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El estadounidense dio un gemido ahogado antes de correrse, sus piernas temblando de placer. Lloriqueó cuando su acompañante, en vez de bajar la velocidad de su mano, siguió masturbándolo perezosamente. En serio, ¿quería hacerlo sentir bien o matarlo? Podía sentir como la piel de su miembro se ponía más sensible con cada movimiento, llegando al punto de dolerle. Ya se había venido dos veces en lo que iba de la noche, una tercera y no podría levantarse de la cama en unas horas.

—P-por favor... hyung. —rogó, suspirando con alivio cuando el chico soltó una risa antes de quitarle las manos de encima. Miró con reproche al coreano, quien por toda respuesta depositó un tierno beso en la frente del muchacho. Tras un rato de respiraciones entrecortadas y una limpieza rápida, se acomodaron el uno contra el otro, enredando sus brazos y piernas en busca de más contacto. Jay sonrió con ternura, eran como dos koalas intentando abrazarse. Luego recordó la razón por la que estaba enojado, y volvió a mirarlo con reproche. —Me quieres ver llorar, ¿no, Jongwoo hyung?

—No sé, ¿quiero? —el pelinegro presionó al estadounidense contra su pecho, sonriendo cuando sintió la respiración suave del castaño chocar contra su piel. —Es que te ves tan lindo con los ojos llorosos... —Jongwoo ahogó un grito cuando Jay mordió su hombro con más fuerza de la necesaria, sonriendo entre el dolor. —¡Ok, ok, perdón! Prometo tener más cuidado con mini-jay.

—Por favor, en nombre de todos los cielos, no le digas mini-jay... Creo que perdí 5 años de vida con solo escuchar eso, ugh. —Jongwoo rio antes de llenar la cara del estadounidense de besos, haciendo que el castaño soltase esas ruidosas y tiernas carcajadas que hacían saltar el corazón del coreano.

No había cosa que amase más que los minutos que pasaba con Jay después de hacerlo, esos momentos en los que solo eran ellos dos, sus almas tan desnudas como sus cuerpos. Nada de cámaras, nada de miradas del staff o de sus managers. No había ninguna expectativa irreal puesta en ellos. En la privacidad de su cuarto, solo eran Jay y Jongwoo, dos chicos jóvenes y enamorados que compartían aire, besos y un sentimiento que, gracias a Dios, era mutuo.

Boys Planet los había unido y había ayudado a que naciera entre ellos una chispa de interés por el otro, pero no fue hasta después de la final que su curiosa relación comenzó. Al comienzo los que no lograron debutar estuvieron tratando de descubrir qué debían de hacer, cómo lidiar con la nueva fama y entender que camino podían tomar para seguir con sus sueños. Algunos tenían su futuro ya decidido, otros todavía se encontraban en duda. Y en ese grupo era donde se encontraban Jay y Jongwoo, quienes se encontraron algo confundidos con respecto a lo que debían hacer hasta que sus empresas y ellos se dieron cuenta de que la gente disfrutaba de verlos juntos. Tras el éxito del fanmeeting de Jay y la explosiva reacción en las redes sociales al ver a Jongwoo junto al estadounidense en el escenario, era obvio lo que se debía hacer. Y los chicos estuvieron inmediatamente de acuerdo.

Entrevistas, programas de televisión, vlogs y fanmeetings. Hacían todo juntos y sus empresas los comenzaron a vender como una dupla fija. Eso naturalmente ayudó a que su relación se hiciese más fuerte que nunca. Lo que era notorio durante el programa de supervivencia se hizo imposible de ignorar, y no le tomó mucho tiempo a Jay soltar una confesión tímida y rápida una noche que paseaban por el río Han. Tampoco le tomó mucho tiempo a Jongwoo agarrarlo de los hombros y besarlo como si su vida dependiera de ello, murmurando su obvia respuesta contra los labios del shockeado pero eufórico estadounidense.

Desde entonces, habían comenzado a ser... algo. Un algo extraño, nuevo, inexperimentado y oculto. Pero suyo, completamente suyo. Nadie más que ellos sabía, ni siquiera sus amigos más cercanos. Simplemente... querían que una parte de lo que eran quedara escondido. Vender su relación amical al público estaba bien, pero les parecía correcto que su lado más romántico permaneciese en las sombras. De vez en cuando interactuaban de forma no tan amistosa en público, solo para reírse de los comentarios emocionados de las fans frente a su actuar. Se sentía bien que, pese a no poder ser totalmente honestos, pudiesen estar juntos tanto en la privacidad como frente a las cámaras.

—Hyung, deja de disociar. Puedo escucharte pensar hasta acá.

Jongwoo sacudió su cabeza y miro hacia abajo, sonriendo dulcemente al ver el rostro adormilado de Jay. Dejó otro beso suave en la cabeza del chico, recibiendo un exhausto pero apreciativo gruñido en respuesta.

—Perdón, estrella meva. Estaba pensando en lo feliz que soy cuando estoy contigo... Sabes que te amo mucho, ¿no es así? —Jay alzo la cabeza suavemente, impulsándose sobre sus hombros para dejar un piquito en los labios de Jongwoo.

—Claro que lo sé, te amo también... como no te imaginas... —el coreano sonrió al escuchar la forma en que las palabras del castaño se iban volviendo más ininteligibles, señal que ya se estaba quedando dormido. Se acomodó de nuevo, con cuidado para no despertar al recién dormido Jay, y cerró los ojos, sintiendo su corazón cálido de amor.

No era consciente aún de que la felicidad que vivía se le sería arrebatada dentro de poco.

amigos ☆ jaywooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora