tsukishima

6.4K 253 6
                                    

resúmen: lo masturbas.

...

—Duele bien, ¿no?

—Dios, me estás matando, no pares, por favor no lo hagas, —se quejó.

—No lo haré, lo prometo. Es un placer verte así, Tsuki.

Sí, lo era. Joder, tenías a tu  novio bajo tu control. Ese maldito vibrador fue la mejor compra del mes.

Lo que no estaba en mente era que ese maldito cabrón se encariñaría tanto con ese juguete, que te rogaría que lo dejaras aguantar cada orgasmo hasta correrse fuerte cada vez que lo use. Eso sí, sólo tú podrías tener control sobre él.

—A-arriba, arriba

—¿Aquí? —Con la cabeza del vibrador masajeaste la punta, acariciando el glande y deteniéndote en el frenillo mientras él apretaba su polla y luchaba por contenerse.

—Ja, joder, justo ahí. —Los nudillos de su mano se pusieron blancos. Su dura polla todavía estaba firme debajo de él, pero su abdomen se contraía cada vez que sentía cerca su orgasmo. La lucha por no correrse todavía era difícil, especialmente si le habías impedido hacerlo tres veces antes.

—Ahh... baja cariño. —colocaste el juguete debajo de sus bolas, incitándolo a apretarlo con sus muslos para reemplazar el agarre de su polla con tu propia mano.

—Dios Tsuki, tus gemidos. —sus malditos gemidos. Él no dejaba de gemir y tu coño te lo agradecía.

Cuando quisiste darte cuenta, estabas salivando mientras te frotabas desesperadamente contra las sábanas. Tsuki no te estaba torturando, pero Dios, sentías que tu coño en algún momento u otro iba a explotar por lo hinchado que estaba por la situación. No podías lidiar con la imagen de la cabeza de su polla escondida entre tus dedos cada vez que la bombeabas, y no podías lidiar con la imagen de Tsuki exhausto, rojo y sudoroso, rezando internamente para que pudiera correrse pronto.

—Dios mío, más por favor, quiero más. —sus largos y prolongados gemidos te hacen saber lo que estaba por venir.

—Sigue gimiendo bonito para mí bebé, sigue así. —cada cumplido era respondido con un gemido. Sólo de esta manera podrías hacer que Tsuki se corriera, haciéndole saber lo buen chico que era. —Vamos chico lindo, sé que estás cerca... dámelo. —y hechizado por tus palabras, se dejó llevar en un gemido largo y agudo que removió tus entrañas, acelerando los movimientos de tus manos, dejándote absorta por la cantidad de semen que seguía saliendo con cada bombeo, y que pronto fluía por tus dedos.

—Ohh... eso fue genial. —todavía le quedaban energías para sonreírte y mirarte con orgullo detrás de esos lentes medio torcidos.

—Sí, sí.. espero que te haya gustado, pero ahora creo que soy yo quien necesita una mano. —afirmaste arrastrándote hacia él y besando sus labios hinchados mientras le dejabas sentir la humedad que había creado debajo de tus pantalones cortos.

...
créditos, furosumimiya

𝘩𝘢𝘪𝘬𝘺𝘶𝘶 , 𝘵𝘳𝘢𝘥𝘶𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora