3. Enredos de Desconfianza

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El eco de las discusiones estratégicas resonaba en la sala de reuniones, donde los Moretti se enfrentaban a la realidad de una alianza incierta con los Russo. Isabella, flanqueada por sus subordinados y Dominic Russo, delineaba los detalles del acuerdo mientras el murmullo constante de voces escépticas llenaba la habitación.

—Isabella, ¿realmente crees que podemos confiar en estos Russo? —preguntó Marco, uno de los lugartenientes de confianza de la familia.

—No confiaré en nadie más que en nosotros mismos —intervino Salvatore, otro miembro destacado, expresando la duda que flotaba en el aire.

Isabella, con una mirada férrea, respondió: —No es sobre confiar. Es sobre sobrevivir. Con o sin los Russo, enfrentamos una amenaza común.

Sin embargo, los murmullos y las miradas de incredulidad persistieron. Fue entonces cuando Alessio, el más escéptico de todos, tomó la palabra.

—Una mujer al mando, ¿de verdad crees que puede manejar esta alianza? —la duda en su voz era palpable.

Isabella, sin pestañear, deslizó la mano hacia la pistola en su cinturón y la colocó sobre la mesa. La sala se sumió en un silencio sepulcral.

—Alessio, tus palabras son peligrosas. No subestimes mi capacidad para liderar. Si hay alguien más que dude de mis habilidades, puede irse ahora mismo.

La sala se llenó de miradas incómodas, pero nadie se movió. Fue entonces cuando Isabella, con un destello de determinación en sus ojos, dirigió su atención a Marco.

—Marco, ¿tienes alguna duda?

Marco, luego de un breve momento de reflexión, respondió: —Confiamos en ti, Isabella. Estamos aquí por la familia.

La tensión se disipó momentáneamente, pero la desconfianza seguía flotando en el aire. Isabella, decidida a establecer su autoridad, se dirigió a todos.

—Estamos en esto juntos. Las dudas solo nos debilitan. Es hora de centrarnos en el verdadero enemigo.

La sala se sumió en un silencio sepulcral cuando Dominic, con seriedad marcada en su rostro, comenzó a relatar la historia del misterioso mafioso que amenazaba con desmantelar sus imperios.

—Su nombre es Giovanni Lombardi, conocido por su astucia y crueldad. Se forjó en las sombras, surgido de la tragedia que arrasó con su familia. Fue testigo de cómo sus padres, sus hermanos, todos fueron asesinados frente a sus ojos. El dolor lo consumió, y en su sed de venganza, se convirtió en el monstruo que hoy conocemos.

Las miradas en la sala se entrecruzaron, cargadas de compasión y horror ante la tragedia que Giovanni había vivido. Isabella, con su mente analítica, se apresuró a señalar los pros y contras de esta nueva amenaza.

—Por un lado, su sed de venganza lo hace ciego y predecible. Podemos manipular sus emociones para nuestro beneficio. Pero, por otro lado, su determinación también lo hace peligroso y difícil de controlar.

Dominic, con el ceño fruncido, intervino: —Propongo que enviemos a algunos hombres a infiltrarse en sus tierras. Necesitamos obtener más información sobre sus movimientos, debilidades y aliados. Conocer al enemigo es la clave para vencerlo.

El murmullo de aprobación se mezcló con susurros inquietos. Los Moretti y los Russo, ahora aliados por necesidad, se enfrentaban a un enemigo común que amenazaba con devorar sus legados criminales.

Isabella, mirando fijamente el mapa estratégico, concluyó: —Vamos a aprovechar su ceguera por la venganza. Pero necesitamos ser cuidadosos y mantenernos un paso adelante. No subestimemos la ferocidad de un hombre impulsado por el dolor.

Destinos Entrelazados: Amor en la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora