i. Nuevo Comienzo

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En el asiento de avión, abrazo a Jae y la acurruco.

-Todo va a estar bien - murmuro. Aunque no sé si se lo digo a ella o trato de convencerme a mí mismo que así será.

Mi hermana mayor que en algún momento de nuestras vidas comenzó a verse más pequeña que yo, se encuentra profundamente dormida; su cuerpo delgado que parece tan frágil tiembla contra mi pecho en un intento de despertar, los sedantes están perdiendo efecto y apenas atravesamos la mitad del camino.

Estamos dejando Corea nosotros solos, el país donde nacimos y donde las personas fueron tan crueles como para orillarnos a buscar refugio del otro lado del Pacífico. Papá y mamá nos alcanzarán después, a final de cuentas, no era tan fácil dejar la empresa familiar para comenzar una vida nueva.

Acaricio el cabello de Jaehee y cierro los ojos, ha pasado por tanto y yo apenas pude protegerla, ¿cuántas veces le reclamé al cielo por hacerme venir al mundo un par de años después que ella? Pero eso no importa ahora, iba a cuidar de ella así tuviera que matar a alguien.

Mi pecho arde al recordar el día en que sus piernas flaquearon al bajar las escaleras, su ingesta de comida había reducido drásticamente en esos días, yo, un tonto, lo atribuí a sus nervios por presentar el examen de admisión a la universidad. Ella rodó por las escaleras y terminó con un brazo roto.

Cuando llegamos al hospital ese día, el médico nos puso al tanto con el diagnóstico de mi hermana: anorexia nervosa. Lamentablemente, las consecuencias estaban cobrando efecto en su cuerpo; sus músculos apenas tenían fuerza, su cabello cada vez era más delgado y se caía por montones.

Pero aún estábamos a tiempo, nuestros padres invirtieron una gran cantidad de dinero y esfuerzo en terapia, tratamiento psiquiatrico y diferentes médicos que ayudarían a Jae en su recuperación.

Incluso visitando el centro terapéutico más costoso y de mayor calidad en todo el país, mi hermana no pudo dejar de lado su miedo. Se obsesionó con las idols que veía en televisión; en sus recurrentes brotes de ira me insultaba llamándome "gordo" "cerdo" y demás palabras denigrantes por mi reciente aumento de volumen muscular.

No sólo ella necesitó terapia, yo también. Cada vez que veía sus delgadas muñecas o sus piernas que parecían los jeosgalag con los que comíamos, me obsesionaba con ganar peso.

Aunque lo hice de una manera sana y con la guía de especialistas, mis motivos no eran los más sanos, y de pronto me encontré teniendo crisis de ansiedad por el estado físico de Jaehee.

Y eso nos trajo al presente, al vuelo de doce horas de Seoul hasta Los Ángeles en el que estábamos montados para comenzar una vida nueva, lejos de la sociedad coreana y su obsesión con los cuerpos delgados.

𝓗𝓮𝓪𝓵𝓲𝓷𝓰  》Seo ChangbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora