Prólogo

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Cleófilo sabía que sus años de grandeza habían acabado. Su vida había sido larga y plena. Había controlado más territorios que ningún otro rey, y había aprendido a controlar los elementos, a transformarse en otros seres y a resucitar a los muertos. Era emperador y archimago, sus riquezas habían llenado toda una montaña.Era sin lugar a dudas el más poderoso de todo el continente. A pesar de todo, su vida no era tan sencilla. Siempre había alguna que otra conjura contra él, pero al final siempre acababa por pararlas.Pero esta vez era distinto, se sentía en constante peligro y por eso, tomó una decisión.
Cuando decidió ocultar sus tesoros, empezó a desconfiar más y más de sus súbditos. Incluso de aquellos que siempre le habían sido fieles, nunca se sabía, donde pod,ia estar el topo. Escogió una montaña en la cordillera más lejana y desierta del reino, donde poca gente iba, pues las criaturas que allí habitaban no eran muy amigables. Gracias a sus conocimientos de magia y alquimia, había hallado el modo de vaciar una montaña completamente y hacer imposible la llegada hasta ella sin los objetos y el conocimiento necesario.
Que cómo era Cleófilo, Cleófilo era un hombre de estatura mediana, facciones marcadas y barba rizada de color grisáceo, con ligeros toques plateados. Llevaba una túnica morada con decoraciones en dorados, azules y verdes. Quizás lo que más le caracterizaba, era un medallón que siempre llevaba colgado al cuello. El medallón perteneció a un sacerdote mayor durante la época en la que aún se sacrificaban a personas en honor a los dioses.Pero nadie sabía de donde lo había sacado este.Quizás los mismísimos dioses.
El medallón era conocido por otorgar poderes a quien lo llevara puesto. Era dorado, de forma circular con una piedra en el centro, alrededor sobresalían nueve rayos.
Tras sellar la montaña, decidió dejar una serie de pistas para que alguien, muchos años después, lograra encontrar el tesoro. Pero no cualquier persona, si no no se habría tomado tantas molestias.Puesto que Cleófilo, a pesar de todo, aún creía en los antiguos valores: la confianza, el coraje, la lealtad, la amistad... decidió que el elegido debía tener estas cualidades.Para ello, las pistas que dejó tenían a su vez, una prueba que demostraría que la persona era adecuada.
Cuando terminó lo que se había propuesto, decidió que ya era hora de descansar.Pasó unos meses en la corte, donde las intrigas sobre sus numerosos viajes iban en aumento y sobre todo, aquellas sobre quién sería su sucesor.Una mañana de invierno, le encontraron tumbado en su sillón preferido muerto.Si fue muerte natural o no, puede que nunca se sepa o sí.
Meses después de la muerte de Cleófilo, un general llamado Pernudo, se hizo con el poder del reino, ya que este estaba sumido en el caos.Sometió a sus habitantes y les obligó a pagar más impuestos , el ejército aumentó, al igual que las guerras, sobre todo civiles.Mucha gente se opuso, pero fueron derrotados sin problemas, pernudo tenía demasiado poder.Los elfos empezaron a ser considerados seres despreciables y el reino empezó a decaer.Los descendientes de Pernudo gobernaron hasta nuestros días del mismo modo que su antecesor, de forma vil y cruel.Y así el reino que una vez fue admirado por todos, empezó a decaer.

La profecía de los sieteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora