Capítulo 1: La Noche De Las Luciérnagas

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La luz del sol iluminaba la cocina, resaltando el hermoso color de la medera barnizada y los muebles tallados a mano. Todo el lugar era una hermosa obra de arte que cualquiera admiraria con deleite. En especial cuando el aroma a pan recién horneado, chocolatada caliente, leche recién hordeñada y café tostado, invadían toda la sala.

URSS amaba la naturaleza, amaba el campo, el bosque, la playa y todo lo que se relacionara a un buen paisaje y nada de tecnología. Era un fiel creyente de que los teléfonos celulares eran la manera correcta de encerrar a un niño en un mundo adictivo y poco contribuyente al desarrollo de un infante como tal. Por eso vivía en una zona alejada de la ciudad y toda esa tecnología, pero aunque estaba encontra de ello no era algo que le negaba a sus hijos. Como padre soltero, tenía la responsabilidad de hacerse cargo de 15 criaturas que todavía no podían valerse pos si mismas. Su esposa había tenido 7 embarazos existosos: sextillizos, gemelos, trillizos y cuatro individuales. Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Azerbaiyán eran sextillizos, Armenia y Georgia eran gemelas, Lituania, Letonia y Estonia eran trillizos, y Moldavia, Bielorrusia, Rusia y Ucrania eran individuales. Los sextillizos tenían 12 años, luego estaba Moldavia con 8, le seguía Bielorrusia con 7, después Rusia con 6, Ucrania con 5, los trillizos con 3 años, y por último, las gemelas con tan solo 1 año y medio. La madre de los niños había fallecido hace no mucho y ellos todavía sentían el dolor de la pérdida, aunque actualmente no era nada en comparación al primer mes desde su muerte, pero aún así seguía siendo duro, en especial cuando todavía no habían pasado ni dos año.

Sus pasos en todo en comedor se apreciaban a la perfección, caminaba de la cocina a la mesa y de la mesa a la cocina, llevaba y traía cosas mientras acomodaba todo para que los chicos pudieran desayunar. La mesa estaba repleta de comida casera, había desde pan recién horneado, hasta criollos, medialunas, jamón fresco, jalea y mermelada, tostadas, queso, huevos fritos, tocino y panqueques. El pelirrojo observó un momento la mesa y se sintió satisfecho de su esfuerzo, el solía mantener por su cuenta a toda su familia cuando su padre paterno falleció y su padre materno quedó a la deriva. La casa en la que vivía con sus hijos era exactamente la misma en la que solía vivir cuando era niño, solo que actualmente estaba renovada, ampliada y mucho más equipada. El territorio de la misma abarcaba 25 hectáreas y era considerada una Hacienda debido a la ganadería y la agricultura que poseía y los productos de alta calidad que producía. Era uno de los distribuidores más prestigioso y solicitados del mercado, la competencia era enorme y su empresa ocupaba el 1° lugar en el sector comercial a nivel mundial. Tenía más de una Hacienda repartida y ubicada en diferentes países, así como un ingreso fortuito que le permitía brindarle lo mejor de lo mejor a sus hijos.

Un pequeño tirón de su camisa lo sacó de sus pensamientos y observó al responsable. Rusia lo miraba con esos redondos, hermoso y grandes ojos dorados; una de sus pequeñas manos estaba tomando el borde su camisa y la otra sostenía un osito de peluche de uno de sus brazos. El mayor respiró hondo y sonrió, su pequeño de 6 años no se separaba de su hermanito menor de 5. Su cuerpo se agachó para poder estar a la altura del infante y luego habló.

— Que extraño... — Soltó con sospecha fingida, Rusia sonrió aferrándose al su oso de peluche al sentir como la mano de su padre revolvía su cabello con dulzura — Tu hermano siempre suele venir contigo... Me pregunto ¿Dónde estará...? — El Alfa le hizo una seña a su pequeño para que guardara silencio y se acercó a una de las grandes cortinas de la sala.

Podía ver a la perfección los pies de Ucrania, sus medias de autitos combinaban con su pijama de avioncitos. URSS se acercó cautelosamente por detrás y en cuanto estuvo lo suficientemente cerca, lo rodeó con sus brazos y lo levanto del suelo. El pequeño de 5 años gritaba y reía mientras su padre lo desenvolvía de la cortina.

La Noche De Las Luciérnagas... «Countryhumans»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora