BLAIR
No consigo moverme, estoy tumbada en mi cama boca arriba y noto el sudor bajo mi cuerpo.
—No puede ser que me esté volviendo a pasar, es la tercera vez esta semana —pienso, y me gustaría gritar, pero ninguno de mis músculos responde —. No vuelvo a echarme una siesta por la tarde, suficiente tengo con pasar este infierno por las noches.
Hace unos meses que dormir se ha convertido en una ruleta rusa para mí. Chris sigue ahí, y, al despertar estoy yo, sola, escuchando voces que me culpabilizan por estar construyendo una vida sin él. A veces me gustaría quedarme en ese mundo en que seguimos siendo los de siempre, en que nada ha pasado en los últimos años y nos ha obligado a despedirnos para siempre de forma súbita. Pero eso es imposible, ya hace tiempo que lo acepté.
Y cuando dejé ir esa idea de escapar del sufrimiento que me provoca su ausencia, empecé a reconstruir los cimientos de mi felicidad.
Además, esos sueños de los que hablo, raramente recuerdan los buenos momentos. Todo lo contrario; me hacen revivir todo aquello que me llevó a caer en el pozo más profundo y oscuro en que he estado nunca.
Al fin puedo comenzar a mover los dedos de mis manos y pies, es la señal de que el mal momento está por terminar. Consigo doblar mis piernas, emito un ruido gutural para comprobar que ya puedo hablar, y lentamente me incorporo, respirando de forma pesada.
He quedado con mis amigos en una hora para dar una vuelta y debo prepararme.
Llevo una sudadera cutre con el logo de mi antiguo instituto y unas mallas viejas que uso para estar por casa. Salgo de la cama, cojo una falda de cuadros, un jersey marrón claro y unas medias y me dispongo a entrar en el baño para darme una ducha rápida, en el momento en que escucho las llaves de casa abriendo la puerta. Me alivia que haya llegado mi madre, en ocasiones la casa se siente realmente vacía y temo que quedarme sola con mis pensamientos pase factura a mi estado de ánimo. Sin embargo, otros días agradezco la paz y tranquilidad de tener la casa sola. Puedo hablar sola, escuchar música a tope, bailar, cantar, disfrutar del silencio...
Hoy es uno de esos días en los que quedarme sola no me ha sentado bien.
—¿Estás en casa, Blair? —pregunta mi madre, que acaba de llegar de una comida con sus amigas.
—Sí, mamá. Justo iba a ducharme, que he quedado con Olivia, Luca e Índigo.
—Genial, cielo, pásalo bien. Tu padre llegará para ayudarme con la cena.
—Eso me dijo esta mañana.
Salgo de la ducha como nueva, me visto y me echo mi colonia de confianza, la de vainilla del Mercadona. Qué bien huele, por favor.
Voy un poco pillada de tiempo, así que me pongo un poco de colorete rosa en los pómulos, me pongo un pintalabios suave y salgo para el centro.
Hemos quedado en hacer algo tranquilo, dar una vuelta y merendar algo, ya que estamos a mitad de curso y tampoco tenemos demasiado tiempo. Llego a nuestro punto de encuentro y veo que Luca ya ha llegado, está sentado en un banco de madera con el móvil, seguramente cotilleando el Instagram de alguno de sus ligues de Tinder.
—¡Luca!
Él levanta la cabeza y aparta su pelo rubio, casi albino de sus ojos. Es un gesto que hace constantemente, casi podría considerarse un tic.
—¡Ey, Blair! ¿Cómo estás?
—Muy bien, ¿tú que tal?
—También bien, más relajado de lo que debería con los exámenes. Como siga llevando así de mal Genética voy a comerme un suspenso espectacular.
—¿No te dijo Índigo que te echaría una mano con los problemas?
—Eso dijo, pero la pobre está muy liada con la carrera y tampoco quiero que se vea obligada.
Índigo estudia Biología y adora a los animales incluso más que yo. A los animales y a todo bicho viviente, realmente. Es un sol de persona, y gracias a ella empecé a hablar con Luca. Son amigos de toda la vida, han sido el uno para el otro desde que Índigo emigró a España desde Malí, con tan solo dos años y se mudó al vecindario de Luca. Yo la conocí el verano antes de empezar la universidad, un día que salí a pasear y la encontré haciéndole fotos a un gatito de la calle. Había salido para despejarme un poco y no pude evitar acercarme a ella, lo que fue una de las mejores decisiones que he tomado nunca. Desde ese día empezamos a quedar a menudo, y dio la casualidad de que su mejor amigo, Luca, entraría el mismo año que yo a estudiar Psicología. Luca es una persona muy sociable que se lleva bien con muchísima gente de la carrera y de fuera, mientras que yo soy algo más introvertida, así que no sé si habríamos conectado de la misma forma de no ser por Índigo.
—Entiendo, debe estar agobiada, me dijo que se le estaba atascando el parcial de Geología. De todas formas, si ella no puede también puedo echarte una mano yo con eso, no te preocupes.
—Muchas gracias, y ya sabes que si se te atasca Historia, aquí me tienes, que soy un friki de la Psicología.
—Y del chisme.
—De eso más todavía.
Vemos llegar a Olivia e Índigo y nos levantamos a abrazarlas. Cuando estamos los cuatro no hay oscuridad, son mi mayor lugar seguro junto con mis padres, y tenerlos en mi vida me llena de alegría. Olivia va a clase con Luca y conmigo, y fue la primera persona con la que hablé el día de la presentación de la carrera. Vi que estaba un poco cortada y que ajustaba sus gafas doradas en señal de nerviosismo cada poco tiempo, parecía estar pensando muchas cosas a la vez, estar un poco en pánico y abrumada.
Entonces, fui yo la que le dijo "Hola, ¿cómo te llamas? ¿Eres de Psicología, no?", y me respondió con simpatía. Le dije que estaba muy nerviosa por empezar la carrera y conocer a tantas personas nuevas, y pareció calmarse, dejó de ajustarse las gafas y agarró confianza conmigo en seguida. Me gusta ser eso para las personas, quien transmite la confianza de ser amigable y alguien a quien abrirse, con quien estar en paz, incluso en silencio.
—¿Qué os apetece hacer? —pregunta Olivia.
—Hmmm, no sé, ¿os apetece ir a tomar un café o algo? —propongo.
—¡Justo os iba a decir eso! ¿Habéis ido a la cafetería de gatos que hay por aquí cerca? Cake Café o algo así, si queréis podemos pasarnos a ver si están abiertos —dice Índigo emocionada.
—Fui con un chico de Tinder el otro día, está genial el sitio. Tienen cinco gatitos que están por ahí merodeando y son bastante cariñosos, y los cafés que hacen están buenísimos, también tengo un crush importante con uno de los dueños del local, he de admitir —. Olivia, Índigo y yo nos dirigimos una mirada cómplice y pregunto lo que las tres estamos pensando.
—¿No has vuelto a quedar con Thomas, verdad?
—Ni de broma, está bloqueadísimo y así va a seguir siendo.
—Bien hecho —le responde Índigo abrazándolo de lado, y después Olivia y yo la imitamos.
Thomas es el exnovio de Luca, una persona horriblemente controladora, narcisista y dañina que trató de aislarlo de todo el mundo y de arrebatarle todo lo que le hacía feliz. Claro que al principio de la relación, él no fue para nada así. Luca no es tonto en absoluto, y si hubiera empezado a mostrar su verdadero ser desde un inicio, jamás se habría enamorado como lo hizo.
Como consejo, en el momento en que vuestra pareja os pida la contraseña del móvil o se haga la víctima por hacer cosas que os hacen felices, o notéis que su amor es posesivo y tóxico, corred, por más que pueda doler.
—Pues por mí genial, podemos ir a ese sitio si queréis vosotras también —responce Olivia a la propuesta de Luca.
A todos nos parece un buen plan. He oído hablar de Cake Café, abrieron hace unos pocos meses, y, al estar en una zona turística y bien situada se ve que el lugar ha tenido bastante éxito. Además, por lo que he visto en reseñas y noticias de internet, tienen a los gatos cuidados como reyes, bien alimentados y limpios, con juguetes para entretenerse y hay normas de convivencia para que no se agobien con los clientes.
Vamos de camino al local hablando de chismes amorosos, cosas de la uni y temas arbitrarios como lo que nos vamos a pedir en la cafetería.
—¡Este finde lo paso con Francis! —nos informa Índigo dando saltos de alegría. Francis es el novio de Índigo, es argentino y llevan poco más de medio año juntos; son muy monos. Se conocieron cuando la familia de Índigo fue a pasar las vacaciones de Navidad al pueblo en el que él vive. Se ven muy a menudo a pesar de estar distanciados, gracias a que hay buena comunicación de trenes con pueblos de alrededor en Valencia y que sus familias han apoyado la relación sin problemas.
—Uhhh alguien va a estudiar más bien poquito este finde entonces —bromea Luca.
—Calla, que tengo que sacar tiempo igualmente para Geología y Botánica.
—No la agobies encima, que aún queda casi un mes para empezar los cuatrimestrales. Y seguro que va mejor que tú, ¿eh? —la defiendo de las acusaciones de Luca.
—Eso está clarísimo, vamos.
Olivia se ríe y afirma con la cabeza.
Llegamos a la cafetería y vemos que está abierta, y que hay pocas personas sentadas dentro, se ve un lugar tranquilo. Desde la ventana se ve a dos gatitos blancos muy peludos con lazos rosas en la cabeza, dormidos pegados en el mismo sofá. Me quedo empanada de la ternura, y Olivia me agarra de la muñeca para que entre con ellos.
Una chica morena de ojos verdes y pelo muy largo, castaño y ondulado nos recibe y nos dice que elijamos la mesa que queramos. Empieza a explicarnos las normas de convivencia con los gatos, que ya me había leído antes de entrar, y yo, siendo sincera, estoy más pendiente de los tatuajes que asoman de las mangas de su camiseta y los múltiples pendientes que tiene en sus orejas. Habla con calma, es amable y parece segura de sí misma. Me fijo en que tiene las uñas pintadas de morado, con el esmalte un poco destrozado y muy cortas, y lleva dos anillos.
—Podéis acariciar a los gatos cuando se acerquen a vosotros y si se tumban cerca vuestra, son todos muy mansos, así que no tengáis miedo de que os arañen u os muerdan. Si veis que están durmiendo, comiendo o que no tienen ganas de ser acariciados, dejad que descansen, a veces no les apetece recibir atención y prefieren estar libres. No les deis nada de comer ni de beber, por favor, ya tienen sus comederos apartados y con la comida que les sienta bien —Luca, Índigo y Olivia asienten, y yo hago lo mismo tras salir de mi empanamiento, como si hubiera prestado atención, lo que me hace sentir un poco culpable —. Esas dos gatitas blancas ahí tumbadas son Lily y Rosie, hermanas de la misma camada, y suelen estar juntas, son muy cariñosas; el gato naranja que está jugando con las personas de la mesa del fondo es Tommy, tiene tres años y es el más juguetón, adora trepar por todos lados y hace cosas raras a veces, cosas de gatos naranjas —nos reímos con su afirmación —; luego el gato negro que está durmiendo en esa cama es Charlie, es un bebé y se pasa la mayor parte del día durmiendo —Índigo y yo nos miramos muriendo de la ternura —; luego está Luna, una gata de manchas que parece una vaca diminuta, solo que está en una sala a la que pueden ir si prefieren estar solos. Quizás salga más tarde y podáis verla. Espero que estéis a gusto y os llevéis bien con mis hijos gatunos, en un rato paso a ver qué queréis tomar.
—Qué maja, me ha caído muy bien la camarera —dice Índigo, y todos le damos la razón.
Luca mira la carta y en seguida se decide.
—Yo me voy a pedir un té matcha y una palmerita de chocolate, ¿vosotras?
—No puedo tomar cafeína por la tarde si quiero pegar ojo, así que creo que un smoothie de mango —escojo.
—Yo un capuccino, tiene muy buena pinta, y pone que se puede pedir con leche de soja —Índigo es vegana y siempre se alegra cuando hay opciones vegetales en la carta de los restaurantes.
Olivia parece indecisa.
—Hmmm me tomaré un batido de chocolate, tengo paladar de niña pequeña, no me juzguéis.
—Has sido tú la que lo ha dicho —. La miro y le doy una palmadita en el hombro.
En seguida viene la chica a tomar nota de nuestro pedido y veo que lleva una pequeña placa con su nombre, "Camilla". Debe ser la otra dueña de la cafetería. Es un lugar bastante amplio, tiene muchas mesas con sofás cómodos para sentarse alrededor, camas para los gatos, rascadores y juguetes. También me llama la atención que hay una tarima en el fondo, parece un escenario, pero ahora mismo está vacía.
Mientras esperamos a que nos traigan las bebidas, la gatita de manchas negras de la que hablaba Camilla se acerca, y tras mirarnos, se sube a mi regazo y se queda hecha bolita sobre mis piernas. Me parece adorable y la acaricio con suavidad, escuchando cómo Luna empieza a ronronear.
—No sabes cuantísimo te envidio en este momento, Blair —dice Índigo con sus ojos oscuros fijados en el felino.
—Soy la elegida. Lo siento mucho, chicos.
Luca finge que le duele el corazón y Olivia me hace una foto.
—Pásamela luego, porfi, que este es un momento que quiero tener grabado.
—Pues claro, ya la tienes.
—¡Gracias, guapa!
Camilla nos trae lo que hemos pedido y al darme el smoothie veo que me sonríe, seguramente al ver a Luna sobre mis piernas, le devuelvo la sonrisa y la vergüenza me hace apartar la mirada rápido, a lo que ella frunce el ceño y suelta una pequeña risa. Por un segundo he entrado en pánico y espero que mis amigos no lo hayan notado, pero veo que Luca me echa una mirada de sospecha. Él sabe leer a las personas como nadie, estoy segura de que va a ser un psicólogo de diez.
Mi bebida está servida en un vaso muy lindo transparente con fresas dibujadas, lo que me recuerda al anime NANA —seguro que Camilla lo ha visto —asumo. El té y los cafés están servidos en tazones rosas claro con pequeñas huellas blancas estampadas, y con la leche han dibujado un copo de nieve. Cuidan mucho de la presentación de los pedidos, y todos concordamos en que están deliciosos. Sin duda es un sitio al que vamos a volver.
Cuando hemos acabado, les digo a mis amigos que les voy a invitar a lo que nos hemos pedido, y, aunque insisten en que no hace falta y que podemos pagarlo en partes, me salgo con la mía finalmente.
Me dirijo a la barra, sacando mi monedero de la tote bag que llevo hoy, y, me muero de la vergüenza cuando, por ir distraída choco con Camilla. Ella llevaba una libreta en la mano y al chocarnos se le cae al suelo, al igual que todo lo que llevo en la bolsa, que queda desparramado en el suelo, y debo lucir como un tomate en este momento, cuando le pido disculpas.
—Lo siento, iba distraida sacando las cosas. Perdón por la molestia, de verdad.
Camilla se ríe restándole importancia y pone su mano sobre mi hombro.
—No te preocupes, yo también estaba con la cabeza en las nubes, hemos sido las dos.
Se agacha a recoger su libreta y me ayuda a meter mis cosas en la bolsa. Pago la cuenta y salgo escopetada a decirles a mis amigos que nos vayamos. Doy gracias al universo de que no hayan visto el ridículo espantoso que acabo de hacer delante de Camilla, porque estarían bromeando el resto de la tarde.
Paseamos por el centro una media hora hasta que nos despedimos y cada uno vuelve a su casa.
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Nota de la autora: NUEVA NOVELAAAAAA, mis amores. Estoy muy emocionada con esta historia, y quizás los lectores de "Elegidos" me queráis matar por dejarla abandonada y empezar una nueva, ejem. Pero no os preocupéis, que es que se me ha estado haciendo bola el hilar la resolución del final. Prometo que vais a tener el final épico que esperáis.
Y con esta nueva novela, ya veréis, porque tengo muchas muchas ideas y ganas de escribir. Va a haber misterio, romance, drama, ciencia ficción, y mucho más. También quiero hacer dibujos para acompañar a la historia, así que a ver si me animo a hacerlos ji.
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Entre Sueños y Realidad
Science FictionBlair Clover es una joven estudiante de Psicología llena de cariño y vitalidad, inseparable de sus amigos, Olivia, Luca e Índigo. Por la noche le atormentan pesadillas de un pasado realmente doloroso. Camilla Rooney regenta un acogedor café de gatos...