Capítulo 2: Choque de Revelaciones

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El poder, incontrolable y desbordante, se liberó de mi interior como un torbellino de energía sin forma. El sanador, sorprendido por esta manifestación súbita, fue lanzado hacia atrás con fuerza, su expresión de imparcial serenidad se transformó en una mezcla de temor y preocupación. Theron, con determinación férrea, se interpuso entre mí y el sanador, conteniendo el tumulto de energía con una fuerza que a cualquier otra persona le habría destrozado los huesos.

Con el resplandor etéreo desvaneciéndose a mi alrededor, me vi envuelto en una sensación de debilidad y desorientación. Theron se inclinó hacia mí, su voz llena de angustia pero también de alivio al verme recobrar la conciencia. El sanador se movió hasta una silla en la esquina de la enfermería como pudo y por lo que alcancé a percibir, Theron tenía varias quemaduras.

—Xein, ¿estás bien? ¿Qué sucedió? —preguntó Theron con urgencia, reflejando su preocupación en cada palabra.

Incapaz de procesar plenamente lo ocurrido, me esforcé por articular una respuesta coherente. Los recuerdos se agolpaban en mi mente, una marea tumultuosa de imágenes meciendo mi consciencia.

—Justo cuando... —comencé a balbucear, mi voz inestable en concordancia con mi estado emocional—, justo cuando todo se volvió confuso, las palabras, las visiones... alcanzaron una intensidad abrumadora. No pude controlarlo. Theron, no sé cómo contenerlo —expresé con frustración y confusión, sintiendo cada poro de mi ser llenarse de estas emociones mientras intentaba comprender la magnitud de lo que acababa de suceder.

—Xein, cuando no te encontré en tu habitación, me preocupé. Fui a buscarte para entrenar y no estabas en ningún lado. Ibas a buscarte un problema porque ya era prácticamente hora de ir a historia. Rastreé el bosque en busca tuya, fue entonces cuando vi la luz que emanaba entre los árboles y te encontré allí, tirado en el suelo —explicó Theron con un tono preocupado.

—Theron, gracias por estar siempre cubriéndome la espalda hermano —murmuré, a pesar del aturdimiento que nublaba mi capacidad de razonar con claridad.

—Necesitamos encontrar respuestas. Este poder, lograrás controlarlo, yo sé que sí.

El dolor en las costillas se hacía insoportable tras la explosión de poder. En ese instante, apareció Rowan por el arco del portón de la enfermería, un compañero de año de Theron y alguien a quien detestaba.

—¿Qué viniste a hacer aquí? —le espeté a Rowan, mi rostro reflejando incomodidad y desconfianza.

—Vine a ver cómo estabas. No sería en absoluto divertido si algo te sucediera. No tendría a quién vencer todo el rato —respondió Rowan, su expresión mostrando una mezcla de confianza y burla.

—Rowan, oye, sé que detestas hacer favores, pero si me ayudas a canalizar a Xein, te lo agradecería —intervino Theron en un intento por mantener la calma en la tensa situación.

—¿Qué, Theron? Venga ya, no quiero ayuda de este idiota —respondí con impaciencia, sintiendo cómo la tensión me invadía en cada momento. Desde que tenía uso de razón, Rowan se había empeñado en provocarme constantemente, y sus burlas solo alimentaban mi frustración y el descontrol de mi poder.

—Te guste o no, necesito ayuda. Fue demasiado poder, incluso para mí, y si no lo canalizamos, tus órganos podrían estallar internamente. ¿Quieres eso? —añadió Theron en un tono serio, intentando que entendiera la gravedad de la situación.

La tensión en la habitación era palpable. La aparición de Rowan, a quien consideraba un rival, solo aumentaba mi estrés y frustración. La incomodidad y el malestar se apoderaron de mí, sumándose al dolor que continuaba retorciéndome por dentro. El escenario se encontraba impregnado de mis emociones internas, y no sabía cómo manejar la situación.

La Sombra del Destino: Crónicas de Kalanya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora