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¿Quién iba a decir que la vida de adulto podría ser más complicada que la vida universitaria?

Darlan Donovan, un joven de 25 años recién graduado de la universidad, acababa de ser aceptado en una empresa de contabilidad. Al principio, cuando llegó por primera vez, se presentó a sus colegas con entusiasmo y motivación, esperando tener una vida fácil, llena de ilusiones e incluso un poco de inocencia tras finalizar sus estudios.

Vaya, qué equivocado estaba. El trabajo resultó ser exigente y requería que fuera cuidadoso y meticuloso en sus tareas; de lo contrario, recibiría una severa reprimenda de su jefe, quien lo miraba como si fuera un demonio y no se cortaba a la hora de señalar sus errores e insultarlo, recordándole lo fácil que sería reemplazarlo por alguien que pudiera hacer su trabajo.

Al menos sus compañeros no eran abusivos, pero Darlan podía ver que ellos eran auténticos "zombis" del trabajo, y él comenzaba a convertirse en uno de ellos. A medida que cumplía dos años en la empresa, su vida se había vuelto un poco más controlada, pero el ritmo de trabajo seguía siendo igual de complicado, e incluso más, que cuando llegó.

Por supuesto, al inicio se le asignó un jefe de equipo para ayudarlo a adaptarse, enseñándole lo mejor que podía cada aspecto de sus responsabilidades para que todo resultara más sencillo, o al menos lo intentara. Su jefe de equipo era más amable que su superior, aunque cuando encontraba algún error no se detenía en reprocharlo; al menos mostraba cómo corregirlo para evitar repetirlo, aunque a veces era duro en sus críticas. Menos que su jefe superior, pero igualmente exigente. Aun así, Darlan agradecía que fuera su jefe de equipo quien lo corrigiera, ya que no podía soportar al "ogro" de su jefe superior.

Dos años, como mencioné anteriormente, lograron que se adaptara a la vida de un adulto responsable de la contabilidad de una empresa. Aunque todavía le costaba, al menos ya podía llevar un ritmo más estable que al principio.

—¡Hey, Darlan! Hoy cumples dos años desde que llegaste ¿Por qué no vamos a beber? Mañana tenemos el día libre —propuso uno de sus compañeros, Miriam, una hermosa chica rubia con curvas de infarto y piernas largas que podrían tentar a cualquier hombre. Además, tenía una encantadora personalidad coqueta que podría enamorar incluso a las mujeres con las que hablaba.

—No lo sé, me gustaría tomarme este día para descansar —respondió Darlan.

—Vamos, mañana puedes descansar como quieras —intervino otro de sus colegas, Ramón. A diferencia de Miriam, él tenía la apariencia de un vagabundo, no porque vistiera mal, sino por su "bigote de adolescente", como lo llamaba Miriam ademas de su cabello largo recogido en una coleta desordenada. Sin embargo, era el que más trabajaba en la empresa, quizás por eso nadie le decía nada de su aspecto.

—Además, han abierto una nueva discoteca cerca del barrio chino, sería genial ir allí y pasar la noche entre bebidas, hermosas mujeres y música que te transportará a otro mundo —continuó Miriam.

Finalmente, Darlan aceptó la propuesta de sus dos compañeros y decidió invitar a una amiga a la que no veía desde hacía tiempo. Debido a la naturaleza exigente de sus trabajos, habían pasado mucho tiempo sin encontrarse, y ese día parecía ser la ocasión perfecta para reunirse en la entrada de la discoteca a las nueve de la noche. Todos ellos parecían conquistadores natos, excepto Ramón, quien daba la impresión de ser un delincuente de esquina dispuesto a robarte.

Susan, la amiga de Darlan, era doctora en pediatría general. La conoció en un café cuando ambos chocaron sus platos al buscar una mesa libre. Afortunadamente, no se enfrascaron en una discusión, sino que se disculparon mutuamente al instante. Esta situación extraña y divertida terminó en una gran conversación y, posteriormente, en una curiosa amistad.

Una vez dentro de la discoteca, pudieron apreciar su interior, que tenía un aspecto futurista y un ambiente animado. Allí reinaba un agradable olor a alcohol, y la música, alta pero atractiva, invitaba a bailar, acelerando sus corazones y despertando emociones intensas al adentrarse en un lugar nuevo y desconocido. Era un ambiente lleno de ritmo y sin duda, alegría.

Tomaron asiento en una de las mesas vacías para comenzar a pedir bebidas y animarse aún más de lo que ya estaban en ese momento.

El novio del dios DRAGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora