4. Revelaciones Oscurecidas

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La sala de estrategia quedó sumida en un silencio sepulcral después de la revelación de Isabella. Los ojos de todos estaban puestos en Dominic, cuyo semblante reflejaba una mezcla de incredulidad y dolor. Isabella, a pesar de ser su enemiga, no pudo evitar sentir una extraña empatía hacia él.

—¿No lo sabías? —preguntó Isabella con cautela, rompiendo el silencio.

Dominic, con gesto sombrío, negó con la cabeza. La confusión y el dolor nublaban sus pensamientos. Voces lejanas resonaban en su cabeza, gritos, sollozos, imágenes borrosas que se resistían a tomar forma.

—No... no sabía nada de esto. Mi padre nunca mencionó... —sus palabras se desvanecieron en un murmullo de incredulidad.

Isabella, sintiendo una extraña combinación de sorpresa y empatía, se acercó a Dominic con cautela.

—Es extraño. Tu padre nunca se jactó de sus acciones. Siempre pensé que eso era lo que los mafiosos hacían, fanfarronear de sus hazañas.

La mirada de Dominic se perdió en el vacío, mientras los recuerdos turbios luchaban por emerger en su mente. Isabella, aunque instintivamente su enemiga, podía ver la tormenta emocional que se desataba dentro de él.

—¿Recuerdas algo, Dominic? —preguntó Isabella con precaución, consciente de que la verdad podía ser más dolorosa de lo que ambos podían imaginar.

Dominic, agarrándose la cabeza como si intentara contener el maremoto de memorias, murmuró entre dientes: —Voces... gritos... algo está ahí, pero no puedo...

Mientras tanto, en otro rincón de la sala, los estrategas continuaban discutiendo la operación de infiltración.

—Tenemos que obtener información sobre Lombardi. Cada detalle cuenta —instó Marco, uno de los lugartenientes de Isabella.

Alessio, aún incrédulo por la revelación, aportó su opinión con sarcasmo: —Parece que tenemos más en común con los Russo de lo que pensábamos. Ambas familias están llenas de secretos oscuros.

Isabella, consciente de que la colaboración era esencial, asintió. —Sí, pero no permitiremos que esos secretos nos destruyan. Necesitamos respuestas, y Lombardi es la clave.

Mientras los estrategas debatían sobre tácticas y la operación de infiltración tomaba forma, Dominic, aún lidiando con su tormento interno, se retiró a un rincón apartado. Isabella lo observaba con una mezcla de interés y preocupación, consciente de que esta revelación había alterado el equilibrio ya frágil entre ellos.

La sala de estrategia se llenó de conversaciones tensas y reacciones variadas. Las alianzas se entrelazaban con los oscuros hilos del pasado, tejiendo una narrativa cada vez más compleja en la trama del submundo criminal. En ese momento, todos estaban a punto de enfrentarse a las revelaciones que amenazarían con cambiar el curso de sus destinos entrelazados.

Mientras tanto, Dominic, envuelto en los ecos turbios de recuerdos que se deslizaban como sombras en su mente, vislumbró la presencia de dos mujeres y un hombre en medio de un bosque insondable. La realidad se disolvía en un lienzo de confusión y borrosidad. Se hallaba recostado bajo lo que parecía ser un tronco envejecido, su refugio precario que lo ocultaba como una presa acechada por el peligro.

Una sensación escalofriante se deslizó por sus venas, impregnándolo de un miedo visceral. En el instante siguiente, un hombre corpulento, con una estatura imponente de casi 1.90 metros, surgió de entre la penumbra del bosque. Aunque Dominic no lograba reconocer al imponente extraño, un grito ahogado se quedó atrapado en su garganta al presenciar cómo aquel individuo, en menos de 5 segundos, arrebataba la vida del hombre que acompañaba a las mujeres.

Destinos Entrelazados: Amor en la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora