🏴󠁧󠁢󠁳󠁣󠁴󠁿𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨🏴󠁧󠁢󠁥󠁮󠁧󠁿

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Era un día de verano como cualquier otro; el sol siendo el principal protagonista en el cielo azul celeste, hermosas flores en el césped, fuertes árboles dando frutos frescos y un dulce viento soplando a su alrededor.

─El mundo a mi alrededor no se compara conmigo...─

Habló en un tono soberbio un country blanco con una cruz roja en su rostro, que vestía un traje negro elegante y un sombrero de copa adornado con rosas rojas y un listón del mismo color.

El extraño caminaba rápido, pero de vez en cuando se detenía a tomar aire; el calor lo mataba, pero tenía una importante cita a la cual debía de acudir.

Durante su trayecto se topó con varios countrys que lo miraban raro, por lo que comenzó a preocuparse.

─¿Por qué me miran tanto esos envidiosos?...─ se susurró a sí mismo ─¿Será que me veo mal?, ¿no me peiné?, ¿¡qué demonios hice mal!?─ se cuestionó en voz baja hasta subir poco a poco la intensidad y volumen.

Él estaba tan concentrado en el "¿qué dirá?", que no se fijó que alguien estaba enfrente de él caminando en sentido opuesto, haciendo que ambos choquen con el otro.

El country de sombrero de copa cayó al suelo, mientras que su contrario se apoyó en una banca para no caer y le ayudó a levantarse.

─Hey, ¿estás bien?─ interrogó extendiendo su mano.

El country de traje cogió la mano del contrario y se levantó como pudo con ayuda de éste.

─Demasiado atrevido de tu parte, ¿no lo crees, desconocido?─ habló bajo sacudiendo sus prendas intentando limpiarse la suciedad.

El contrario miraba a todos lados hasta que se detuvo y encaró al extraño.

─¿Me estás hablando?─ exclamó dudoso.

─Sí, ¿a quién más?─ habló soberbio colocando sus manos en su cadera.

─Ay, lo lamento, pero no sabía que era un delito ayudar a la reina de Inglaterra en su intento de feminicidio─ habló sarcástico y serio.

Al country inglés se le puso la cara roja del enojo, respiró profundo y le dió una cachetada.

─¿¡Qué te pasa!?, ¿¡acaso no sabes con quién estás hablando!?─ gritó histérico tomando del cuello de la camisa al contrario.

Éste solo rodó los ojos y lo miró nuevamente, suspiró y asintió con la cabeza.

El inglés quedó confundido, rápidamente lo soltó y sacó un reloj de su bolsillo, lo miró y gritó alarmado.

─No, no, no, no, no, noo, esto no puede estar pasando, voy tarde...─

─¿A qué?─ cuestionó extrañado.

─Eso no te incumbe...─ salió corriendo desesperado.

El contrario sólo se quedó viendo como se iba se sacudió el polvo y acomodó su camisa y caminó por la misma dirección que el inglés.

Después de treinta minutos, el country inglés había llegado a un elegante restaurante, se encontraba sentado en una mesa con mantel blanco, velas de cera y algunos platos, cubiertos y copas.

Miró nuevamente su reloj y volteó a ver la flama de la vela con odio, hasta que alguien tomó asiento frente a él.

─Tú no eres Francia...─ habló molesto.

El contrario negó con la cabeza y le entregó un ramo de rosas Tudor, una caja de chocolates Cadbury y una carta con la bandera de Francia.

El inglés rodó los ojos apenas vió el remitente, sin importarle de quien venía, tomó los obsequios y los dejó a un lado de la mesa.

─¿Qué haces aquí Escocia?, pensé que no te importaba salir en una cita con alguien como yo~...─ expresó en tono coqueto acercando su mano a la del mencionado.

─¿Recuerdas que Francia te dijo que saldrías con alguien?─ interrogó jugando con una de las copas de vidrio de la mesa.

─Sí, pero qué tiene eso que... Oh, ya entendí... Estúpida cita a ciegas─ habló frustrado escondiendo su rostro entre sus manos.

─Hey, no todo es malo... Escuché que te gustan las rosas y los chocolates─ dijo tratando de consolarlo.

Inglaterra lo miró con un leve sonrojo en su rostro apartando la mirada.

─No me gustan... Son mis favoritos... Y estas son mi emblema nacional─ respondió mirando con detenimiento los regalos.

─Lo sé, digamos que le pregunté a Francia si podía llevarle algo a mi cita, además de la carta─ habló serio finalizando con una sonrisa, haciendo sonrojar más al inglés.

La cita fue extravagante, con comida cara y postres deliciosos, raras veces se le veía al escocés sonreír o mostrar algo de interés en la cita.

En cambio, el inglés se la pasó de lo mejor, aunque parecía que se consintió a sí mismo; le gustó la compañía de Escocia, era tan callado, misterioso y cortante, pero detallista y educado, aspectos que le encantaron a Inglaterra.

Al final de la cita, Escocia acompañó a Inglaterra a su mansión y se despidió plantándole un beso en la mano.

El inglés enrojeció y cubrió su cara con las flores que le entregó, se despidió y entró de golpe, y con la respiración entrecortada, a su mansión apenas el escocés se marchó.

No tenía idea de quien le había dicho como conquistarlo, pero él lo había logrado sin esfuerzo y por culpa de la simpleza y elegancia quedó flechado por aquel caballero que se presentó ante él.

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─Fue tu voz, tus ojos, tus tratos, tus obsequios, todo tú, quien me robó el aliento, la mirada, el sueño y el pensamiento...

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Amorometro ☔︎Countryhumans☔︎︎ Scotland × EnglandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora