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Arbezela, capital
Palacio Imperial
Sala del trono

Jaider, a pesar de estar presente en la sala junto a los demás nobles se encontraba ausente mentalmente. Su cabeza divagaba por muchas cosas distintas a la vez.

Su amada Luna ocupaba el primer lugar. Desde que volvió de la guerra su amada se mostraba distante. Quizá era por el tiempo perdido. Jaider estuvo ausente los últimos ocho años y en ese tiempo Roserice tomo control total del imperio. Y al estar tanto tiempo lejos dejo sola a su rosa en su luto, pues la perdida del principe heredero era algo que Roserice se negaba a dejar ir. Y  el monarca sentía que a cada día que pasaba se alejaba más de su emperatriz.

Luego estaba su hijo, su segundo hijo varón vivo, Dael. Aquel niño que creyó muerto por siete años volvería a casa luego de   tanto. Jaider dudaba mantener la cordura cuando lo vea nuevamente. No le resultó alentador ir a la batalla por tanto tiempo mientras pensaba en su hijo perdido y en las posibilidades de dónde pudiese estar.  Muchas preguntas recorrían su cabeza ¿Si estuvo vivo todo este tiempo, por qué no volvió? Aunque el y su madre no pudiesen verlo por estar dedicados a la guerra, ubiese sido lindo pensar que el estaba en el palacio y no quien sabe dónde.

Su mente reparo en sus demás hijos y en la situación de cada uno. Bavilo, el mayor. Cuando pregunto el rendimiento del peligris no obtuvo resultados alentadores; Bavilo se saltaba muchas de sus clases importantes y en esgrima era bastante malo, sus notas eran las peores entre todos sus hijos.
Ariana, la segunda. Sus notas eran exelentes y su rendimiento era digno de admiración, era exelente en todo, y ni hablar de sus clases de esgrima, el entrenador la había alabado y aclaro que no tenía nada más para e señarle a su estrellita, eso alegro mucho a Jaider, pues eso demostraba lo aplicada que era su pequeña, al contrario de Bavilo.
Haberon, el tercero era una historia diferente. Todos en el palacio conocían desde que el pelirrojo era pequeño, los gustos y el interés que el niño demostró por las piedras mágicas y la creación de armamento con ellas. Su hijo poseía un don para ayudar y crear cosas con piedras mágicas. Pero era un desastre en combate o esgrima y se manejaba mejor con las piedras. Eso lo frustró un poco, por no decir que le pareció molesto.
Y por último, Kamal, su hijo más pequeño. El único que no debutó ante la sociedad dado su edad. El niño demostró un gran intelecto y avilidades sociales pero era pésimo con las armas o las actividades físicas.

La única que parecía estar realmente al nivel de su título era Ariana, que superaba a sus hermanos en abilidades y maná, y el que la seguía era Haberon.

Sus hijos eran tan distintos. Muy distintos.

Otra cosa que ocupaba espacio en su mente  era la Familia Phantom y la entrega del emblema al Duque Nell. Era conciente de la ayuda que proporciono el joven héroe durante la guerra ya que sin el, seguramente seguiría luchando y viendo morir a  su ejército.  También era consiente de la deuda que poseía la familia de bestias divinas y que quisa después del nombramiento del Duque, pudiesen elevar un poco su situación social y económica. Eso, en un tiempo más complicaría las cosas. Era sabido que las bestias Phantom eran codiciosas y no sabían cómo msnejarce en el ámbito económico y social, quisa sean buenos querreros pero carecían de conocimientos sociales. Jaider podría usar eso para atraer a la Familia y obligarlos, en palabras más suaves, pedirles que sean leales a la Familia real.

Era conocido el dato que durante la guerra, perdieron mucho presupuesto y a gran parte de la población como también cosechas de gran importancia para el imperio.  Lo único que prometia hacerles ver fuertes ante las demás naciones eran los Phantom y sus habilidades como bestias de Dios.

Arbezela devia de reoinerce y encontrar maneras de recuperar lo perdido. Las islas Orian podrían ayudar pero a su vez complicarían más más cosas. El imperio no contaba con suficiente dinero ni alimento y si no encontraban forma de combatir contra eso, nisiquiera las  habilidades de los Phantom.

 Confiar || Las Joyas De La Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora