CONEXIÓN

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POV Jennie Kim

Había sido un día agotador en la morgue,me había tomado mucho tiempo revisar los informes de los casos recientes.Aunque me sentía cansada, no me rendía fácilmente;Como la única aprendiz que trabajaba para la Dra. Adams, siempre me esforzaba por estar a la altura de sus expectativas. Sin embargo mis esfuerzos no son suficientes para ella.

Me encontraba caminando hacia la estación de autobuses, rodeada por la fría y oscura noche. Aunque el ambiente parecía sombrío, eso no me impedía deleitarme con cada momento mientras observaba las estrellas brillando en el cielo, los imponentes edificios y los árboles danzantes bajo la luz de la luna.Cada vez que avanzaba tarareaba una de las canciones de Blackpink, mi grupo K-pop favorito

Sin embargo, en medio de mi alegría, noté que alguien me seguía. Al principio, pensé que era mi imaginación jugando conmigo, pero cada vez que miraba hacia atrás, veía una sombra acercándose. El miedo se apoderó de mí, y mi corazón comenzó a latir desbocado. Me sentía indefensa, sin saber qué hacer.

En un arranque de valentía, tomé la decisión más arriesgada y eché a correr lo más rápido que pude. Giré en una esquina, esperando perderlo de vista, pero mi intento se vio frustrado al chocar de frente con alguien. Ambos caímos al suelo, y en medio del forcejeo, una sensación de pánico aún mayor se apoderó de mí.

Cerré los ojos esperando lo peor, imaginando a dos hombres que me harían daño. Algunas lágrimas llenaron mis ojos, y mi mente se nubló de miedo. Para mi asombro, nada sucedió. Mis ojos se abrieron lentamente y mi respiración se detuvo. La persona con la que había chocado era la Dra. Adams, quien me había sostenido en un agarre para evitar que cayera. Pero en el forcejeo, ambas perdimos el equilibrio y terminamos en el suelo, con nuestros rostros a solo centímetros de distancia, tragué saliva mientras la Dra. Adams me miraba fijamente. Al intentar levantarse, volvió a caer sobre mi. Su mirada escrutaba cada detalle de mi rostro, dejándome hipnotizada. Mi corazón latía aceleradamente y mi respiración se ralentizaba, como si estuviera en trance bajo su intensa mirada.

Mis emociones se mezclaron entre el alivio y la confusión. La Dra. Adams era conocida por su frialdad y distancia emocional, pero algo en ella despertaba una extraña curiosidad en mí. Sin poder pronunciar palabra, sólo podía tragar saliva mientras sus ojos azules me miraban fijamente, como si quisiera leer mi mente.

En ese momento, escuche los pasos del hombre que me seguía. No esperé más y empujé suavemente el hombro de la Dra. Adams, buscando escapar de aquel peligro. Ella trató de decirme algo, pero mi desesperación no me permitía prestarle atención. La tomé del brazo y la arrastré hasta una puerta entreabierta en unos de los callejones

-¿Qué estás haciendo, Kim? -exclamó la Dra. Adams con un tono brusco, intentando liberarse de mi agarre.

-Alguien me está siguiendo, tenemos que salir de aquí -respondí, jadeando por el miedo.

La Dra. Adams, con su rostro aún cerca del mío, parpadeó confundida. La alexitimia le impedía comprender la tormenta de emociones que se reflejaba en mi rostro, pero sabía que algo no estaba bien.

-Jennie, no entiendo por qué .....- comenzó a decir, pero la interrumpí.

-No hay tiempo para explicar -dije, tirando de ella hacia la puerta. La luz del pasillo se filtraba por la rendija, ofreciendo un escape de la oscuridad que nos rodeaba.

Finalmente, cruzamos el umbral y cerré la puerta con fuerza detrás de nosotras. La Dra. Adams se soltó de mi agarre y se apoyó contra la pared, mientras yo estaba tratando de recuperar el aliento.

-¿Quién te sigue? -preguntó, su voz era un susurro ronco.

-No lo sé, pero tenemos que movernos -respondí, mirando a ambos lados de la habitación. No había nadie a la vista, pero el miedo seguía ahí, latente.

Mientras el hombre seguía nuestros pasos, acercándose cada vez más a nuestra puerta y cada intento de abrirla enviaba oleadas de pánico a través de mi cuerpo.Me encontraba allí, paralizada, con el corazón latiendo en mis sienes,quería gritar, alertar al mundo, pero entonces Adams me tomó de la cintura y me atrajo a ella, su presencia era un bálsamo para mi alma aterrada.

Ella me presionó contra su cuerpo, y por un momento, el peligro pareció desvanecerse.

-No hagas ruido, Kim- susurró, y su voz era la calma en medio de la tormenta. Su aliento rozó mi piel, erizando cada centímetro de mi ser.

Mientras el hombre continuaba su infructuosa búsqueda, Adams me mantenía cerca, su mirada fija en la puerta y luego en mí. Sus ojos azules eran dos océanos en los que me ahogaba felizmente, perdiendome en su profundidad.

Cuando el intruso finalmente se marchó, Adams volvió su atención hacia mí, y la intensidad de su mirada me hizo temblar. Nuestros rostros estaban tan cerca que podía sentir su respiración mezclándose con la mía. Vi su mirada descender a mis labios, y un destello de anticipación cruzó sus ojos. Entonces, con un coraje que no sabía que tenía, cerré la distancia y nuestros labios se encontraron en un beso que selló el momento.

Adams se resistía al beso, su instinto le gritaba que se detuviera, que mantuviera la distancia y la seguridad. Pero había algo más fuerte que su instinto, una necesidad que brotaba desde lo más profundo de su ser, una necesidad que no podía ignorar. Y así, a pesar de la resistencia inicial, sus labios se encontraron con los míos, el beso fue un choque de mundos, un encuentro de almas que se reconocían y se reclamaban. Al principio fue suave, casi tímido, pero creció en intensidad a medida que el tiempo parecía detenerse a nuestro alrededor. Sentí el calor recorrer mis venas, un fuego que me consumía y me revitalizaba al mismo tiempo.

Mis manos ansiosas recorrían la piel de Adams, buscando desesperadamente el broche de su cinturón para liberar cada prenda que nos separaba, deseando sentir su cuerpo ardiente junto al mío, mis gemidos se volvían cada vez más fuertes, mientras sentía cómo cada movimiento de Adams despertaba un placer indescriptible en mí. Sus manos expertas exploraban cada rincón de mi cuerpo, acariciando, apretando.

-Oh... Dios, Adams... no pares... -gemí entre susurros, sintiendo cómo mi cuerpo se estremecía de deseo bajo sus caricias.

Sus manos fuertes acariciaban mis muslos y subían lentamente por mi cuerpo, haciéndome estremecer de placer. Sentía su respiración caliente en mi entrepierna, mientras su lengua exploraba cada rincón de mi intimidad, provocando sensaciones que me hacían enloquecer de placer.

-Oh... sí... más... por favor... -jadeaba, arqueando mi espalda para sentir sus caricias más profundamente.
Adams respondía a mis súplicas con más intensidad
Cada succión, cada lamida, cada beso, me empujaba más y más hacia el punto de no retorno. Mis manos se aferraban a sus cabellos, instándola a continuar su delicioso tormento. Sus dedos, hábiles y juguetones, se unían a la fiesta, acariciando mi clítoris con una destreza que me dejaba sin aliento.

Finalmente, cuando ya no pude contenerme más, un intenso orgasmo me invadió, haciendo que mi cuerpo se sacudiera con el placer. Adams continuó con sus caricias y besos suaves, acompañándome en mi viaje al éxtasis más absoluto.
Cuando finalmente me recuperé, la miré a los ojos y supe que aquel momento había sido un error

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