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En perspectiva, era una buena idea.

—Mira eso, Mingyu —Wonu bufó por lo bajo, casi ofendido—, solo los raros se declaran el 14 de febrero en público con una cartulina y todo —murmuró mirando con desagrado la escena que se desarrollaba a unos metros de ellos, donde un muchacho casi temblaba sosteniendo en una mano una cartulina, y en la otra un ramo de flores que ofreció a la chica frente a él—, lo único que hacen es humillarse y obligar a la persona a aceptar por presión social, ¡se nota que la chica no quiere!

Y había que aceptarlo, la chica parecía querer huir corriendo de ahí, pero cada vez recibía más espectadores que le hicieron terminar asintiendo cabizbaja, siendo de inmediato envuelta en un incómodo abrazo por, al parecer, su nuevo novio.

Mingyu tragó con un poco de dificultad.

—S-si... Muy incómodo.

El alto muchacho miró hacia atrás, donde Hoshi, Seokmin y Seungkwan estaban listos para salir detrás del árbol en donde estaban escondidos. Les hizo una seña desesperada, pidiéndoles parar, viendo como jadeaban con indignación, e incluso si no hablaban podía escuchar como telepáticamente le gritaban por todo el tiempo que le ayudaron a decorar la cartulina con la frase "¿Quieres ser mi novio?".

En serio, había sido una buena idea.

Hace tres días había comenzado su plan de hacer la mejor pancarta de declaración, usó los colores favoritos de Wonwoo (azules y verdes), hizo unos lindos dibujos, y ocupó muchos brillos que seguro jamás desaparecerían de su cuarto. Había preparado una tarta para la ocasión, conseguido esa linda canción para poner en un parlante, y su trío de amigos aportó a cambio de invitarles a comer a fin de mes. Aquel día era 14 de febrero, el romanticismo se veía por todos lados, y por supuesto invitó a Wonu a salir.

No contaba con que verían otra declaración de amor que le haría descubrir que, al parecer, eran unos raros los que se declaraban así.

Realmente, jura que creyó que era una buena idea.

—Uh, ¿Qué pasa, Gyu? —Wonwoo volvió su mirada a él, viendo preocupado como su cita, quien hace quince minutos estaba que saltaba de la emoción por tenerle una sorpresa, ahora parecía un cachorro pateado (imagen no apta para su corazón).

Kim alzó su cabeza, y aunque no lo deseaba estaba haciendo pucheros. Realmente, en serio se había esforzado haciendo aquella declaración, y no era por las horas invertidas, había creído que Wonwoo iba disfrutar de ella, y ahora... Ahora...

—Mingyu, ¿Estás llorando?

Sorbiendo su nariz se levantó de golpe ante la mirada anonadada de Jeon.

—T-tengo que ir a ver si están bien los patos.

Wonwoo quedó anonadado viendo como su cita se levantaba y caminaba (o corría, mejor dicho), lejos de él.

—Qué diablos —murmuró para sí mismo—, ¿patos...?

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Confesiones de amor [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora