Jongwoo abrió la puerta del departamento y fue inmediatamente recibido con un abrazo de Jay. El chico lo apretó con fuerza contra su cuerpo, riendo con alegría de volverlo a ver como si se hubiese ido una semana en vez de unas horas.
—¡Hyung! ¿Cómo te... fue? —la pregunta alegre del estadounidense se desvaneció en el aire al ver los ojos hinchados y enrojecidos del coreano. Y sabía que las lágrimas que había derramado no eran de alegría porque, por primera vez desde que lo conocía, Jongwoo lucía totalmente miserable, perdido en el espacio.
Inmediatamente, su instinto protector hizo acto de presencia, y sin decir nada le quitó el saco a Jongwoo y lo llevó a sentarse en el sofá. Fue a dejar el saco en el closet, buscó una taza con agua y volvió al lado de su pareja, su corazón rompiéndose en pedazos cuando vio que en lo que lo había dejado solo, Jongwoo había vuelto a llorar. No entendía qué estaba pasando, ¿qué le habían dicho que lo tenía así? Le dio con delicadeza la taza y se sentó a su costado, poniendo una mano sobre su pierna y apretándola, tratando de consolarlo aun sin conocer qué pasaba.
—¿Hyungie, qué pasó? —preguntó con suavidad, preocupado y asustado.
Jongwoo alzó la taza y tomó un largo trago, suspirando una vez hubo acabado. Le dio una mirada llena de pesar a Jay y le sonrió entre sus lágrimas, tratando de evitar sorber por la nariz. Abrió la boca brevemente, como intentando decir algo, pero la volvió a cerrar, sumiéndose por unos segundos en sus pensamientos. Tras unos segundos que parecieron horas, Jongwoo respondió, su voz ronca de tanto llorar.
—Kangnam me ofreció una oportunidad para debutar.
Jay tuvo que controlar su impulso de celebrar, consciente de que si ese fuese el final de la historia, Jongwoo no luciría tan desesperado. El coreano pareció entender que Jay iba a esperar a que él continuara, lo que lo hizo suspirar nuevamente, cansado.
—Pero me puso una condición... Solo una.
—¿Cuál? —preguntó el estadounidense con cautela, preocupado de que respondería su saliente.
—Que termináramos.
Jongwoo saltó en su sitio cuando Jay comenzó a reír descontroladamente, incorporándose y sosteniendo su pecho sin dejar de reír. El coreano se quedó mirándolo mientras el chico daba vueltas en la habitación, riendo a carcajadas y presionando sus ojos. Una vez la risa fue muriendo, Jay volvió a mirar a Jongwoo, un brillo de alivio en su mirada.
—¿Eso fue? ¡Ja! No sé cómo demonios se enteró ese viejo de nosotros, pero debe estar mal de la cabeza si cree que puede hacer que terminemos, ¿no, hyung? —Jay miró a Jongwoo con una sonrisa suave, esperando que respondiera con la confianza con la que siempre le respondía. Pero su mundo se cayó cuando Jongwoo lo miró con tristeza, con duda. —¿Hyung?
—Jay... escúchame. —y fue ahí que Jay entendió todo.
—No. —el chico dio unos pasos hacia atrás y dejó a Jongwoo en la sala, sintiendo sus ojos arder con lágrimas no derramadas cuando escuchó el sonido del coreano levantándose y sus débiles llamados. —No quiero escucharte, Jongwoo. No, me niego.
—Jay, por favor. Tienes que escucharme, es lo...
—¡No me digas que es lo mejor! ¡No lo es!
Llegaron a la habitación y fue ahí que se pararon frente a frente, enfrentándose como nunca antes habían hecho antes. Jay lucía totalmente traicionado, herido y lleno de enojo, mientras que Jongwoo derramaba tristeza por cada poro de su piel. Estaba llorando de nuevo, pero su expresión había recuperado cierto grado de seriedad y confianza, como si estuviese tratando de convencerse de que estaba haciendo lo correcto.
—Jay, yo tampoco quisiera, pero-
—Entonces, si no quieres, ¿por qué lo estás haciendo? No tiene sentido, hyung, no te estoy entendiendo.
—Es nuestra mejor oportunidad de debutar, Jay. Podría ser la única que tengamos. —mientras el coreano intentaba explicarse, el otro chico sostenía su cabeza con frustración y desespero, lo que lastimaba más el corazón de Jongwoo.
—¡Pero no es la única! ¡Te dije que estoy preparándome para mi debut solitario! Puedo hacer que la FM te contrate también, podemos buscar cualquier otra alternativa que no sea esta. ¡No quiero escucharte! ¿Por qué tienes que hacerle caso? ¿Por qué nos haces esto?
—Jay, por favor. Podemos seguir siendo amigos, podríamos cumplir nuestros sueños juntos. Créeme cuando te digo que es la mejor oportunidad que tenemos, tienes que hacerme caso... —pese a todo, Jongwoo se negaba a contarle todo a Jay. No quería contarle que la razón por la que hacía todo eso era porque, en realidad, tenía miedo que Jay no pudiese cumplir sus sueños. No quería, le quemaba el alma tener que tomar esa posición, tener que terminar con el amor de su vida, pero no iba a permitir que todo el esfuerzo de Jay fuese en vano. Iba a cargar con el dolor si era necesario, pero su estrella iba a triunfar, cueste lo que cueste.
—¿Nuestros sueños? —la incredulidad en la voz del extranjero lastimó a Jongwoo, sobre todo cuando vio en sus ojos como iba creciendo su enojo. —¿Un maldito sueño vale más que lo que somos? ¿Vale lo suficiente como para hacerle caso a un idiota y romper? ¡¿Tan poco te importo?! —las palabras salían entrecortadas de la boca del chico, y por fin comenzó a llorar, solo que en vez de tristeza, su llanto era de ira.
—¡No! Jay, no es eso, lo juro...
—¡Cállate! —y el coreano hizo silencio, no acostumbrado a tanta dureza por parte del chico, mil emociones negativas nublando su juicio. ¿Cómo es que todo estaba saliendo tan mal? —Debutar es más importante que nosotros, ¿no? Entonces está bien, llama a Kangnam y dile que los dos aceptamos el trato. Pero ten algo claro, Yoon Jongwoo. —Jay se le acercó y lo agarró del cuello de la camisa, acercándolo a su rostro con desdén y enojo. —Tú y yo no volveremos a ser nada más que amigos, si es que siquiera quiero darte mi amistad. No eres el chico del que me enamoré, ya no...
—Jay. —el estadounidense soltó su cuello y se dirigió con prisas a la puerta de la habitación, a lo que Jongwoo intentó detenerlo, mil ruegos y explicaciones a nada de resbalarse de entre sus labios. Pero apenas puso un dedo encima del chico, su mano fue retirada con firmeza. Miró a los ojos de Jay y su corazón se rompió en pedazos al ver la misma miseria que él sentía reflejada en ellos, la cólera desapareciendo y dando lugar a un dolor que solo él podía entender. Jay tuvo que ahogar un sollozo y evitar secarse las lágrimas, lo que rompió más al coreano, acostumbrado a ser él quien limpiaba las lágrimas del chico.
—Déjame, por favor. No me sigas. —y sin decirle más, salió de la habitación, dejando a Jongwoo parado en mitad del cuarto con su corazón roto. Apenas escuchó el sonido de la puerta del departamento abrirse y cerrarse, cayó de rodillas al piso, sollozando como nunca antes. Sentía que le ardía el pecho y que su cabeza le estallaba, pero no le importaba. Se sentó con la espalda contra la cama y abrazó sus rodillas, escondiendo su rostro en ellas, al tiempo que su pecho temblaba con cada sollozo. Sentía que tenía que seguir a Jay, explicarle bien, tal vez decirle la verdad y rogarle que lo perdone. Pero sus piernas no daban y, ¿cómo podría, siendo que el chico le había dicho que no lo siguiera?
—Estrella meva... —gimoteó con amargura, tratando de respirar y fallando en el intento. Solo quería llorar y llorar para sanar un poco su roto corazón.
Iba a debutar, junto a Jay, como habían soñado. ¿Pero valía la pena cumplir sus sueños a cambio de lo más bonito que tenía? ¿Valía la pena perder a su estrella por algo así?
No pudo responder su propia pregunta. Tras llorar un largo rato más, cayó rendido en los brazos de Morfeo, sus sueños tan miserables como su realidad.
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no se preocupen, esto no termina aquí <3 estén atentos para el último capitulo de amigos ^^
—bon
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amigos ☆ jaywoo
Fiksi PenggemarPorque al final del día, Jongwoo solo quiere ver a Jay brillar en el escenario. Aunque eso sea siendo solo amigos.