ˏˋ°•*⁀➷ 𝐀𝐭𝐡𝐞𝐧𝐚 𝐃𝐢 𝐆𝐢𝐨𝐫𝐠𝐢𝐨, una joven de tan solo doce años, decide escapar del infierno que es su hogar luego de la pérdida de su madre y enfrentarse a los abusos de su padrastro. Lo que no sabe es que su destino está entrelazado con...
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Aquella noche decidí que ya era suficiente. La gota que colmó el vaso, el límite de mi paciencia. Cansada de soportar los múltiples abusos de mi padrastro, tomé la decisión de escapar de la misma casa que se había convertido en una prisión emocional.
Aproveché la oscuridad de la noche para salir sigilosamente de mi habitación. Cada paso que daba resonaba en el silencio de la casa, y mi corazón latía con fuerza, mezcla de miedo y determinación. Me deslicé por las escaleras con cuidado, evitando cualquier crujido que pudiera delatarme.
Al llegar a la puerta principal, mi mano temblorosa giró la llave con precaución. La lluvia, aliada inesperada, caía con fuerza afuera, como si la naturaleza misma compartiera mi desesperación. Abrí la puerta con cautela, sintiendo la libertad al alcance de mis dedos.
Mis pasos resonaron en la calle mojada mientras me alejaba de aquella casa llena de pesadillas. Las lágrimas se mezclaban con la lluvia en mi rostro, pero no eran lágrimas de tristeza, sino de alivio. Sabía que no podía volver atrás, que este era el inicio de mi camino hacia la felicidad, lejos de aquel hombre que había convertido mi vida en un infierno.
En la penumbra de la noche, divisé una figura desconcertante, un ser mitad cabra y mitad humano que corría hacia mí con una gracia singular. La escena, más que inspirar temor, me dejó perpleja y confundida.
Las patas de cabra golpeaban el pavimento en un ritmo hipnótico, como si llevaran consigo un mensaje oculto en cada paso. Aunque su presencia emanaba una extraña calidez, mi mente luchaba por entender la realidad de lo que estaba ocurriendo.
Antes de que el agotamiento me venciera por completo, la figura se detuvo a cierta distancia, permitiendo que la lluvia sirviera como testigo silencioso de nuestro encuentro. Nos miramos con una complicidad que iba más allá de las palabras. Sin llegar a tener contacto físico, la criatura asintió con su cabeza, como si quisiera transmitirme un mensaje de aliento.
Mientras mis fuerzas flaqueaban y mis sentidos se desvanecían, la figura permaneció allí, observándome con compasión. La confusión se mezcló con la oscuridad que me envolvía, dejándome con la sensación de que algo más allá de mi comprensión había marcado mi escape hacia una nueva vida...
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Toda la noche tuve sueños rarísimos, llenos de animales. La mayoría de ellos solo buscaban matarme. Debí despertarme varias veces pero lo que veía no tenía sentido, ¿Una cabra humana? ¿Un humano cabra? Imposible.
