Lisa despertó de golpe, su corazón latía como loco, su cabello y ropa estaban empapados en sudor, se llevó las manos a la cabeza por el dolor horrible que sentía, se levantó rápidamente de la cama y se miró al espejo y noto las ojeras enormes bajo sus ojos.
Tomo un baño, se arregló, se preparó un café bien cargado, esa mañana su jefe tendría una reunión importante con los ejecutivos y ella era la encargada de llevar los documentos.
Esa noche extrañamente había tenido un sueño erótico con su jefe, se había sentido tan real, sus manos, su cuerpo, sus caricias, sus besos, cerro los ojos, podía sentir como su sangre empezaba a circular con más rapidez.
Era mejor no pensar demasiado, tomo su bolso y se encaminó a su trabajo, debía de estar concentrada, pero en todo el camino no hizo más que pensar en él y la manera tan salvaje que le había hecho el amor en sus sueños.
Sentía calor, así que se desabrochó un poco la blusa, respiro profundamente, era un día nublado y se notaba que estaba por empezar a llover, ¿cómo podía sentir calor en ese momento?
Ingreso al edificio, camino lentamente hasta el ascensor, marcó el piso indicado, solo había sido un sueño, la ropa que llevaba se le hacía sofocante.
Se empezó a abanicar con las manos, las demás jóvenes la miraban con curiosidad, ya que la mayoría llevaban abrigos para mitigar el frío, eso le indicaba que no estaba haciendo calor.
El ascensor se detuvo, se apresuró, ingreso a la oficina del jefe, debía de terminar con su trabajo, observo a Abner, quien le mostró una sonrisa.
—¡Buenos días!
—Señorita Robinson, su escritorio ya está listo, en cuanto termine la reunión se lo mostraré, termine de organizar todo, va tarde, sabe que el jefe no tolera la impuntualidad.
El rostro de la joven palideció ante las palabras del primer asistente, iba tarde, eso no era posible.
—¿A dónde debo ir?
Organizo los documentos con agilidad, se acomodó la ropa, su cabello estaba suelto, se quitó los lentes.
—Sígame por favor señorita.
Asintió con la cabeza y siguió al joven, camino por los pasillos, hasta detenerse en una puerta blanca, Abner abrió y le permitió la entrada.
Cuando entró sé dio cuenta de que había varios hombres en el lugar, todos volvieron su mirada a ella, saludo amablemente, el asistente la guio hasta un sofá donde ambos aguardaron.
Estaba escuchando el discurso del jefe sobre los nuevos modelos de autos, su voz ronca y sensual se coló por sus oídos, empezó a sentir más calor de lo normal.
Su voz hacía estragos en ella, en ese momento lo único en lo que podía pensar era en sexo, cerró los ojos, imagino sus manos recorriendo sus piernas, lentamente, sus labios húmedos y cálidos, rozando su piel.
Se empezó a abanicar con las manos nuevamente, el calor que sentía en ese momento era insoportable, todo su cuerpo palpitaba de deseo que hasta cierto punto era doloroso.
Ryan volvió la mirada a su asistencia, su corazón latía con fuerza y su lobo estaba realmente inquieto, podía escuchar sus pensamientos, todo lo que pasaba por su cabeza era realmente excitante y tentador, se remojó los labios y se desconcentró de lo que estaba haciendo por unos segundos.
Acaso lo hacía a propósito, negó con la cabeza y continuó dando su discurso, pero era realmente imposible, podía sentir como el pulso de la mujer se aceleraba y como su cuerpo rogaba por ser atendido.
Esa mujer realmente lo estaba volviendo loco, la observo removerse incómoda en el asiento, el olor que desprendía su cuerpo era realmente embriagador.
Se sirvió un vaso de agua y se lo bebió de golpe, continuó hablando, controlarse en esa situación era realmente complicado, pero él no era cualquier lobo.
—¿Estás bien? —Le pregunto Abner a su colega al notar su incomodidad.
—Hace calor —respondió la mujer acomodándose el cabello.
Observo dos colmillos dibujados en el cuello de la mujer, eso llamó por completo su atención, acaso tenía pareja.
Volvió su mirada a su jefe que continuaba hablando, Lisa se levantó y camino hasta él y le extendió el primer sobre.
Regreso y se sentó en el sofá, seguía fantaseando con su jefe, era realmente imposible no hacerlo, imaginaba su cuerpo sudado, su cabello revuelto, mientras él la hacía suya en ese escritorio, sus labios recorrían sus piernas y luego, llegaba a su entrepierna.
Trato de respirar con normalidad, podía sentir que estaba húmeda, esa mañana lo único en lo que pensaba era en sexo, no entendía qué sucedía con su cuerpo.
Trato de alejar esos pensamientos pecaminosos de su mente, pero los recuerdos de ese sueño volvieron a ella, recordó como él la tomaba del cabello y se enterraba en ella de golpe, como sus gemidos llenaban el lugar y la sensación tan placentera que había sentido.
Cruzó las piernas y se empezó a abanicar con las manos, era realmente doloroso e insoportable, se desabrochó la blusa un poco.
Ryan estaba en su punto de quiebre, su lobo empezó a inquietarse, como no iba a estarlo con esa mujer pensando todo tipo de cosas perversas.
Sus ojos cambiaron de color en cuestión de segundos, todos en la sala notaron el cambio, incluso su asistente.
—Todos fuera —gruño —necesito hablar con mi asistente.
En cuestión de segundos la sala quedo vacía, los ojos de Ryan estaban fijos en Lisa, quien parecía estar sumida en sus fantasías, mantenía los ojos cerrados.
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LA TENTACIÓN DEL ALFA
FantasíaÉl era eso que yo deseaba en silencio, cada noche era una tortura para mí, siempre despierto empapada en sudor. Todas las noches tengo sueños candentes con mi jefe, es realmente inevitable. Esa mañana sucedió algo diferente, sentía demasiado calor...