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—¡No me podes tratar así!—

Diría irritada la joven.

—Claro que si, esta es mi empresa y no voy a tolerar tratos malos mientras yo esté acá, insolente.—

—¡Le diré a papá!—

¿Papá? ¿esa muchacha y Rodrigo eran hermanos? Parece una locura escuchar aquello, se parecían físicamente, pero personalmente no estaban ni cerca de compartir sangre, para Iván lo único que tenían en común era el apellido.

—Con el viejo no me habló para nada y lo sabes, no puede prohibirme nada.—

—Si todo eso comenzó por él entonces terminara con él.—

Tomaria al azabache del brazo, marcando las largas uñas que poseía la menor.

—Señorita, suelteme por favor, eso me está doliendo...—

El pelinegro tenía una piel muy sensible e incluso lo era con el dolor y con todo, muy perceptible a todo.

—¡Vamos admite que es tú culpa y todos estaremos bien!—

Grito, agarrandolo más fuerte del brazo, haciendo que soltara unos pequeños quejidos, derrepente su agarre se solto cuando vio que la castaña había sido abofeteada por Rodrigo.

—No tienes el derecho de tratarlo así.—

Serio se dirigió el castaño, fulminandola con la mirada.

—Si lo que te enojo fue una estúpida mancha, yo mismo la quitaré.—

Tomo la botella de agua que tenía al lado en un pequeño cubículo de oficina, tirándolo de inmediato en el vestido de la castaña.

—¡Basta! ¡Deja de mojarme!—

Suplicaria casi en llanto.

—¿Lo sientes? ¿Sientes la humillación por la que lo hiciste pasar, Valentina?—

Sacaría de su cartera un fajo de billetes, acercandose para tomar la mano de la chica y poner agresivamente el fajo.

—Comprate otro vestido, si queres el más caro de todo, pero ahora mismo te largas de mi empresa si no quieres que te saque a patadas de acá.—

La menor correría prácticamente llorando de aquel lugar donde habría sufrido tal humillación, dejando a los demás empleados más que asustados por lo cruel que podía ser su jefe.

—Nos vamos, Iván.—

Se dirigió al azabache, el cual seguía aún con algo de impresión.

Se agachó, agarrando una toalla, limpiando el piso.

—Todo esto es mi culpa, perdón, señor Rodrigo.—

—No tenes que hacer eso, levantate.—

Iván no respondió y siguió limpiando, el castaño lo jalo del brazo y lo cargo en brazos, saliendo del pasillo.

—¿Siempre vas a ser asi de testarudo?—

El azabache no respondió, un poco apenado dirigió su mirada a otro lugar donde no pudiera verlo, él castaño sonrío en respuesta.

—¿Donde vamos?—

Menciono el azabache, ya que el castaño lo había metido en el auto.

—A tomarte medidas.—

—¿Qué? ¿para qué?—

—¿Qué? ¿para qué?—

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⏰ Última actualización: Jan 30 ⏰

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𝐈𝐍𝐄𝐅𝐀𝐁𝐋𝐄.⸺𝗥𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora