©ESCOLTA [P.J.M]

CAPÍTULO 2

— ELLA NO ES OBJETO—

Jae Min

    No podía evitar estar con un nudo de nerviosismo en el pecho y el estómago.

    Iba vestida con un traje negro correctamente planchado, con un peinado bien hecho, mi negro cabello recogido hacia atrás en un moño bajo que empezaba en mi cuello y la coleta me llegaba un poco más arriba de la cintura.

    Estábamos en la sala de reuniones del castillo.

    Era un lugar inmenso. Todo elegantemente decorado. Con artilugios carísimos y finos.

    En el castillo, habían cuadros de la familia real y también réplicas de destacados pintores. Habían estatuas modernas y otras bien viejas, pero perfectamente cuidadas.

  No dejé de observar curiosa cada cosa que pasaba por delante de mis ojos y Nam Joon me regañó con la mirada por ser tan indiscreta.

    El audífono que tenía en la oreja sonó. Apreté un botón en donde el mayordomo nos habló a Nam Joon y a mi. La realeza se encontraba a dos minutos de llegar.

   Bae Sang Go, era un cincuentón que llevaba 15 años sirviéndole a la familia real, desde sus treinta y tantos. Según Nam Joon una persona con sonrisa cálida, alguien profesional y amable.

   — Tranquila. —calmó Nam Joon mientras me ponía una mano en el hombro.

    Le miré y suspiré para después sonreírle.

   El pómulo de la puerta principal se abrió y nos dejó ver a dos personas. Una era el mayordomo principal Bae, luego los dos guardaespaldas de los reyes.

   La familia real no se hizo esperar y entró seguido a los  trajeados hombres. Primero el rey, después la reina y luego un precioso chico rubio con hermosas facciones.

    Le reconocí, era él, el príncipe Park Ji Min.

    Sus ojos, eran un poco pequeños y negros, su nariz perfilada, su mandíbula fina pero varonil, sus labios gordos, mullidos y rosados.

    Los tres vestían elegantemente. Bastante actuales para ser de la familia real. Los reyes se veían espectacular, sus pieles extremadamente pulcras y tersas.

   Enseguida Nam Joon y yo nos doblamos haciendo referencia hacia la realeza. El mayordomo habló.

   — Mi rey y reina. Ellos dos son los escoltas que pidieron. Quienes además se destacan en varias cosas más. Ganaron el concurso. Sin duda yo mismo me cercioré de que no hubiera nada sucio en ello. Y quedaron en los primeros puestos, con creces. —No tenía ni idea de que había estado presente en la competencia, y eso me sorprendió.

   Bae Sang Go, el mayordomo, me señaló.

    —Ella es Kang Jae Min, su principal especialidad es el combate de cuerpo, la defensa personal y maneja perfectamente cualquier arma de fuego. —señaló con educación entonces a Nam Joon— Él, se llama Kim Nam Joon y su especialidad principal es la artillería igualmente que la señorita Jae Min, es cinta negra en Karate y Taekwondo. Es licenciado también en tecnología electrónica y tecnología de armas.

     Me removí orgullosa y les miré. Sin sonreír, pero por dentro explotaba de orgullo gracias al resumen que había hecho el señor Bae sobre nosotros dos. No había duda que las capacidades que Nam Joon poseía eran increíbles. Es un genio.

   — Bien, chicos me alegra mucho que hayan sido ustedes los elegidos. Son increíbles —comentó la reina afablemente.

    — También me alegro. Felicidades y enhorabuena. —le siguió el rey.

    El príncipe no comentó absolutamente nada ya que su vista estaba enfocada en su teléfono celular.

   — ¿Como se llama la chica? —preguntó y bufé sutilmente al notar que no estaba prestando la suficiente atención.

    «Ya empezamos con el principito»

    — Mi nombre es Kang Jae Min, príncipe Park Ji Min. —agregué y volví a inclinarme.

   Lo vi levantar la vista, un poco curioso. Sus ojos me miraban expectantes.

   — Madre, padre. La quiero para mi.

    «Jae Min, finge que no escuchaste nada.»

   — Ji Min, cariño. Ella ya será tu escolta. No hace falta que la pidas para que te cuide. Pero de momento, Nam Joon será quien te escolte, la debe preparar algunas cosas aún y establecerse para poder ser tu escolta definitivo. Y no es un objeto. Se cordial.

   El resopló tras la respuesta de su madre  y nos dejó a todos ahí.

   El rey nos miró con una sonrisa avergonzada.

   — Perdónenlo, aún está molesto porque no quiere a nadie escoltándole.

    Asentimos al unísono y después de despedirse nos dieron la espalda.

    — Ustedes vendrán conmigo, les enseñaré el castillo completo para que no se pierdan, luego los dejaré en sus respectivas habitaciones para que por hoy descansen. Mañana será un día agotador, hay rueda de prensa.

    — Muchas gracias. —dije y salimos de la sala de reuniones para comenzar a dar un tour por el castillo.

 

Quizás, se les haga algo lento. Pero esto es poco a poco. Aquí hay mucha diversión. Se los aseguro. Otro capítulito.