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—¿Nos vamos?— Preguntó el señor Carrera.

—Si, uhm... Un momento.— Camino hacia su hermana, dandole una pequeña cajita que sacó de su bolso.

—Es toda la plata que recaude en este año en las peleas, si vuelven otra vez dales esto.—

Su hermana asintio, dándole un pequeño beso en la mejilla al contrario.

—Cuide muy bien a mi hermano, Señor Rodrigo.—

—No se preocupe, eso haré.—

Sonrió, dándole un papel con su número.

—Es el número de mi residencia y el de mi teléfono, por si necesita algo no dude en llamar.—

Su chófer abrió las puertas del vehículo, entrando Iván y luego Rodrigo a su vez.

Entrando del último el chófer para dirigirse a la casa.

—Eres buen hermano, Iván.—

—No tanto... Victoria sacrifico su infancia por mi, al igual que casi deja la universidad, por suerte no lo hizo.—

—¿Y sus papás?—

—Nunca supe de mi mamá y unos tres años después de que nací nuestro papá desapareció de nuestras vidas.—

Hubo un silencio, a lo que luego Iván sonrio soltando una pequeña risa.

—Victoria decía que nuestra mamá era hermosa, que me parecía a ella mucho y que heredé sus pestañas.—

Iván parecía un mismísimo ángel, pensaba y actuaba como uno, ¿podía ser una persona tan noble y tener un corazón tan puro? sin mencionar que esas pestañas, esa pálida piel y ese cabello totalmente oscuro que hacía un contraste lo hacía parecer uno, solo le faltaban las alas. Y Dios santo, cuando sonreía era el ser más lindo de toda la tierra, amaba esa sonrisa.

Sentía que el no podría hacer feliz a un príncipe como él que pedía tan poco, pero a la vez tanto, que siempre flotaba en una nube del cielo.

Un sentimiento que no puede ser explicado por palabras por muchas que hayan, era inefable.

Un sentimiento que no puede ser explicado por palabras por muchas que hayan, era inefable

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—Bienvenido, señor Buhaje.—

Unas gran puertas de abrieron, es verdad que era la segunda vez que venía, pero el hecho de que ahora tendría que acostumbrarse a vivir en esa casa lo incomodaba de cierta manera.

—Tranquilo, no me diga así, yo soy un simple invitado, nada más.—

—Entendido, señor Buhaje, pero tengo que seguir las órdenes del señor Carrera, me pidió que te tratara como alguien especial.—

Al entrar se encontró con la hermosa vista de un maravilloso cristal de techo como decoración en la sala, la cual era enorme con un televisor que podía suponer que costaba millones, un juego blanco de sofás que se veían tan cómodos a simple vista con una pequeña mesa al frente, había un par de cuadros en una pared y el sentir el tacto del frío piso pudo deducir enseguida que era mármol.

𝐈𝐍𝐄𝐅𝐀𝐁𝐋𝐄.⸺𝗥𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora