La esposa de Izek

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Estuvo unos breves segundos observando fijamente la imponente figura del hombre de cabellos oscuros, su corazón latiendo por el miedo pese a que el mencionado no mostraba ningún signo de hostilidad como los demás.

Era como sir Andymion, amable y cálido, al menos así se veía por fuera. Esperaba que fuera también de esa manera por dentro si llegaban interactuar.

Mierda, estaba tan aterrada por su presencia. Sabía que si no hacía algo él provocaría su muerte en el futuro.

O debía hacerse su amiga o alejarse de él, esperaba que cualquiera evitara su muerte.

Mientras tanto la cabeza de Khalid estaba repleta de preguntas, ¿Quién era esa mujer?, ¿Qué hacía ahí afuera con semejante lluvia?.

¿Tal vez era...?

Ruby frunció el ceño cuando observó al irritante de Izek, ¿Qué tanto habría escuchado?, ¿Y si se enojaba con ella por salir de su habitación y venir al banquete?.

Sin embargo solo se dio la vuelta para alejarse. No estaba dispuesta a dejarse avergonzar frente a Lorenzo.

-¿Señora? -. Ivan intentó acercarse a la rubia.

Y como si el mundo la odiara y le hubiera gritado "te odio, pendeja", pisó con su maldito zapato su maldito vestido y cayó al maldito frío suelo de cara.

¡Malditos todos!.

El silencio incómodo reinó en el lugar, Khalid se iba a acercar por la caida de la señorita pero alguien se le adelantó.

El albino se acercó a su mujer, que se estaba muriendo de vergüenza, para levantarla delicadamente. Una incomodidad se instaló en el pecho de Khalid por la escena. Ni siquiera con él se comportaba así de atento.

La manera en que la actitud de Izek cambió tan rápidamente le hizo confirmar sus sospechas sobre quien era esa hermosa mujer, era sin duda Rudbeckia de Borgia, la esposa de Izek traída del sur.

-¡Lo-lo siento por haber salido de esta manera!, yo hiba a regresar después de darle su regalo de cumpleaños -. Chilló la mujer de ojos azules -. ¡No era mi intención quedarme...!.

-¿De que estás hablando? -. Con desconcierto preguntó el ojirojo.

-Sé que dijo que no viniera al banquete -. Khalid frunció el ceño por aquellas palabras, ¿Realmente Iske le había dicho eso a su esposa? -. Pero quería darle un presente...

"Que atenta", pensó el de ojos amarillos con una leve sonrisa.

-¿Qué?, ¿Quien dijo eso? -. Ruby se descolocó por sus palabras, él realmente se veía genuino y maldijo a la maldita sirvienta.

De pronto los ojos de la mujer brillaron con falsa emoción.

-No es porque no quería verme, ¿verdad?, ¿Puedo darle su regalo? -. Preguntó con una gran sonrisa.

Todos vieron al Omerta dudar en si soltar o no a la chica, por eso Andymion tomó rápidamente la mano de Khalid.

-¡Oye!, ¡Lorenzo, bastardo...! -. El grito de Ivan sorprendió a todos y causó que el joven escolta se aferrara al torso del paladín a su lado -. ¡¿Dijiste tonterías nuevamente?!.

-¡No-no!, ¡No, realmente solo fue una vez!, ¡AH! -. Gritó y sollozó el rubio cenizo.

-¡Bastardo!, ¡No te atrevas a cantar esa canción una vez más...!.

-¡¡AHH!!, ¡ESPERA UN MOMENTO!.

-Ivan, suéltalo. No seas tan duro con él, es solo un mocoso -. Dijo Kahlid, calmando al de cabellos castaños con unas palmadas en su espalda.

La mirada de Izek se clavó en su escolta por aquello.

-¿Cuál canción? -. Preguntó extrañado, notando como todos se conjelaban excepto el de ojos miel.

Rudbeckia palideció ante su pregunta, ¿Se referían a esa canción?, Dios, esperaba que Izek no la escuchara nunca.

Un fuerte estornudo escapó de su naríz, mientras tapaba la misma con su brazo derecho, si no se cambiaba rápido el agua en su cuerpo y ropa la enfermarían.

Frunciendo el ceño el albino le preguntó si estaba bien, a lo que Ruby "solo" atinó a contestar; más bien alabar, lo atento y dulce que era su "amado", una leve risa divertida escapó de los labios de Khalid.

-Entremos ahora -. Dijo el Omerta mayor, parándose del suelo sosteniendo a su esposa.

-Espera, Iske. ¿Vas a hacerla entrar en esas condiciones? -. Preguntó Khalid, observando como la rubia de ojos azules asentía repetidas veces ante su comentario.

Si la llegaban a ver entrar en esas condiciones entonces la tacharían de inmoral y le perderían ahora por completo el poco respeto que le guardaban.

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-¿Ruby? -. Ellenia se acercó a paso apresurado al ver a su hermano llegar con una mojada Rudbeckia al banquete.

-Al parecer... -. Kahlid intentó acercarse a la mujer para explicar un poco lo que había pasado pero fue interrumpido por el cumpleañero.

-Hablaremos de los detalles más tarde. Vayan juntas, haz que se cambie de ropa y regresen aquí -. Izek tomó la mano de Khalid y lo arrastró lejos de ahí, a su vez Andy e Ivan hiban detrás de ellos.

Luego de alejarse lo suficiente el pelinegro alejó su mano de su amigo, quien confundido lo miró esperando una respuesta ante su acción.

-¿Ella es tu esposa...? -. Preguntó despacio, tratando de no incomodar al chico, aunque logró exactamente lo contrario con sus ojos miel fijos en los carmesí.

El albino simplemente no respondió, lo que fue una respuesta clara para el mayor.

Andy se removió incómodo, no le agradaba esa mirada inexpresiva en el pelinegro.

-¡Khalid!, ¡Izek! -. Llegó Freya alterada hacia donde estaban los hombres -. ¿Qué sucedió?, ¿está bien la señora?.

-La señora se encuentra bien, Ellenia la llevó para que se cambiara de atuendo -. Respondió Ivan.

-Pobrecita, estaba tan mojada. Ojalá no se enferme -. Dijo con tristeza, aunque por dentro deseaba que eso sucediera.

Un pequeño golpe en su frente la desconcertó, sus ojos violetas vieron la mirada seria de su amigo pelinegro y bajó su cabeza avergonzada. Odiaba que Khalid pudiera leerlos a todos con solo verlos a los ojos.

Los conocía bastante bien así que era imposible mentirle a él.

-Yo quisiera conocer a la señora, se ve que es una buena persona -. El mayor cambió su semblante a uno alegre.

A pesar de la mala impresión que daba, de cierta forma le agradó la rubia.

Si ella estaba ahí porque realmente querer ver a Izek y este correspondía a sus muestras de afecto, entonces eso significba que el albino tendría felicidad luego de tanto dolor.

-No te acerques a ella...

Todos se paralizaron por aquel comentario.

-Oh -. Río levemente, palmeando con diversión el hombro del menor -. Tranquilo, Iske. No voy a robarte a tu esposa.

El mencionado desvió la mirada, no se trataba de eso.

-Khalid, ahí llegó la señora -. Freya señaló con la cabeza hacia la gran mesa donde estaba ahora la mujer.

-¡Oh!, vamos con ella -. Los demás juraron ver orejas y colas de cachorros en ambos amigos.

Juntos salieron disparados hacia donde la chica.

-¡Oigan, ustedes...! -. Fue demasiado tarde para su comentario, ya se habían ido.

¿Por qué yo no? || S!M!Reader × Izek Van OmertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora