Capitulo 3.

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Pude ver como la cara de Enzo cambio completamente al escuchar mi respuesta. Lo se, fue algo malvada, pero ¿hubieran preferido decirle que les gusto y quedar como unas alzadas? Porque yo no.

Horas de grabación después siendo ya las 7:30 de la tarde, más de 10 horas de trabajo, llegó el momento de irme a casa. Saliendo del set luego de saludar a todos escuché a alguien gritando mi nombre.

– ¡Delfina! ¡Delfi! – Exclamó Matias.

Era el, el chico de ojos de ojos radiantes. Rápidamente me giré sobre mi eje para preguntarle que había sucedido.

– ¿Me podes alcanzar hasta mi casa? Porfi. – Me preguntó mientras hacía cara de perrito mojado.

Si, obvio. – Le contesté y ambos salimos del lugar para caminar hacia la vereda de enfrente donde estaba estacionado mi auto.

Me subí al auto y me coloqué el cinturón, Matias subió después que yo haciendo la misma acción. Puse el auto en marcha y me dirigí hacia la dirección que me dijo el chico guiándome por los carteles y lugares ya que no me aprendí las calles todavía.

– ¿Queres quedarte a comer y charlamos sobre hoy? Tengo ravioles. – Remarcó la última frase con una sonrisa y giro su cabeza para mirarme.

Obvio, amo los ravioles. – Contesté riendo y minutos más tarde llegamos a destino.

Ambos bajamos del auto, al salir, le puse el seguro a mi bebé y camine con Mati hacia la entrada del edificio.
Un edificio gigante, con una entrada como los de Beverly Hills. Había hasta muñecos de nieve falsa armados en la puerta, me sentía en el paraíso.

– No es la gran cosa pero algo es algo. – Agregó el chico mientras yo continuaba anonadada con cada cosa que veía.

¿Que decís Matias? Esto es como el Four Seasons – Le recalqué cuando estábamos entrando al ascensor.

El sólo soltó una risa suave y metió sus manos en los bolsillos de su camperon.

– Veni, pasa. – Dijo ojitos lindos e hizo una seña de reverencia mientras abría la puerta de su hogar, un ambiente muy minimalista, paredes blancas y beige, colores apagados y cosas para gatos. Me encantaba.

Podría quedarme a vivir acá – Afirmé entrando a la casa observando mis alrededores.

– Quédate si queres. – Susurró Matias mientras dejaba sus cosas en el sillón.

Yo solo solté una suave risa y me quité mi abrigo ya que su casa estaba cálida por la calefacción, dejé mi campera encima de la silla y me di vuelta para mirar a Mati.

¿Ya vamos a cocinar? – Pregunté de manera obvia viendo como el chico sacaba una olla y la llenaba de agua hirviendo.

– Si, me cago de hambre. – Respondió mientras ponía los ravioles de ricota y jamón adentro del agua.

Unos cinco minutos después, me senté en la silla de la mesa, Matias me trajo un plato de ravioles con crema y una cantidad EXAGERADA de queso rallado. Creo que me enamoré.

– Espero te gusten, los hace mi mamá. – Añadió mientras se sentaba en la silla y comenzaba a comer.

Agarre uno de los ravioles, los mojé en la crema con queso y lo metí en mi boca.
Una mezcla de saborea recorrió mi paladar y sonreí ligeramente.

Son exquisitos. – Le dije a Matias después de tragar.

Minutos más tarde, mientras yo estaba lavando los platos Matias se acostó en el sillón y se tapó con una frazada blanca.

Terminé de lavar y secar todo para así ir hacia donde estaba ojos lindos.

Mati, ¿no vas a dormir acá no? – Le pregunté ya que el me había dejado que me quede a dormir, se había largado una fuerte tormenta y era imposible salir.

– ¿Queres que duerma con vos? – Preguntó riendo.

Como vos quieras. – Respondí mientras caminaba hacia su habitación y me tiraba en la cama.

Después de haberme quitado la ropa y haberla dejado en una silla, ya que a mi me encanta dormir en ropa interior. Me pare frente a la cama y abrí las sábanas para meterme en ellas.

Luego de unos minutos escucho como la puerta se abre, siento como Matias se metía en la cama y deslizaba sus manos por mi cintura.

– Al final si vine. – Dijo mi apoyaba su cabeza en mi hombro.
– Hasta mañana. – Susurró en mi oído.

Yo solo repetí su oración y me quede por un rato con los ojos abiertos pensando en si Matias se había drogado antes de entrar en la pieza o que carajo le pasaba. Primero me abrazo por la cintura y después apoyó su cabeza en mi hombro, igual, no lo puedo negar, si me gustó, esta calentito.

Arrow Of Winter - Enzo Vogrincic y Matias Recalt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora