PREFACIO

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Cuando en el universo solo existía el caos las energías primordiales dieron forma a diversas criaturas por mero azar y así mismo fueron obliteradas por el apabullante descontrol de las energías. No obstante, ocurrió qué en un universo sin reglas, ni leyes, las probabilidades, que nos son ahora absurdas, se presentaron dando origen a seres de dimensiones y poderes tan descomunales que la mente mortal no puede cuantificar, a las que solo se les puede referir como dioses. Tal era su poder en el universo material que crearon el concepto de orden en el cosmos, su orden, sus leyes, así nunca se repetirían las condiciones que los originaron en primer lugar, serían los primeros y la única estirpe de estos dioses universales. El primera de estas entidades cósmicas fue el Gran Gouyud, El Primero, padre de todos, y la Gran Haya, La Primera, progenitora de la estirpe. Eras tras eras, generación tras generación su poder crecía exponencialmente y el poder de su especie se extendió por el cosmos estrella tras estrella, galaxia tras galaxia, induciendo al orden a los astros, configurando al cosmos, mientras avanzaban en su dominio en las zonas aún inundadas de caos aparecieron otras criaturas de gran poder, ya no serían como ellos, sus reinos serían más reducidos y subordinados a la voluntad superior de los dioses universales. Estos dioses menores tomaron control de los supercúmulos de galaxias y los convirtieron en sus feudos.

Mucho tiempo después de la muerte de Gouyud, El Primero y Haya, La Primera, tanto tiempo había pasado que su recuerdo era una leyenda incluso entre su estirpe, en años donde Gouyud VII había dado su vida para mantener su línea y en sus hazañas creó la Vía Láctea, en el supercúmulo de Laniakea aparecieron los Toa, esta estirpe de dioses menores dominarían todas las galaxias del supercúmulo, incluyendo el cúmulo de virgo donde se encuentra la Vía Láctea, ahí hallarían como en otros tantos lugares a seres pensantes y razonantes, la Vía Láctea fue cedida a Maleu, la sanguinaria y a toda su estirpe.  Llegaría el día en el que a Maleu la ascenderían a señora del supercúmulo y su hijo Hemodei tomaría lugar como regente de la Vía Láctea. Más las ansias de poder de Maleu no cesaría, llevando a los reinos de los Toa a un enfrentamiento contra los dioses universales, sus intentos tan solo lograron enfadar a los poderes superiores. Así Alyadivia II, Maestro de los astros, Señor de la gravedad como castigo desataría su incalculable poder sobre Laniakea, atraería a todo el supercúmulo hacia si mismo, un proceso que duraría eones en destruir Laniakea, sin embargo era casi un suspiro en la vida de estas entidades, desesperados los Toa descuidaron la guía de los mundos y los dejarían a su suerte, mientras ellos fútilmente enfrentaban el destino ominoso que les esperaba, una guerra infinita contra el poder de las leyes universales, a esta guerra se la conoció por los eones que duró como: "ALYADIVIA'MIR". La Pax Alyadivia, pues frente a este enemigo todos los dioses menores dejaron sus riñas territoriales e intrigas para unirse con un objetivo.

Los dioses marcharon a una guerra cósmica de la que depende su existencia y la de los mortales, el humo de los hornos sagrados cubrieron la tierra, los dioses y su estirpe se pertrecharon, formaron ejércitos divinos para su cruzada a estrellas lejanas. El reino que habían creado quedaría huérfano, más debían mantener la adoración de sus súbditos la cual alimenta su maná y mantiene su fuerza, dejarían a un dios como guía y vigilante del reino y buscarían un mortal para ejercer de regente en su ausencia. Esta es la historia del primer reino mortal y del éxodo de los dioses. 

ALYADIVIA'MIR: EL ÉXODO DE LOS DIOSESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora