No manches pollo esos no eran balazos

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Narrador omnipresente

Marco siempre quiso olvidar que estudiaba en la mejor escuela de su país, quiso olvidar que su familia era millonaria pero no quería eso izou ya no le hablaba a Thatch y Thatch se la pasaba saliendo con sus vecinos no quería que su familia se fuera a la bancarrota solo quería una vida tranquila lejos de los prejuicios y personas interesadas solo del dinero y negocios así que nunca le importó socializar con nadie, por lo cual desde que se habían mudado su instinto de alerta era más activo y cada vez que escuchaba sonidos de un arma siendo disparada provocaba que cerrará las puertas y las ventanas casi de manera inmediata incluso provocando que casi siempre terminara enredado en las cortinas y tuviera que pedir ayuda a su padre, pero ese día la balacera lo agarro desprevenido en la calle y al ver al menor de sus vecinos cerca del lugar de donde se habían escuchado lo que el consideraba como balazos, solo lo agarro y corrió con el a un callejón cercano para esconderse en uno de los lados de un contenedor de basura así evitaba que el pequeño y el mismo salieran lastimados

Luffy:gracias *dijo el pequeño sonriendo no parecía asustado ni nada por el estilo más bien parecía calmado*

Marco:¿como puedes estar tan tranquilo después de escuchar esos balazos? *pregunto bastante alterado*

Luffy:no manches pollo esos no eran balazos eran cohetes *dijo viendo a Marco el cual se quedó pasmado*

Marco:¿no eran balazos? *pregunto aún sin entender que se había equivocado*

Luffy:no para nada *dijo el pequeño bastante confundido por el actuar de Marco*

Al Marco llegar a casa y contarle a Thatch, izou y a su padre lo que había pasado en la tarde se había aguantado las risas de sus dos hermanos y la mirada comprensiva pero con algo de burla por parte de su padre el cual le había aconsejado relajarse un poco y descansar su mente de todo lo que pasaba y le preocupaba así que solo aceptó el consejo, para retirarse a descansar a su cuarto viendo desde una pequeña ventana que daba a la entrada al más pequeño de sus vecinos jugando con el de pecas del cual no podía alejar su mirada y se quedó analizando cada uno de los detalles que tenía el rostro de su vecino de ojos grises como dos estrellas, las pecas en su cara que era algo pálida le daban un bello detalle y su cabello negro parecía carbón de un fuego recién apagado

Ricos en un barrio de pobres (Marace) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora