Parte I

26 6 2
                                    

Nota de autora

Queridos lectores, espero que disfruten este cuento tanto como yo. Sólo tiene cuatro capítulos.

La trama es de suspenso y fantasía.

¡Que disfruten!



Valle del Elqui, Chile

Una gota de sudor se deslizó por mi sien. El calor del sol me aplastaba la cabeza y me causaba sed. Sin importarme eso, seguí caminando por el sendero de tierra con mi familia siguiéndome tras la espalda. Nos rodeaban los cerros desérticos y una vegetación oscura que nacía del río.

Mis padres, mi hermano y yo habíamos dejado el camping donde nos instalamos el día anterior para salir en búsqueda de Canela, nuestra perrita color caramelo de nueve años que se había perdido. Esa mañana habíamos amanecido en la carpa y, sencillamente, no estaba.

—¿Ha visto a este perro? —pregunté al primer señor que se cruzó en mi camino. Estaba vestido con traje de baño y una toalla blanca colgaba de sus hombros. Venía del río.

Se detuvo para mirar la foto de Canela en la pantalla de mi teléfono.

—No, no lo he visto. Lo siento.

—Gracias.

Seguimos caminando.

Canela siempre viaja con nosotros a todos lados. Es muy inteligente, como todos los perros mestizos, y aprendió a mantenerse cerca de nuestros pies desde que era una cachorra. Me costaba entender cómo era posible que se hubiera perdido.

Luego de haber estado buscándola por las cercanías del camping durante dos horas, regresamos a nuestra carpa para esperarla sentados a la sombra; imaginamos que, una de las probabilidades, es que había salido a cazar un pájaro y en cualquier momento del día regresaría.

Pero el sol había abandonado su cúspide para comenzar a descender por el cielo y ella no aparecía.

Estaba comiendo un pedazo de sandía cuando mi hermano menor se acercó a mí.

—No quiero quedarme sentado sin hacer nada. Tenemos que encontrar a Canela antes de que se vaya el sol.

Le encontré mucha razón, pero antes de unirme a él volteé la cabeza para mirar a mis papás. Ellos estaban sentados en la mesa de picnic comiendo sandía mientras reían y conversaban.

—Vamos.

Ámbar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora