Capitulo 1

254 22 1
                                    

Apo lo vio en cuanto entró en el salón de actos de Londres donde iba a celebrarse la conferencia sobre publicidad. No era difícil distinguir a Mile PhakPhum, era el que siempre estaba rodeado por mujeres y hombres que babeaban por el. Medía algo más un metro noventa, le sacaba la cabeza a todo el mundo y era guapo como para parar un tren… y el corazón de cualquiera.

Sin embargo, esa vez, sin que sirviera de precedente, también se permitió babear un poco. Lo odiaba con toda su alma, pero eso no significaba que no pudiera admirar algunas cosas suyas; su cuerpo  sus poderosas piernas, su  espalda, sus burlones ojos negro…
Aunque había otras cosas que no podía soportar. Si hubiese una Academia de la Arrogancia, Mile PhakPhum sería el primero de la clase.
Él, como si se hubiese dado cuenta de que estaba mirándolo, giró la cabeza hacia el y arqueó ligeramente las cejas. Apo se alegró de no sonrojarse fácilmente cuando lo miró con indolencia de arriba abajo.

Luego, esbozó una sonrisa que hizo que sintiera un escalofrío por todo el cuerpo. Fue la sonrisa de un conquistador, de un hombre que sabía lo que
quería y cómo iba a conseguirlo.
Se zafó de su séquito de admiradoras y se dirigió directamente hacia el. Nattawin sabía que debería darse media vuelta y salir corriendo antes de que lo alcanzara, pero no consiguió que se le movieran los pies. Era como
si lo hubiese congelado con la autoridad imponente de sus ojos negros. Siempre intentaba evitar quedarse a solas con él porque no estaba seguro de que pudiera contenerse de no darle una bofetada o no arrojarse en sus brazos. No entendía por qué él, precisamente él, tenía ese efecto en el.
Era demasiado seguro de sí mismo, demasiado atractivo, demasiado refinado, demasiado todo.

Mile se quedó a medio metro de el, lo bastante cerca como para que pudiera captar el olor cítrico de su loción para después del afeitado y para que pudiera ver el brillo burlón de sus ojos.
–Buenos días, Señor Nattawin .
Le hirvió la sangre por su tono fingidamente cortés, se puso muy recto y apretó los labios.

–Parece que tienes la vida amorosa resuelta durante un mes.
Nattawin desvió la mirada, con un aire desdeñoso, hacia el grupo de mujeres que acababa de abandonar.
Él sonrió más todavía y el brillo de sus ojos fue tan intenso que le vibró algo por la espina dorsal.

–Me ofendes. Podría ocuparme de todas ellas en una semana.

Tenía una voz grave y profunda, el tipo de voz que hacía que pensara en sábanas revueltas, cuerpos sudorosos, respiraciones jadeantes, anhelos primitivos…

El tipo de anhelos que el había dejado a un lado durante meses, y que seguiría dejando a un lado… o que lo intentaría. Algo que no resultaba fácil cuando Mile era
tan sexy y lo tenía al alcance de la mano.
Estar con él hacía que se sintiera alterado. Su sangre fría habitual dejaba paso a unas ganas irrefrenables de abofetear esa impecable cara y de soltarle una ristra de obscenidades. Levantó la barbilla un
poco para aguantarle la mirada sin parpadear.

–Me pregunto si tendrás una puerta giratoria en el dormitorio. Mile pasó a mirarle la boca y su media sonrisa le produjo otro escalofrío por todo el cuerpo.

–Puedes comprobarlo cuando quieras…

Nattawin se agarró a la correa del pantalón para hacer algo con las manos y el corazón le dio varios vuelcos como si fuera Un caso grave de arritmia.

–¿Eso te da resultado? –le preguntó Apo en un tono gélido.

–Siempre –contestó él con esa sonrisa indolente que le producía un Cosquilleo en la nuca.

Nattawin podía entender por qué tenía fama del playboy, era el atractivo personificado en cada centímetro de su fibroso cuerpo, pero el se resistiría aunque le fuera la vida en ello. Esbozó una sonrisa con los labios Apretados.

–Bueno, te dejaré que vuelvas con tus ávidas admiradoras y admiradores…

Nattawin empezó a darse la vuelta, pero él lo agarró con delicadeza de la muñeca y sintió una descarga eléctrica.
Él retiró la mano al cabo de un par de segundos, pero le quedó una sensación ardiente en todo el brazo.

–"Esperaba ver a tu padre, aunque a lo mejor se me ha escapado entre la multitud –Mile giró la cabeza antes de volver a mirarlo–.

--"El otro día me mandó un mensaje para que tomáramos un café juntos."

Nattawin no podía imaginarse qué tenían en común su padre y Mile, aparte de que los dos dirigieran una agencia de publicidad. En cuanto a que tomaran un café… Ojalá su padre solo fuera adicto a la cafeína. Todo el mundo sabía que tenía un problema con la bebida, se había puesto en
evidencia muchas veces a pesar de los esfuerzos de el para que no perjudicara a la empresa, Brackenfield Advertising era todo para el, era su profesión y a lo que había dedicado todo su esfuerzo. Haría cualquier cosa para mantenerla por el buen camino aunque algunas veces le costara dominar a su padre. En ese momento, su padre estaba en casa con resaca, y no por haber bebido
demasiado café.

–Mi padre está… trabajando en casa.

–Entonces, podríamos tomar un café nosotros.

–Estoy ocupado –Nattawin levantó la barbilla con los ojos entrecerrados.
"No sabía que mi padre y tú fuerais amigos del alma.
Él hizo una mueca enigmática".

–Los rivales en los negocios pueden ser amigos, ¿no.

–No según mi manual.

Nattawin se acarició la muñeca con fastidio. Estaba seguro de una cosa, no sería nunca amigo de Mile PhakPhum.
Era un impostor y no quería volver a saber nada más de los impostores. Se bajó la manga para taparse la muñeca. Hacía meses que no lo tocaba un hombre. ¿Por qué le había alterado tanto el contacto de Mile?.

No podía negar que era increíblemente atractivo. Era alto, atlético, banco de piel y ojos negro azabache cabello negro…  Era un empresario que había empezado de cero, sofisticado y refinado. Era inmensamente rico y, en ese momento, iba vestido de manera informal, como casi todos los asistentes. Llevaba un jersey de algodón de cuello redondo que resaltaba su espalda, pecho y hombros y unos pantalones azul marino que realzaban sus piernas largas y fuertes. Sin embargo, aunque parecía informal, era muy estricto con los negocios. Era implacable y cerraba operaciones que hacían que a Nattawin le corroyera la envidia.

 Era implacable y cerraba operaciones que hacían que a Nattawin le corroyera la envidia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Otras novelas mía...

Una noche En Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora