-Ella es tan encantadora... -. Khalid chilló mientras veía enternecido a Rudbeckia jugando con la Princesa y con la pequeña Leah, la hermanita de sir Iván.
En un rápido pero suave movimiento palmeó el brazo de Izek, señalando con su cabeza hacia la rubia para que el albino por lo menos la notara.
-Deberías ir a hablar con ella -. Ellenia comentó, tomando un pequeño sorbo del líquido dentro de la elegante y fina copa puesta sobre la mesa.
Ante sus palabras Khalid asintió una y otra vez efusivamente. Aún si no estaba del todo convencido con aquel matrimonio tampoco era como si deseara que su amigo fuera infeliz.
-No se metan -. Fue lo único que dijo.
-Con esa actitud solo amargas el día... -. Susurró para sí mismo el pelinegro, apoyando su mentón en su mano con aburrimiento.
Una patada cayó sobre el pie del mayor de los tres, extrañado por aquello Khalid simplemente observó confundido a la peliblanca, quien lo asesinó de mil maneras en su cabeza.
Izek bajó la mirada con el ceño fruncido, ¿no podía quedarse callado?.
De repente, un bostezo abandonó la boca de Khalid junto con una pequeña lágrima que se le escapó a su ojo derecho. Sus parpados pesaron como nunca después de eso, Ellenia lo observó con detenimiento, analizándolo y encontrando moretones poco visibles en el cuello del hombre.
Frunció el ceño soltando un suspiro.
-Khalid... -. El nombrado tarareó -. ¿Viniste hasta aquí sin antes haber descansado o ido con un doctor? -. Este se tensó.
-¡Tu...! -. Susurró Izek, golpeando levemente su puño contra la mesa. Otro bostezo escapó de la boca de Khalid, restándole importancia al asunto.
-No arruinemos el cumpleaños de Iz, por favor -. Respondió serio el de ojos miel -. Oye, Ellen. Tu te encargaste de los bocadillos, ¿verdad?, son deliciosos.
-¡No cambies de tema! -. Exclamó alterado el ojirojo -. ¿Por qué eres así?, ten más consideración contigo, y si no lo haces por ti, ¡hazlo por los que nos preocupamos por ti!.
-Solo quería estar junto a ti, en tu día especial.
Izek solo chasqueó la lengua, corriendo el rostro por el leve calor que se instaló en sus mejillas, se obligó a calmar a su corazón.
-No lo vuelvas a hacer.
-Claro, mi bebé -. Khalid hizo un puchero tonto mientras trataba de apretar con su mano la mejilla del menor, solo recibiendo un manotazo en respuesta.
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Luego de que lograran convencer a Isuke de acercarse a su mujer Khalid decidió salir a una de las ventanas con valcones.
Quería despejarse un poco, olvidar el dolor en su cuerpo por el poco reposo. Además, adentro estaba sofocado y eso no le haría bien en su estado, el aire fresco de la noche es la mejor opción para calmarse.
Se sorprendió mucho al encontrar a Andymion ahí, quien parecía observar las estrellas en el cielo. Inconscientemente una sonrisa se formó en sus labios mientras se apoyaba en el marco del ventanal, tocando levemente este con su puño para llamar la atención del moreno.
Observó con algo de gracia como el paladín volteó con rapidez debido al susto que tuvo, pero cuando lo vio sus ojos marrones se suavisaron. ¡Era tan lindo!.
-¡Ay!... me asustó, -. Rió aliviado el joven.
-Lo siento... -. Imitó la acción del castaño, reír. Para luego acercarse a donde estaba él -. ¿Por qué te divierte tanto ver la luna?, es solo la luna y ya.
La confusión fue palpable en su rostro.
-No estoy observando la luna, sino las estrellas -. Señaló con sus dedo hacia el cielo, sonriendo con los dientes al aire.
-¡Pero-! -. Khalid intentó decir que aún así no tenía sentido, pero lo callaron rápidamente. Andymion había puesto su dedo índice sobre sus labios.
-Un familiar me contó... -. Dio una sonrisa de suficiencia cuando toda la atención del mayor estuvo centrada en él -. Que las estrellas fugaces -. Señaló una -. Están muertas hace millones de años, lo que significa que no tiene sentido pedirles deseos.
-... De pequeño un sirviente me dijo que si iba hacia donde había caído una, la encontraría convertida en humana -. Rió incómodo, sonaba tan tonto si lo pensaba.
-Eso es tan tierno -. Chilló el muchacho al imaginarse a un mini Khalid buscando una estrella fugaz.
-Tal vez -. Un pequeño rubor pintó sus mejillas, era tan vergonzoso que lo alagaran por algo tan estúpido.
Unos toques detrás de ambos los interrumpieron y al voltear vieron que se trataba de Ellenia, quien parecía estar buscándolos hace un buen tiempo.
-Con que aquí estaban. Khalid, mi hermano te está buscando.
-¿Qué?, ¿Desde cuándo? -. El pelinegro sudó frío cuando la imagen de Izek enojado llegó a su mente.
-Desde hace un buen rato -. Casi le dá un infarto.
Al instante salió corriendo, deseando con todas sus fuerzas que el albino no estuviera molesto.
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Luego de sentarse, el Omerta dejó un sobre en la mesa frente a Khalid, quien ladeó de la cabeza hacia un lado con confusión.
-¿Y esto? -. Señaló nervioso el pequeño presente.
-Es el regalo de esa mujer -. Apoyó el mentón en su mano, sin prestarle demasiada atención a la situación.
-¡¿Un regalo?!, que linda, es tan atenta -. El ojiambar sonrió en grande, mientras pensaba los mil y un regalos que podía darle la alondra de sixtina a su amigo.
-No es para tanto -. Susurró el menor mientras rodaba los ojos, indiferente a todo lo que el contrario dijera acerca de su esposa.
Un puchero se formó en los labios del Marín, frunciendo el ceño y mirándolo intensamente.
Enserio que no entendía como podía actuar tan despreocupado.
Izek tenía que entender que ella no era cualquier persona, ¡ella era su esposa!, ¡y la amada hija del papa!.¡Rudbeckia de Borgia!.
Se acercó y con un rápido moviemiento tironeó su oreja, acercándolo hacia sí mientras le "susurraba" en la oreja el mal comportamiento que estaba teniendo.
El albino tan solo se quejó e ignoró los regaños, y aunque parecía prestarle atención en realidad solo estaba imaginando a Khalid como un pequeño cachorrito enojado.
Un sonrisa surcó sus labios.
El estúpido regalo de Ruby no era nada comparado al regalo que Khalid le había dado.
Verlo otra vez.
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¿Por qué yo no? || S!M!Reader × Izek Van Omerta
Storie d'amoreIzek Van Omerta, era el sobrino del rey, un potencial candidato al trono, el mejor paladín, un hombre bastante atractivo, etc. Él era un simple paladín regular bajo su mando, no era alguien con una belleza sin igual, lo único que podiía ofrecerle al...