¿Oye, tienes algo de dinero?

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 Era una mañana tranquila en ese entonces, los pájaros cantaban al son del viento y el sonido de la naturaleza se escuchaba increíble. Yo estaba preparando la pizzería puesto que sabía que sería un día difícil, hoy no estaba abierta ninguna pizzería más debido a problemas personales de los chefs.

Alicante había cerrado por la ayuda de mi colega el domador de osos. No había otra pizzería mejor que la mía. Habían muchos clientes y muchas propinas, aveces me daba miedo dejar el mostrador sólo ya que el barrio no es muy seguro, quién sabrá qué tipo de personas me puedo topar en una tarde oscura en este barrio peligroso, gracias al cielo, todavía era de mañana.

- Y dígame, ¿qué llevará? - Dije yo, una niña trenzada había llegado. 

- Ponme dos de pesto; una con pepperoni y albahaca y la otra de piña y champiñón. No le heches queso y procura que esté morenita. - 

- Vale. -

Estaba ahí haciendo las pizzas, cuando me di cuenta de que la campanilla había sonado y también que no me quedaba más albahaca. 

Significaba dos cosas, tendría que salir a comprar más y decirle a la chiquilla que sólo podría hacer la pizza de piña y champiñón, y además, ver qué pasaba afuera, probablemente un nuevo cliente había llegado, rezaba mientras me quitaba el delantal que no quisiera una margarita.

- Buenas, bienvenido a "Salsa y sabor". Chica, ya no me queda albaha- -

- Oye, ¿tienes algo de dinero que me puedas dar? - Un chico alto, como de unos 1.85, blanquecino, pelicastaño y que llevaba puestas una sudadera con capucha y una gorra negra que tapaba la mitad de su rostro me interrumpió.

- ¿Qué? -

- Dinero, ya sabes.  Me avergüenza tener que pedirte limosnas pero, con mi edad es difícil conseguir chamba.- Dijo el chico misterioso y aparentemente pobre.

- Creo que unos 5 dólares, pero, ¿cómo estoy seguro de que no lo quieres para drogas? -

- Ya sé que es difícil confiar en un extraño random pero, lo necesito, no recuerdo la última vez que comí algo que no fuese de la basura o sobras de restaurantes chinos. -

Oír esas palabras me puso sensible, vulnerable. Pobre chico, ¿cómo puede seguir sano? ¿siquiera lo hace?

- Oye, yo... Puedo convencer a mi padre para que te de trabajo aquí conmigo. -

- No, está bien, sólo necesito algunos verdes. -

- Bien, te traeré una pizza también, debes tener hambre. -

La niña se fue decepcionada por sólo poder conseguir una pizza.

Salí caminando hacia la cocina, dispuesto a hacer una rica pizza para él. Cuando salí de la cocina el chico ya no estaba presente, sólo estaba ahí una sudadera negra y mi jarro de propinas; vacío. 

Me quedé ahí, boquiabierto, llevé mis manos hacia mi cabello y comencé a acariciarlo bruscamente. Estaba estresado, ¿cómo puede haber sido tan ingenuo?

Tomé con mis manitos aquella suave sudadera negra y me la llevé a mi casillero.

*Ring* Sono la campanilla otra vez.

- Hola, ¿cómo estás? Ponme una de queso y pepperoni. -

 - ¿Cómo estoy? Muy mal, me robaron todas las propinas. -

- Oh, que mal, lo siento en verdad. -

- No te preocupes, en seguida traigo tu queseroni. -

Fui a hacer la pizza y mientras esta se horneaba yo pensaba en qué decirle a mi padre.

- Tome señorita, disfrutela. -

- Gracias, toma, lo necesitas. -

Cuando vi lo que la mujer hacía me quedé perplejo, 100 dólares descansaban en el jarro de propinas y la mujer ya se había ido.

Cerré el local y limpié aquí y allá.

Fui a sacar mis cosas del casillero y a etiquetar mi jornada. Tan pronto como lo abrí vi esa sudadera, la tomé, la coloqué en mi hombro y me dirigí afuera para pedir una taxi a mi casa.

Cuando llegué a mi casa me senté y observé con cuidado la sudadera, estaba linda y suavecita, la sacudí un poco y de ella cayó un papel chico. 

lo agarré, tenía algo escrito en él.

"Perdón por lo de las propinas, juro que lo explicaré y lo pagaré. Déjame acercarme a tu persona, responderé todas tu preguntas tan pronto cuando vayamos en una C̶i̶t̶a̶ salida. "

¿Acaso vi mal? La palabra "cita" estaba tachada y había sido claramente reemplazada por "salida", supongo que el chico no tenía borrador.

había algo más escrito, en la parte trasera, su número telefónico.

"¿Quién eres?" Pensé, y acerqué la sudadera a mi rostro, tenía un olor realmente hipnotizante y agradable, un sexy, erótico y excitante olor.

Necesitado. (Buena pizza, gran pizza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora