Treinta y siete días antes.

Día treinta y cinco, antes.

Decidí no darle el citatorio a mi madre, sé que me matará por ello.
Hoy decidí no ir a la escuela, no tengo ganas de nada. Me siento tan estúpida e inútil, creo firmemente que no sirvo para nada, ¿Qué persona que sirve reprueba, no tiene ningún talento y es tan tonta cómo yo? Nadie.
Sólo tengo ganas de salir y fumar, caminar y caminar lejos hasta perderme. Me fascina una cita del libro <<Buscando a Alaska>> que dice "Ustedes fuman para disfrutarlo, yo fumo para morir."
Juro que si muriera hoy sería feliz, nada está bien y no quiero seguir sintiendo esto, este dolor e impotencia de ser tan inútil. A todos en el mundo se les da un don especial, pues bien, parece que a mi la vida desde antes de nacer me odiaba y nunca he tenido ninguno.
Sigo caminando sin una dirección.
Cada vez mis pasos son más pesados.
Cada lágrima sabe más amarga.
Cada cigarro es más pequeño.
Cada sentimiento es más fuerte.
Y yo cada vez soy más débil.
*BEEP*
Contesto, es Diana.
-¿Diana?
-Dania, ¿dónde estás? Tus padres te están buscando desde hace dos horas.
Miré a mi alrededor, noté que no conocía aquel lugar y que estaba oscuro.
-No lo sé, Diana. Pero no te preocupes, diles a ese par que estoy en camino.
-Dania, un día te va a pasar algo.
-Es justo lo que quiero.
Le colgué y me senté en el piso, no aguanto más vivir así, ya no quiero esta vida. ¿Cuándo va a acabar esta pesadilla?
Al cabo de 2 horas llegué a mi casa.
-¡DANIA! ¿Dónde estabas?
-En un lugar.
-Hueles a tabaco.
-¿A caso te importo? Hola Sarahi, Hola Delia. -Saludé a mis dos hermanitas menores.
-¡Dania! ¡Tenemos que hablar! -Dijo con su hipócrita voz.
-Yo no quiero hablar de nada. -Le respondí cortante.
-Tenemos que, Dania.
-Voy a estar bien, madre. Son crísis adolescentes, nada del otro mundo.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo, mamá. -Dije con un nudo en mi garganta.
Evidentemente NADA estaba bien. Sin embargo, ¿a quién le importa?
Nisiquiera a mi.