Prólogo

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Tónico onírico


Todo comenzó con un sueño nacido de las letras e impulsado por la imaginación. Un sueño infantil, de ésos que están llenos de magia y fantasía. Una ilusión vibrante de colores y vida, tanta como aquellas historias que la inspiraban. Cuentos repletos de asombro, colmados de sorpresas mágicas, personajes fantásticos y situaciones increíbles. Esas inspiradoras historias eran el refugio constante de un sollozante niño, y el regalo de un viejo y sabio hombre.


— Ven aquí, pequeño.


De manera suave y tersa, como si de tocar una delicada flor se tratara, el hombre acaricia los oscuros y tornasolados cabellos del pequeño, el cual, al sentir su robusta mano, logra finalmente controlar un poco su llanto. El jovencito no puede evitar sonarse la nariz mientras siente las lágrimas y el escurrimiento entremezclarse sobre su labio.


El hombre se postra frente al niño, dobla sus rodillas hasta quedar a su mismo nivel y con cuidado le limpia su enrojecido rostro. Sus mejillas se encuentran entumecidas y responden torpemente al suave tacto del viejo paño. El infante hace su mejor esfuerzo para reprimir el correr de las lágrimas, pero no puede evitar dar pequeñas zancadas al tratar de contener el dolor en su corazón.


Un profundo coraje se dibujó de manera fugaz en el viejo y arrugado rostro de aquel hombre al ver la pequeña espada de madera del niño tirada en el suelo. Esta se encontraba toda rota y astillada, divida en dos partes de manera violenta y mal intencionada. Todo en su semblante, desde su mirada hasta sus más discretos gestos se endurecieron y tensaron a causa de la ira y la frustración. Sin embargo, tan rápido como ese profundo coraje se formó, lo disipo. Este no era el momento para eso.


— Hijo mío, ¿Te gustaría usar mi espada?


El rostro del niño se ilumino al escuchar esas palabras. Por unos momentos pudo sentir una euforia increíble formarse en su corazón, sin embargo, rápidamente aquella pequeña gran emoción se convirtió en tristeza y miedo. En solo un instante, el jovencito subió y bajó la mirada, como si se sintiera culpable de siquiera haberse dejado llevar por la emoción. Triste ante tal realización, tartamudeó:


— Pero papá no quiere que lo haga. No le gusta para nada. Se va a enojar conmigo otra vez y... no quiero que le haga algo malo a tu espada también.


El viejo hombre suspiró profundamente. Le dolía ver al infante con tanta inseguridad, con tanto miedo de hacer algo que ama.


— Lo realmente malo seria que no fueses honesto a tus sentimientos y que por miedo no hagas lo que realmente amas. Tu nombre llorara si no eres honesto contigo mismo, solo por darle gusto a otros.


El niño alzó la mirada al escuchar las palabras del anciano. El viejo hombre, por su parte, le obsequió una suave y cándida sonrisa, además de un guiño juguetón y discreto.


— Será nuestro secreto. ¿Si?


El jovencito se sonó la nariz una vez más a la par que asintió con la cabeza. El viejo posó sus amplias y cansadas manos sobre los brazos del ahora más calmado infante. Dándole una suave palmada, hizo un gesto en dirección hacia la casa que se encontraba a sus espaldas. El cielo, tinto de tonos rojos, naranjas y escarlatas, indicaba la pronta llegada del ocaso, la hora de regresar. El niño asintió nuevamente y comenzó a caminar mientras el viejo recogía la espada rota.



— Abuelo, ¿puedes contarme otra vez la historia?


Al escuchar eso, el viejo alzó su mirada a la par que soltaba una reconfortante carcajada. Colocándose junto a su nieto, con una mano reposando en su pequeño hombro y la otra apuntando a la distancia, dijo:


— ¿Ves aquellas montañas? Aquellas donde nace el sol todas las mañanas.


El niño sacudió rápidamente la cabeza en señal de afirmación, ahora con una sonrisa de oreja a oreja y un brillo resplandeciente en los ojos. El anciano se sonrió ante tal animada afirmación y continuó:


— Muy bien. Pues ahí, entre las montañas y los bosques, en una tierra ahora perdida y olvidada, donde vivían individuos extraordinarios y monstruos tan espectaculares como escalofriantes...


Es ahí donde empieza esta historia, mi querido nieto.

[Touhou] Pluma y espadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora