6°: Adiós, El Salvador

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Azul cobalto para los océanos del Pacífico y Atlántico.

Blanco para la paz y la concordia de los habitantes del país.

Ámbar para la escritura de su lema, el cuál es:

Dios, Unión y Libertad.

Eran los años 30 en un país desconocido para la mayor parte de los turistas, el clima tropical y las distancias cortas eran parte del bello país de El Salvador.

Un hermoso país que enamoraba a cualquiera con sus playas, parques arqueológicos, volcanes majestuosos, escritores de poesía bastante interesantes y una gastronomía que podía satisfacer hasta al más quisquilloso con la comida, en ese país vivía Vagatha Herrera siendo hija de una madre soltera que buscaba marido.

Elizabeth Herrera, su madre, era bastante pobre y encima su esposo la dejó por una extranjera, entonces ella buscaba marido fingiendo no ser madre a sus 27 años. Era igual de hermosa que Vagatha, solo que con baja autoestima por no ser blanca ni rubia, por lo que muchos hombres se fijaban en ella y se iban al ver a Vagatha. Tuvo a Vagatha a sus 13 años, nunca quiso explicar cómo sucedió, simplemente explicaba que no sabía de educación sexual por ser alguien de campo sin estudios.

Vagatha tenía 13 años en ese entonces, su madre ya estaba desesperada por encontrar a un hombre porque no quería vestir santos, cuando en la escuela católica donde estudiaba encontró a quien sería su esposo, estaba viendo a los niños jugar con cierta fijación en Vagatha.

No tenía hijos a sus 39 años, nunca se casó y era de Chile, Elizabeth quedó fascinada con él. Javier era su nombre, un hombre apuesto para la mayoría de señoras, rápidamente se volvió pareja de su madre y unos meses después su prometido, aunque algo que le parecía extraño a su hija era que él se fijara más en ella que en su madre.

Trataba de comprarla con regalos, era más afectuoso con ella, siempre insistía en comprarle ropa y hasta la peinada con cola de caballo en casa. Al principio trató de pensar que a lo mejor es que ella no estaba acostumbrada a tener una figura paterna, pero sus sospechas se confirmaron de la peor forma.

Esa noche ella iba al baño que estaba en la cabaña al lado de la casa, pues era una casa vieja, cuando de camino al baño encontró a su padrastro metido ahí, entonces se dispuso a esperar.

5 minutos.

10 minutos.

15 minutos.

Y hasta 20 minutos esperó a que saliera, ella no entendía porqué tardaba tanto si de seguro estaba orinando, fue entonces que se puso a pensar ¿Porqué asumió que había alguien ahí? A lo mejor no había nadie adentro, incluso si la puerta estaba cerrada, trató de abrir y no funcionó, quizás estaba atascada.

Se fijó en un hueco y terminó horrorizada, Javier estaba tocándose con una braga de su hijastra mientras la miraba en una foto. Menos mal que no la vió, decidió ir al patio para orinar y no toparse con él después de presenciar semejante situación, aunque también quería vomitar al pensar algo así.

Desde entonces la relación con su padrastro se volvió muy sombría, ella lo evitaba siempre y trataba de no quedarse sola con él, por otro lado su trabajo de medio tiempo como productora de café le hacía observar al chico de su sueños.

Ulises.

Ulises era el joven más atractivo, fuerte e inteligente del trabajo de Vagatha, era el hijo del dueño de la productora cafetera, aparte de ser el futuro dueño de todo, técnicamente era de clase privilegiada desde niño. Muchas turistas mujeres buscaban el amor del salvadoreño, claro que él no aceptaba a cualquiera, Vagatha fue quién le llamó su atención por lo trabajadora que era.

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⏰ Última actualización: Jun 23, 2024 ⏰

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