‧₊˚- Para 𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐞 el compartir con chicos en un mismo instituto se le resulta complicado, pero eso no quita el hecho de que le parece por un lado emocionante.
Ella tiene muy en claro lo difícil que es ser mujer en esta época, por lo que hará to...
La cabeza me daba vueltas a la vez que mi pierna izquierda no dejaba de moverse, y sin darme cuenta, mis uñas que mantenía perfectamente limadas ahora estaban disparejas.
Sin duda estaba nerviosa.
Y cómo no estarlo, después de todo es el primer día de clases para mi.
En un colegio mixto.
El coche se detuvo, supe que llegamos.
— Bien cariño, ya llegamos. — Papá dijo a la vez que el auto se detenía frente a mi ahora nueva escuela.
Asentí mirando hacia la ventana y luego a él desde el haciendo trasero, tome mi maletín y baje del auto.
—Olivie...— Padre llamó a la vez que también bajaba del coche, dándome media vuelta para mirarlo hacia arriba.
—...Papá...— El me miraba sin decir nada, sin embargo la preocupación se notaba en su rostro.
— Recuerda, si sucede cualquier cosa-...
— Apenas llegue a casa te digo. Si lo sé padre...estaré bien, lo prometo. — Mentí, en verdad estaba muy nerviosa, sin embargo no quería preocupar más a papá.
El solo asintió con una sonrisa, simplemente reflejando su tristeza.
Asentí igual que él, regalándole una sonrisa decaída y dando media vuelta, dirigiéndome a la entrada de la escuela.
Sentí como el auto de papá partía, significaba que ya no tenía vuelta atrás, sabía que ya no podría correr y esconderme en el coche; ya no podría devolverme a casa con él.
Tome una bocanada de aire, y con valentía me adentré a las puertas del instituto Voltaire.
🃜🃚🃖🃁🂭🂺
Sin embargo al entrar todo se nubló para mi.
El hecho de sentir una gran cantidad de miradas masculinas no era del todo agradable, en especial cuando estás sola.
Suspiré, tomé fuertemente mi maletín y comencé a dar pequeños pero acelerados pasos; procurando el no verme como si estuviese desesperada por esconderme.
Con mi largo abrigo color burdeo y mi vestido gris, acompañado de mis medias negras translúcidas y mis zapatos Mary Jane que tanto le pedí a mi padre para mi cumpleaños caminaba por el medio del patio de la escuela.
Sin duda llamaba la atención, pero no solo por el hecho de verme linda; si no por ser mujer. Me sentía como si fuese la atracción del momento, el juguete nuevo.
Los comentarios que salían de las bocas de los varones eran inevitables de escuchar, volaban alrededor de una.
Alguna que otra señorita querría toda la atención que estoy recibiendo ahora.
Sin embargo, ¿está bien sentir el no querer estas miradas?
Se escuchó como la campaña sonaba sin cesar, lo que significaba que las clases iniciaban.
🃜🃚🃖🃁🂭🂺
Los pasillos me confundías cada vez, puerta por puerta, pero no era mi clase.
Luego de escuchar el pequeño discurso de parte del jefe de estudios, cada alumno fue llamado por sus profesores jefes a los respectivos salones.
Sin embargo, por estar algo distraída logré perderme entre la multitud.
Ya rendida, traté de preguntarle a algún chico que pasaba por el pasillo, sin embargo evité a casi todos luego de notar sus miradas indiscretas sobre mi.
Decidí encontrarlo por mi misma, así que luego de un par de vueltas logré llegar.
La puerta estaba cerrada, la clase ya había iniciado...demonios.
Di dos golpes leves, y al ver la aprobación de la maestra entré delicadamente.
— Buenos días Maestra. — Salude haciendo una leve reverencia, sintiendo la mirada de todos.
—...¿En donde cree que está, señorita? Acaso no le avisaron que las clases comenzaron hace cinco minutos. — Reclamó apoyando una mano en su mesa.
– Si, lo siento mucho maestra...— Murmuré con la cabeza gacha.
— Que esta sea la última vez.
—Si maestra...
Rápidamente levanté la vista y logré contemplar el panorama completo; tres chicas, y alrededor, solo chicos.
Trague en seco y vi el primer lugar, al lado de una chica, y sin pensarlo dos veces me senté junto a ella.
Me quité mi gabardina y saqué mis cuadernos y pluma; mis estudios comenzaban ahora.
Sutilmente miré a la chica a mi lado, provocando que ella también lo haga conmigo, por lo que le dediqué una sonrisa.
Ella también, así que me acerqué a ella para susurrarle:
— ¿Cuál es tu nombre?
— Annick Caught...¿y tú?
— Olivie-...
— ¿La conversación está entretenida, señorita...?
— Fleurissant, Olivie Fleurissant...— Murmuré levantándome de mi asiento, contestando a la maestra.
La enseñante levantó una de sus cejas ya que lamentablemente mi apellido era conocido por la gente.
"Fleurissant" era el nombre de la marca de ropa de mi padre, él es diseñador y sus productos se venden en muchas partes.
Y yo casi siempre me visto con estos, incluso hay veces en que padre me ayuda a combinar mi ropa.
— Bueno, ¿y usted cree que por ser hija de un diseñador reconocido dejaré pasar estas faltas de respeto?
Solamente escuchaba lo que la señora decía, y me obligaba internamente a no dejar salir alguna mueca de desagrado ante tales estupideces que salían de su boca.
—...Por supuesto que no maestra.– Contesté, a la vez que las risas disminuían.
— Que esta sea la última vez, señorita Fleurissant.
Yo solo asentí, volviendo a sentarme y continuar con la clase.
Bueno, después de todo la escuela no sería del todo mal, ¿verdad?
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