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Cada grito de auxilio era una voz era conocida para Anastassia, cada una destrozaba su corazón con oleadas de ira y desesperación. Viendo la situación parte de la Guardia Alada que llegaba recibía la orden de intentar ayudar en las evacuaciones y pudieron hacerlo hasta que el número de Unidad de Rescate los superaba arrestándolos por obstrucción, aun así peleaban llevándose un buen golpe lo cual ponía orgullosa a Anastassia, que en esas distracciones intentaba deshacerse de sus ataduras pero las habían atado bien, el truco de la dislocación no serviria.

Los centenares de la Unidad de Rescate que supuestamente se encargaban de eso estaban divididos, en guardias para no permitir que nadie entrase al edificio que debían demoler con cuidado, en los rescatistas (que debían ser un par de docenas), y la unidad de demolición encargados de hacer que el edificio cayese sobre sí mismo.

Anastassia grito de dolor al escuchar la autorización de derrumbe, el comandante no tenía consideración por los suyos. Ella sabía que aún había tiempo, el edificio ni siquiera había empezado a torcerse, ahora civiles intentaban impedir que se cumpliese la orden, los pocos no apresados de Guardia Alada trataban que los enfrentamientos no desatasen caos, Anastassia observaba al comandante que mantenía un rictus en la cara pero los ojos estaban fijos en el conflicto y no en el edificio.

Algo filoso callo junto a su mano sin importarle las consecuencias empezó a cortar las ataduras, se cortaba pero no le importaba, mentalmente se estaba preparando para saltar al rescate de su gente cuando hubiese una apertura en la vigilancia, Tre noto ello y encontrando un segundo filo hizo lo mismo que Sangre de Hierro. Mientras trabajaban en estas mantenía su mirada al frente contemplando la formación de la tragedia y al comandante que se les acerco. Su máscara de piedra se transformó cuando sus subordinados le dieron la espalda, una asquerosa sonrisa apareció, disfrutaba del dolor que les impartía, un conde haciendo llorar a una marquesa, a Sangre de Hierro era de lo más delicioso.

Se le acero al oído con una voz gruesa y desgastada susurro al oído de Anastassia:

- Estas son las consecuencias de todo el caos que trajiste y lo que nos has robado- por poco esquivo el cabezazo de Anastassia.

Rescatistas y victimas aun salían cuando el comandante dio la orden de implosión, los gritos de los prisioneros fueron ahogados por las explosiones y el derrumbe que le siguió, una ola de ceniza lleno el espacio.

Furiosa Anastassia salto hacia la espalda del comandante tomándolo por sorpresa, apuñalo la gruesa espalda con el vidrio este grito pero nadie los veía debido al polvo quedo paralizado cuando el punzón de la mano de Anastassia se apoyó en su yugular.

- Mi turno de condenar- susurro ella a su oído. - ¡A mí, Guardia Alada!- grito pero los lamentos ahogaron la orden, el comandante trataba de negociar ella aumento la presión del arma para callarlo sintiendo cálido en los dedos, ¿Su sangre o la sangre del condenado? Difícil saberlo.

Al bajar la polvareda pudo ver a la figura de Tre moviéndose como un animal rabioso acuchillando a cada rescatista que los rodeaba.

- ¡Tre!-grito con dureza y por alguna razón este se detuvo en el acto. Ella también estaba impresionada de la autoridad obtenida con solo acomodar la voz como hizo solo el comandante- ¡Quédate a mi lado haremos un juicio público de este desgraciado!

Este se quedó parado donde estaba bañado en sangre, parecía un animal a punto de atacar y Anastassia temió que los matase, era increíblemente eficaz. La terrorífica imagen aumento cuando el joven sonrió, el comandante dominado por el miedo trato de escapar pero volviéndose una borrosa mancha Tre lo alcanzo en un segundo apoyando su puñal en al otro lado de su cuello, su rostro estaba endurecido y los ojos eran odio puro, simplemente le chisto y los tres comenzaron a caminar. La polvareda iba bajando mostrándoles a los prisioneros la situación alentándolos a librearse, uniéndose prontos a la movilización. Fueron tensos segundos en los que Anastassia no confiaba en nadie, le preocupaba que se dejasen llevar por sus emociones convirtiéndose en una turba violenta. Llegaron con la Guardia Alada que trataba de ayudar a heridos, en cuanto uno la noto diez se acercaron formado una pared protectora entre las víctimas y el acusado.

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