ii. Nana

9 2 0
                                    

Cierro los ojos un momento y no sé cuándo es que caigo dormido, pues lo que se sintieron como cinco minutos habían sido las siete horas restantes de nuestro vuelo.

El motivo de mi recobro de conciencia fueron las manos de Jaehee tratando de abrocharme el cinturón pues estamos a punto de aterrizar.

—Gracias  —murmuro adormilado —. Yo lo termino — continúo reemplazando sus manos con las mías.

Una vez que completo la tarea, volteo a verla y le dedico una sonrisa con los labios. Ella me la devuelve y toma mi mano. La familiar sensación de mi pecho ardiendo regresa cuando noto su mirada perdida y apagada, sé que esos sedantes no han perdido por completo su efecto.

Nuestros padres habían organizado absolutamente todo para que nosotros nos adaptáramos sin problemas al nuevo entorno, habían contratado una clase de nana, especialmente para el cuidado de la alimentación de Jae, teníamos listos para nosotros un departamento algo modesto y un auto.

Además, decidieron aprovechar el período vacacional para que nosotros nos adaptáramos a nuestro ritmo antes de que mi hermana reingresara a la universidad y yo termine mi último año de preparatoria.

La persona que nos recibió en el aeropuerto fue justamente la nana, como ella nos pidió llamarla, que mis padres habían contratado para Jaehee. La mujer tenía al rededor de cincuenta años, daba una vibra maternal que casi me hizo abrazarla cuando nos saludó.

—Mi nombre es Narae, pero por favor llámenme Nana, pues eso seré para ustedes los próximos meses —dijo con una ligera risa que me contagió rápidamente.

Noona iba casi colgada de mi brazo todo el camino fuera del aeropuerto, sus enormes gafas de sol no dejaban ver la expresión de sus ojos, pero no necesité hacerlo para saber que estaba nerviosa y asustada, yo me sentía igual.

Todo el camino de regreso permanecimos en silencio mientras Nana nos ponía al tanto de su vida, nació y creció en L.A. pero toda su familia mantuvo bien arraigadas sus raíces coreanas, por lo que, en sus palabras, no extrañaríamos Corea.

Mi estómago se revolvió al pensar en ese país, todo lo que había vivido mi hermana y cuánto daño le habían hecho. Supongo que en algún momento mi creciente ira se reflejó en mi rostro pues, Jae aclaró su garganta y dijo:

—No es que queramos olvidar Corea, pero nos encantaría dejar entrar la cultura americana a nuestras vidas — en un tono de voz suave que buscaba no ofender a Nana.

—Oh, lo entiendo, así son los jóvenes ¿cierto? —la mujer rió.

El jetlag me estaba matando, así que al llegar a casa, ayudé a mi hermana con su equipaje y fui directo a mi habitación. Me dejé caer en el colchón, se sentía demasiado cómodo después de pasar medio día en un avión, por lo que me quedé profundamente dormido.

Desperté con una llamada entrante. Era mamá.

—¿Hola? — mi voz ronca.

—Seo Changbin, ¿porqué no me llamaste en cuanto aterrizaron? — su voz me aturdió y alejé un poco el teléfono de mí.

—Lo siento, mamá, estaba muy cansado, además, supuse que Nana te había avisado cuando nos recogió.

—¿Nana? Te refieres a la señora Narae, ¿no? Sí, ella me avisó, pero debes ser más considerado con tu madre, niño.

Yo reí ligeramente, aún no pasaba ni un día y la extrañaba como loco.

—¿Estarán aquí pronto? —pregunté con la voz quebrándose.

—Espero que sí, hijo, debo llamar a tu hermana, no la descuides, te amo, Binnie. —me dijo antes de colgar.

—También te amo mamá —murmuré antes de que la llamada se cortara.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 19 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝓗𝓮𝓪𝓵𝓲𝓷𝓰  》Seo ChangbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora