Misión y captura

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La misión de espionaje era algo que odiaba Sergio Pérez en sí todas las actividades de campo, pero por alguna extraña sensación sentía una extraña paz con Max Verstappen. Desde que lo conoció su aroma le atraía sobre manera y sus manos sudaban cuando le regalaba una sonrisa, era imposible no estar de modo protector cuando salían juntos ni siquiera estando con Guillermo su lobo se mostraba de tal forma ¿Será que su celo estaba cerca? — Hey, Sergio. Apura — expresó el joven omega al notar lo distraído que estaba su compañero.

— Lo siento, voy — se limitó a responder con una leve sonrisa.

Ambos habían sido designados fingir ser una pareja recién mudada desde la ciudad de México, la coartada era que Sergio había conseguido un empleo bien renumerado como piloto automovilismo junto con su "esposo" Max quienes encabezarían la Formula Uno para Red Bull Racing. Donde estaría el Lionel Scaloni junto con Messi mirando aquel espectáculo, esta primera misión solo sería de observación y nada más.

Aunque lo que les sorprendió a ambos es que vivirían juntos en lo que duraban en la misión, sin contar que recibirían la visita de varios agentes en busca de los reportes. Había otros como dobles agentes desde un simple jardinero hasta un barman coqueteándole al gran Sergio Agüero — Un mojito, pibe — expresó con una gran sonrisa quién correspondía de forma sutil a ese bonito omega de cabellos rizados y piel morena.

— Como ordene, señor — respondió Andrés Guardado con una gran sonrisa.

— Nene, nada de señor. Solo dime Sergio — comentó entre risas.

— Deja de jugar — ordenó Messi y su amigo solo se encogió de hombros para regresar junto con sus jefes, los tres admiraban aquel dúo que saludaban a todos los aficionados y Messi sonrió al ver como el más alto jalaba a su compañero al notar como le coqueteaban algunas mujeres, su mente le traicionó y lo llevó en esos momentos que compartió con Guillermo.

Después de conocerse en esa tienda de conveniencia Lionel Messi todas las noches iba a comprar cualquier cosa con tal de volver a mirar esos ojos brillosos y labios en forma de corazón que ansiaba devorarse mientras lo hacía suyo y al parecer Rafael Márquez leía sus pensamientos impuros. Siempre estaba de chaperón entre ellos dos todas las noches

— Rafael vendrá en unos días, Lionel. — expresó Scaloni sin mirarlo, su atención estaba en el mesero que le sonreía de forma coqueta, desvió su mirada rápidamente al notar esa sonrisa y es que de alguna forma extraña sintió un escalofrío en su nuca.

Nunca era bueno ese tipo de situaciones.

— Beck... piden que vayas a cubrir a Andrés un momento. Es su hora de comida — dijo uno de los meseros y Scaloni maldijo al escuchar ese nombre, que soltó un largo suspiro.

No se sentía de esta forma desde que estuvo con Pablo Aimar, quién falleció en un ajustes de cuentas con los francés jurando que no estaría con otro alfa por temor a perder su corazón por completo, pero ¿Qué diablos tenía ese hombre que con una sonrisa alteraba todo su sentir?

El amor es un animal salvaje, todos caían en su trampa y no tendrían escapatoria.

Aquel mesero de nombre Beckham se mantuvo serio mientras preparaba algunas bebidas para los invitados, escuchando conversaciones ajenas de forma despreocupada hasta que escuchó el nombre que necesitaba para confirmar que estaban en el lugar correcto; tuvo que hacer mucho esfuerzo para no dejarse llevar por ese sutil aroma de Lionel Scaloni, famoso en España y Argentina por ser un omega dominante, de esos pocos que podían pasar fácilmente como alfas.

Los tres se levantaron aplaudiendo cuando coronaron campeón al omega Max Verstappen quién abrazaba con entusiasmo a su compañero y esposo Sergio Perez hasta que la prensa exigió un beso del matrimonio provocando sorpresa en ambos, sonreían apenados tratando de evitar el tema, pero sin duda alguna los medios de comunicación era unas rompe pelotas y Max abrazo por la cintura al alfa que lo miraba con sorpresa donde al sentir esos labios sobre los suyos ambos se perdieron en el calor de ese momento olvidando que todo era actuado por el bien de una misión.

Sus corazones palpitaban al unísono

Sus lobos internos chillaban de felicidad

Y al alejarse sonreían, pero tenían la mirada llena de una gran confusión que no podían creerlo, ese roce de pieles quemaba de una forma exquisita hasta un flash los regresó a la realidad. Ambos se fueron separando de forma lenta sin soltar sus manos hasta que bajaron del podio para irse directo al departamento que compartían sin imaginar que el famoso Lionel Messi se les acercó con una sonrisa — Felicidades... — expresó con una pequeña sonrisa mientras extendía su mano a Sergio Perez, ambos sostenían un duelo de miradas.

— Muchas gracias, Señor... — respondió Sergio.

— Andrés Cuccittini — respondió con una gran sonrisa, sin duda alguna Max apreciaba como ese sujeto podía pasar desapercibido. Escondiendo todos sus tatuajes, aquella barba y el cabello teñido de rubio sumando el hecho que usaba pupilentes de color azul, sin duda un hombre tan versátil en los ambientes en los que pisaba con su poder y olor a muerte.

— Sergio Rodriguez y él es mi esposo Max Tappen... — respondió de inmediato y la risa de aquel argentino lo ponía nervioso ¿Será que ya había descubierto todo? Lionel iba a seguir hablando hasta que sintió como alguien tocaba su hombro, Sergio le susurraba algo en el oído provocando abruptamente que se marchara del lugar.

Ambos oficiales respiraron con paz, aunque quedándose con la incógnita de saber ¿Qué alarmó al gran Lionel Messi?

Tratados irrompiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora