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Recomiendo escuchar: Is it love - Loreen

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La fría brisa de la noche golpea sus mejillas y mece los largos mechones de cabello que han escapado de su coleta, la cual no se ha molestado en arreglar en ningún momento desde que llegó ahí.

Le da una calada a su cigarrillo y mantiene el humo en su boca por un par de segundos antes de expulsarlo, dejando que el aire lo lleve consigo lejos de él. Los rayos del sol comienzan a verse a lo lejos, asomándose apenas mientras poco a poco pintan el cielo de colores pasteles.

El suave sonido de los pocos autos que empiezan a transitar en las calles de Seúl se ve opacado por el chasquido que hace la puerta de la terraza al cerrarse, previo a que unas pisadas pesadas rompan el silencio y calma del lugar.

Minhyuk no se inmuta; sabe quién es el recién llegado y, aunque continuamente prediquen su deseo de asesinarse el uno al otro, sabe que él no lo matará ahora… no de esta manera.

—Minhyuk, ¿Estás bien? —pregunta, sentándose a su lado en el bordillo de la terraza.

—Lo estoy —murmura dando otra calada antes de apagar el cigarrillo con la grava a su lado y expulsar el humo—. Creí que ya estarías de regreso en la agencia, ¿Qué haces aquí todavía Dongmin?

—No podía irme sin saber cómo estabas —admite Dongmin.

—Estoy bien, Lee, ya no soy un niño de 10 años que no sabe controlarse ni qué es lo que le pasa, no necesitas vigilarme o cuidarme cómo si lo fuera —declaró molesto.

El más alto no habló de inmediato, en su lugar tomó el mentón de Minhyuk entre sus dedos y lo hizo mirarlo por primera vez desde su llegada.

—Lo sé, Minhyuk —dijo con voz calma—. Sé que ya no eres un niño, pero lo que pasó hace rato no puedo solo ignorarlo y no preocuparme por ti.

Minhyuk sintió su pecho oprimirse, pero lo ignoró y con un manotazo alejó la mano de Dongmin, regresando su mirada al amanecer que podía observarse a la distancia. El detective lamió su labio inferior mientras una pequeña sonrisa se pintaba en su rostro.

—Minhyuk, solo estamos tú y yo, puedes ser sincero conmigo, no se lo contaré a nadie —dijo tras un corto silencio—. Puedes confiar en mí, no me iré de tu lado.

—Mentiroso —escupió con ira y odio contenido.

—Minhyuk

—No Dongmin —interrumpió, mirándolo de nuevo—. No me vengas con esa mierda de que no te irás cuando ambos sabemos que no es verdad. Ni siquiera necesito de tu habilidad para reconocer la mentira en tus palabras —rió sin gracia.

El mafioso se levantó y caminó en sentido contrario a dónde el detective se encontraba, importándole en lo más mínimo continuar en el borde del tejado de aquel monumental edificio. Dongmin exhaló con pesadez y, al igual que Minhyuk, se levantó para caminar hasta dónde se encontraba el de menor estatura, pero antes de que pudiera decir tan solo una palabra Minhyuk volvió a hablar.

—Déjame preguntarte algo.

—Adelante.

Minhyuk se detuvo y se dio la vuelta para enfrentarlo.

—¿Por qué? —cuestionó y Dongmin frunció levemente el entrecejo, interrogante—. ¿Por qué no me preguntaste ese día si quería ir contigo en vez de solo desaparecer?, ¿Acaso yo era tan poco importante para ti que podía ser solo descartado así de fácil?

A pesar de que sentía como cada una de las palabras dichas le quemaban la garganta y el pecho, Minhyuk trató de mantener su voz lo más firme posible, prohibiéndose a sí mismo mostrar una sola pizca de dolor frente a Dongmin.

—Creí que te negarías a irte… La mafia se había convertido en tu hogar y

Minhyuk rió con ironía, sin una pizca de gracia, dando un paso más cerca de Dongmin.

—Mi hogar estaba a tu lado, y tú solo te fuiste sin mirar atrás —declaró—. Me abandonaste, al igual que todos antes de ti, estúpido bastardo —enterró un dedo en su pecho para reafirmar cada una de sus palabras—. No obstante, aún no me dices la verdadera razón.

—Minhyuk

—¿Por qué no me preguntaste ese día? —repitió con firmeza.

Dongmin mordió su labio, pensando en qué decir. Por primera vez en mucho tiempo (casi toda su vida), no sabía qué responder ni cómo hacerlo y se sentía completamente acorralado.

—¡¿Por qué Dongmin?! ¡Responde de una maldita vez!

—¡No lo hice porque no estaba listo para ver el arrepentimiento en tu mirada si es que aceptabas! —gritó—. ¡Acababa de morir Sanha y yo solo quería huir de aquí! No estaba listo para que me miraras con pena y después te arrepintieras de seguirme, sin posibilidad de volver a aquí, a la mafia o a cualquier otro lugar —confesó sintiendo sus ojos escocer por primera vez en sus 22 años de vida—. Eres la única persona que es totalmente sincera conmigo, la única a la que puedo mirar a los ojos y confiar en que no encontraré ni una sola mentira en sus ojos, así que no quería arriesgarme a perder eso, a perder tu sinceridad. Por eso no te pregunté si traicionarías a la mafia y te irías conmigo.

El silencio se adueñó del ambiente y ninguno de los dos fue capaz de hablar durante algunos minutos que se sintieron eternos.

Dongmin tragaba saliva constantemente, tratando de deshacerse de aquel incómodo nudo en la garganta, mirando de vez en cuando el cielo anaranjado por el amanecer. Minhyuk, por su parte, pensaba en qué hacer, qué decir o cómo reaccionar ante su confesión, pero sobre todo ante aquella muestra de sentimentalismo de Dongmin.

—Tsk —chasqueó la lengua—. Maldito chibi, yo venía a ver cómo estabas no a que me interrogaran por algo que pasó hace 4 años —bufó y bajó la vista para cruzar miradas con Hyuk, fingiendo que hacía tan solo unos minutos no había estado a punto de romperse.

—Maldito bastardo, te odio —gruñó, desviando la vista hacia el horizonte mientras tomaba la mano de Dongmin y entrelazaba sus dedos en señal de consuelo.

Del mismo modo en que él solía hacerlo años atrás cada que perdía el control de su habilidad y las voces se volvían tan fuertes e insistentes en su cabeza que le eran difíciles de ignorar.

Dongmin sonrió con sincera felicidad y le dio un apretón a sus manos unidas, llamando la atención del mafioso. Cuando este lo miró, Dongmin se inclinó y capturó sus labios en un beso lento, uno que contenía más de mil sentimientos y promesas que, nadie más que ellos, podrían conocer.

«Sin importar dónde estemos, siempre estaremos destinados a encontrarnos y amarnos. Te lo prometo.»

Partners in crimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora