culpable de todo este caos. ¿Desde cuándo su trasero se veía tan estrujable, amasable y follable? Oh dios, realmente no lo sabe.

Cancelo podía jurar qué los pechos de Félix ahora eran más voluptuosos y al correr su subir y bajar lo dejan embobado. Sentía una gran necesidad de sostener aquella angosta cintura y atraer ese delgado cuerpo hacia él, apretar sus jugosos muslos hasta dejar sus dedos marcados en esa bonita piel color canela.

Estaba perdiendo la cabeza, lo sabía, pero él mismo no se ayudaba, no paraba de crear escenarios mentales en los cuales disfrutaba del cuerpo de Félix de todas las formas posibles, sin descanso. Sacando a relucir un par de filias bastante cuestionables por el resto. Incluso para él.

A paso acelerado, y un poco antes de que finalizara el entrenamiento, sin que el mister lo vea, corrió en dirección a las duchas. Apenas entró en estas prendió el agua helada, la cual recorría su cuerpo. Además de bañarse, no hacía más que darse cachetadas mentales. Félix solo era su amigo, sabía que no tenía sentimientos de amor, pero las ganas de empotrarlo contra los lockers, abrir ese redondo y delicioso trasero para luego fallarlo, revolvía todo dentro de él.

Tardó más de lo habitual en la ducha, arreglando el problema momentáneamente, porque sabía que en cuanto llegara a la soledad de su hogar, su mente no tardaría en repetirle en bucle como el cuerpo de Félix parecía estar hecho para volver loco a su pene. Tal vez a él también.

El vestuario se vacío con rapidez para su buena suerte, ya que al salir solo quedaba Iñaki hablando por teléfono y Héctor junto a Marc en una esquina coqueteando descaradamente. Agradeció en voz alta en cuanto llegó a su casa por el no haberse cruzado con Félix, sumando que nadie preguntó por su extraño comportamiento. Sus compañeros eran o muy ciegos, o muy respetuosos. João preferiría pensar la segunda opción.

Subió a su habitación, donde con desesperación se despojó de todo lo que traía encima, desde llaves hasta medias, necesitaba desesperadamente liberar ese malestar llamado: abstinencia sexual. Mierda, desde que terminó con su ex novia no había enterrado su pene en ninguna vagina ni trasero.

Buscó su celular en el bolsillo del pantalón que yacía en el suelo, y rápidamente entró a su página de confianza. Se masturbaría, sí, pero no sería tan descarado para hacerlo con la imagen de su amigo. O quizás si, pero hoy no.

Divagó por la interfaz, quizá por algunos minutos, nada lo terminaba de convencer, él quería ver algo específico, quizá específicamente parecido a Félix. Sabía que nada sería igual, pero intentar no costaría nada.

Celebró mentalmente cuando después de explorar casi treinta secciones diferentes, vio una miniatura qué robó su atención de inmediato y sin dudarlo, entró al video.

Era lo que parecía ser una chica, con senos ni muy grandes, ni muy pequeños, parecían del tamaño perfecto para entrar en su mano. Sus pezones eran de un marrón claro reluciente, abdomen marcado -quizás demasiado-, cintura pequeña, grandes caderas y regordetes muslos. No olvidemos de su piel color canela, idéntica al color de Félix.

Su rosita y húmeda vagina tomaba un pene rosado de silicona, lo montaba con intensidad, jadeando por lo bajo. No dejaba ver su rostro, el plano solo mostraba del cuello para abajo, pero los sonidos morbosos qué resonaban en el eco de la habitación compensaba esto.

Para este punto Cancelo bombeaba su erección al ritmo de las estocadas de la chica del video, y aunque su plan original era no pensar en Félix, no podía dejar de imaginarlo como si fuera la del video, y ese ridículos pero enorme dildo rosa era reemplazado por su pene, llenándolo con embestidas fuertes y profundas hasta correrse y rellenarlo con su espeso semen.

No estaba bien lo que estaba haciendo, lo sabía, pero estaba por alcanzar el orgasmo y era lo único que necesitaba en ese momento, así que solo se dejó llevar de sus impuros deseos mientras observaba el video.

Al llegar al orgasmo jadeo con fuerza el nombre del chico que no había dejado su mente, avergonzándose de inmediato. Él no era gay, era un hombre hetero hasta lo que sabía. Tal parece que mucho no lo era.

No habían pasado cinco minutos cuando una nueva erección había hecho aparición, haciéndolo maldecir. Pues no había dejado de ver el video y solo se limitó a volver a masturbarse. Quizá así pasó su tarde, llegando al orgasmo una y otra vez con los videos de una chica con un cuerpo demasiado familiar al del bonito portugués menor. Con Félix en mente y mucho tiempo libre.

Luego de limpiar el desastre y recoger la habitación, se fijó en el nombre del canal de la chica que lo había entretenido toda la tarde y le había hecho tener un sin fin de agotadores orgasmos

"@JoaF14"

No dudó en iniciar sesión en tal página cómo si fuese un viejo descarado. Apenas lo logró, le dió follow al canal de ella.

—Vaya, esta tal Joa me va a mantener satisfecho por un buen tiempo —Murmuró para sí mismo con una sonrisa.

Oh joder, vaya ciego que eres, João Cancelo.

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João, do you do porn? | Cancelix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora