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CHAPTER THREE
Nueva York, Estados Unidos
─Othello 4.2 ─hablo antes de girarse con los brazos cruzados sobre su pecho y mirar a todos sus alumnos ─Buenos días, soy la señorita Dodds, soy su maestra suplente
Aquella señora de baja estatura con una cazadora de cuero, menuda y de casi cincuenta años con un rostro que asustaría a cualquier alumno, era su nueva profesora de pre-álgebra.
─¿Alguien puede decirme qué intento expresar Shakespeare con éste diálogo de Otelo? ─con aquella pregunta, más de dos alumnos alzaron sus manos con la respuesta en la punta de la lengua, dispuestos a tener algún punto más con la profesora. Sin embargo, ella miro a todo el salón de clases, pasando por una cabellera rubia con raíces marrones, quién estaba tumbada sobre su mesa con una flor de buganvilla en sus manos, pero paso ver unos brillantes ojos azules, según los demás profes, siempre sentado detras de la niña de ojos verdes ─¿Percy Jackson?
Pero el mencionado no habló, achinando sus bellos ojos para tratar de mirar la pizarra.
─¿Y Bien? ─
Percy avergonzado pero acostumbrado, agachó la mirada.
─Lo siento, no lo sé ─
La profesora, no mostró emoción alguna, pero solo pasos sus ojos a la chica frente a Jackson, pensando que era otra niña tonta. ─¿Cara Young?
La mencionada alzo su cabecita, como un conejito mostrando su cabeza por su madriguera, un despistada y sin mucha dificultad, leyó lo primero que escribió al entrar: "Entiendo una furia en tus palabras pero no en tus palabras — Otelo 4.2" aunque tampoco le tomó mucho tiempo, descifrar el significado que Shakespeare le quiso dar por lo que una vez más demostró el porqué era una alumna avanzada quien a poco de cumplir dieciséis años estaba compartiendo salón con alumnos de diecisiete.
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Al despedirse de Grover al salir de clases, ambos se encaminaron hacía el hogar de la familia Jackson, ambos en silencio cómodos aquello, cada quien con sus problemas pero juntos, él mayor avergonzado por simplemente no entender algo que todos comprendían, pero le era tan reconfortante tener a su mejor amiga siempre allí, cerca y alrededor de él, más aún cuando caminaban juntos debido a que Cara tenía la manía de tomar un puñado de su ropa, como una niña que le seguía de cerca, temerosa por quedarse sola.
