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-¡Kim Dan, abre la puerta!- no contenía las fuerzas de sus puños y el alcohol en su sistema no era de mucha ayuda -¡Abre ahora mismo o la moleré a golpes!-

El castaño observaba paralizado desde la sala, doblado por el dolor y con las manos apoyadas sobre su vientre.
Acababa de pedir ayuda por llamada, pero no sabía cuánto las otras personas iban a demorarse y la situación parecía empeorar con cada minuto que pasaba.
Le causaba terror abrirle la puerta a Jaekyung, pero estaba hiperventilando y a punto de tener un ataque de pánico a causa de los fuertes gritos y del miedo a perder a su bebé, así que ignorarlo no era una opción.
Con el corazón acelerado, se levantó con dificultad para abrir.

Al verlo en ese estado, Jaekyung no pudo evitar mostrarse consternado y alarmado.

-Algo no está bien. Necesito ayuda- contra todos sus propósitos, Dan intentó explicar entre sollozos de angustia y casi ahogándose.

Aún con la rabia fluyendo en su cuerpo, instintivamente Jaekyung acercó sus labios a los de él en un beso quieto, no con intención romántica, sino como una rudimentaria forma de obligarlo a respirar y traerlo de vuelta al presente.
Dan pareció calmarse y sus latidos enloquecidos empezaron a ceder.

-Ya no siento a la bebé- al cabo de un momento el castaño se alejó y bajó la mirada con horror hacia su vientre hinchado -Ayudéme a salir, ¡necesito irme ya!-

Fue como si una burbuja explotara y la rabia del pelinegro estallara con más violencia.
Jaekyung volvió a recobrar el sentido y, tomándolo de los hombros, lo empujó sin gentileza hacia adentro, quedando la puerta cerrada tras de sí.

-Tú... ¿Cómo te atreves a pedirme ayuda después de lo que me has hecho? ¿Crees que voy a caer por tu actuación barata?-

El fisioterapeuta genuinamente no entendía de qué estaba hablando y para ese punto tampoco le importaba: había dejado de preocuparse por los caprichos del otro desde hacía tiempo y este, entre todos, era el momento menos indicado para dar marcha atrás.
El dolor en el vientre había cesado, pero, lejos de tranquilizarse, no podía dejar de pensar que era extraño que la bebé se quedara tan mortalmente quieta.

-No sé qué clase de estupideces se habrán metido en su cabeza, Jaekyung- con la voz temblorosa pero decidida, se hizo escuchar a pesar del desastre que envolvía su físico y su persona -Pero no tengo tiempo para esto. La bebé está en peligro, apártese de mi camino-

El pelinegro sonrió de forma sarcástica y lo soltó, retrocediendo unos cuantos pasos y escrutandolo con la mirada.

-El bebé esto, el bebé lo otro. Desde que apareció, solo has hablado de él- empezó a reclamar en su ceguera emocional, sin percatarse del tono desesperado y enojado que utilizaba -Yo lo tenía todo antes de conocerte a ti. Fama, dinero y todo lo que podía desear. Solo necesitaba a alguien para pasar las noches, pero llegaste tú a insinuarte bajo mi piel y arruinaste mi vida perfecta. ¿Por qué tuvieron que llamarte a ti para esa entrevista? ¿Por qué tuve que rescatarte y traerte a vivir a mi casa? ¿Por qué te estoy echando la culpa de mi derrota cuando soy yo el imbécil que no puede dejar de pensarte a cada momento?-

Las lágrimas de Dan fluían al escuchar la angustia en su voz y la impotencia de no poder hacer nada.
El pelinegro, cargado de resentimiento y dolor, continuó.

-Nunca he deseado nada más que la gloria y, ahora que te deseo a ti, no sé cómo reaccionar y lo estoy perdiendo todo- orbes oscuras en tempestad se fijaron en las de miel ámbar -Maldigo el día en el que te conocí, Kim Dan. Maldigo la existencia de ese bebé. Desearía que jamás hubiese existido. Desearía que desapareciese justo en este momento. Tal vez, de ser así, de ser solo los dos, podría actuar de forma diferente contigo y tal vez pudiéramos estar juntos-

Amor puro (Jaekyung x Dan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora