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Jaemin se sentía demasiado inquieto, no sabía la razón, pero algo dentro de él sabía que no significaba nada bueno. Sentado frente a la chimenea de su hogar compartido con su alfa, Jeno, comenzó a morder sus uñas y jalar suavemente su cabello. Había pasado ya una hora desde que recibió un último mensaje de Jeno indicando que llegaría pronto a casa, pero este no aparecía, ni tampoco atendía sus llamadas.

Eternos minutos después, quizá unos 40, más o menos, el teléfono sonó sacándolo de sus pensamientos. El corazón se le aceleró tanto que incluso creyó podría salirse de su pecho. Se tranquilizó lo más que pudo y atendió con una voz suave.

—¿Bueno?
—Buenas noches, ¿es usted Na Jaemin?— La voz que respondió era demasiado grave para su gusto, incluso le asustó. 
—Buenas noches, s-sí.
—No se asusté ¿bien?, el joven Lee Jeno sufrió un accidente automovilístico, está en camino al hospital ahora mismo.

¿Cómo esperaba que no se asustara?, debías ser o muy fuerte o muy despreocupado para eso, sin embargo, se reservó sus pensamientos. Pidió la dirección y colgó la llamada. Se abrigó y tomó las llaves de su auto para salir lo más rápido posible y por fin ver a su alfa. 

Para su suerte era alguien muy independente. Tiempo atrás era muy dependiente de su familia llena de alfas, sí, agradecía su ayuda y que prácticamente le resolvían la vida, pero sabía que no siempre seria así, lo mejor que pudo hacer fue por fin valerse por sí mismo. En casos como este lo mejor era actuar rápidamente sin tener que estar a expensas de alguien más.

Condujo sin despegar la vista del camino, inevitablemente algunas lágrimas salieron de sus ojos ensuciando su bonito rostro, no le prestó más atención y se dijo a si mismo que no había de qué preocuparse, Jeno era alguien muy fuerte y valiente, podría salir adelante de cualquier cosa.  

Al llegar al hospital se dirigió a la recepción a preguntar por su alfa, tuvo que esperar algún tiempo más hasta que algún médico encargado le diera información. El olor a preocupación y miedo era demasiado fuerte, era bastante el contraste entre este olor y el que normalmente tenia, a durazno y caramelo, nada empalagoso. El lobo de Jaemin lloraba, quería acurrucarse con su alfa y que le dijera que todo estaría bien, como lo hacía cada noche antes de irse a dormir. 

Por fin salió una doctora, al verla se dirigió a ella, una beta quien evitó lo más que pudo el olor tan fuerte y agobiante que traía el omega. 
—¿Cómo está Jeno?
—Está fuera de peligro. Sufrió algunas heridas físicas, pero ya las tratamos, lo realmente preocupante es que golpeó muy fuerte su cabeza. Debemos esperar a ver su reacción, pero es posible que sufra amnesia temporal, o permanente, no es posible saberlo aún. — explicó en tono suave la beta. 
—Eso significa que no está todo perdido, ¿verdad?
—Podría decirse. Tranquilo, estará bien. — le mostró una sonrisa sincera que agradeció Jaemin. 
—¿Puedo verlo?
—Adelante, solo que está sedado y probablemente no despierte hasta dentro de varias horas. 

Jaemin asintió y se dirigió a la habitación que le indicaron. Entró en silencio y con mucho cuidado. Vio a Jeno y quiso llorar, sabía que debía estar tranquilo, pero aun así se sentía sensible. Era difícil verlo con todos esos golpes y heridas en su rostro y cuerpo tan lindos. Se acercó lo suficiente para aspirar el olor de su cuello, olía a lavanda. Dejó un pequeño beso en la punta de su nariz y sostuvo sus manos entre las suyas. 

—Te extrañé mucho— comenzó a hablar, aunque sabía que nadie lo podía escuchar. —La doctora dijo que podrías perder la memoria, no te dejaré solo si eso pasa. ¿Sabes?, yo recuerdo la mayoría de las cosas de ambos, de algo servirá. Te quiero tanto que haría cualquier cosa, incluso sería un alfa, un caballero para ti. 

Jaemin se quedó un buen rato más brindándole mimos y palabras de aliento a su alfa. Esperaba que todo saliera bien, incluso si no era así encontraría la forma de tener soluciones, porque estaba enamorado y sabía que el destino nunca se equivocó en elegir al alfa tan bonito y algo desastroso que era Jeno como su destinado.