32. GIA

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No sé si la presencia de Lucas en mi habitación cuando estaba discutiendo con Oliver fue del todo necesaria, pero no había sido mi intención. Mis padres les invitaron a comer a casa, por lo que yo no tenía nada que ver justamente con ese plan, eso sí, casualidad que tuviera que subir a avisarme cuando estaba Oliver allí.

Igual fui muy dura con mi actitud, pero estaba cansada, harta, muy agotada de su comportamiento y de tantas mentiras. ¿Hasta cuando iba a seguir mintiéndome?, porque encima vino con la misma estrategia que ya había hecho hace unos días, visitarme horas antes de organizar una fiesta, el muy descarado.

Oliver era una persona que tenía el mundo en sus ojos, yo sabía que él valía mucho, sabía cómo era realmente y que él no era todo lo que estaba haciendo últimamente. Me negaba a alejarme de su lado, pero ¿dónde estaba la persona de la que me enamoré en ese mirador?, estaba en su interior, y su alma mantenía la esencia más pura, no tenía ninguna duda.

A pesar de que él pensara que no quería saber nada de su existencia, le medio engañé, le hice creer que no le iba a hablar más, que quería alejarme echándolo de mi casa, pero todo lo contrario, no quería decirle que le había visto traficar, que le había pillado organizando otra fiesta, porque lo que quería era encontrármelo frente a frente, en plena acción, a ver ahí cómo reaccionaba.

Gino al principio no quería ayudarme, sabía que mi idea le podía traer consecuencias, pero no me importaba. Automáticamente mi mente supo planear paso por paso todo lo que iba a hacer, y el primero y más importante era averiguar todo sobre aquella fiesta. Por suerte, Gino me debía una muy grande, ya os imagináis..., después de la que me habían liado en el barco, eso era poco. Cuando le envié aquel mensaje me respondió al instante, y no tardó en llamarme ni los cinco minutos que me había dicho.

-- A ver, sorpréndeme... -- Gino me llamó, con cierta intriga y un poco de respeto ante lo que le pudiera decir.

-- Tu amigo es gilipollas, así que vas a tener que ayudarme. – le dije.

-- ¿Qué quieres hacer?, no la liemos más, por favor.

-- ¿Liemos?, quiero ir a esa fiesta, y tú vas a tener que ayudarme. – no le di opción a decirme que no, fue una obligación en toda regla.

-- ¿Qué fiesta?, no se de qué me hablas... – Gino intentó hacerse el loco, pero no colaba ni de coña.

-- Si claro, ¿te piensas que soy tonta Gino?

-- De verdad, no sé de qué fiesta hablas. – siguió haciéndose el loco.

-- Vale Gino, venga, que no soy imbécil, estáis organizando una fiesta y encima lo está haciendo él, lo sé, así que deja de mentirme que encima es lo que faltaba. Me debes una y me la vas a devolver, no tienes opción. – me puse seria, me iba a ayudar quisiera o no.

-- Joder... -- lo escuchaba refunfuñar al otro lado del teléfono. – Gia, no me puedes hacer esto, ¿tú sabes la que se puede liar si apareces en esa fiesta?..., ¿y si encima se entera de que te he ayudado yo?, no, definitivamente no es una buena idea.

-- Claro que lo es, di lo que quieras pero me vas a ayudar, no tienes otra opción, ya te lo he dicho. No me hagas chantajearte. – fui un poco mala, le amenacé, pero iba a hacer lo que fuera por llevar a cabo mi plan.

-- Gia que me mata, ¡que Oliver me mata! – Gino modo cagón.

-- ¿Qué te va a matar?, le diré que todo ha sido culpa mía y ya está, es mi plan, y te he obligado a ayudarme. – le aclaré.

-- Claro que me estás obligando a ayudarte y no me parece la mejor forma de vengarte de él, ¿qué pretendes hacer? – me preguntó.

-- No es vengarme, solo quiero ver su carita al verme allí después de mentirme una y otra vez. – mentira, tenía un plan mejor pero no se lo iba a decir, ese ya lo llevaba a cabo yo solita cuando estuviera en la fiesta.

Agárrate fuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora