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Recomiendo escuchar: Shameless - Camila Cabello

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𝟑

Entraron al penthouse de Minhyuk minutos después de que el sol se colocara en lo más alto del cielo, dando fin a un bello y colorido amanecer que había iluminado aquella oscuridad que se había instaurado en ellos.

Sin mediar palabra ni romper la unión de sus manos, ambos se dirigieron a la habitación de Minhyuk, donde, inmediatamente después de cruzar el umbral, se unieron en un beso dulce y lento, uno que era la continuación de aquel que compartieron en la terraza.

A pesar de la naturaleza de su relación y sus constantes muestras y discursos de odio mutuo, los besos y caricias que durante años habían compartido siempre eran delicadas y amorosas, repletas de esa calidez que les hacía falta cuando estaban distanciados.

La ropa poco a poco fue desapareciendo de sus cuerpos, esparciéndose por el suelo de la habitación sin que a ellos les importara.

Volvieron a besarse momentos después de que la última prenda de Minhyuk desapareciera en alguna parte del cuarto, Dongmin lo recostó suavemente en la enorme cama y apoyó parte de su peso en sus brazos, evitando aplastar al mayor debajo suyo.

—¿Quieres hacer esto? —susurró Dongmin sobre sus labios tras alejarse para respirar.

—Quiero —respondió Minhyuk—. Lo quiero, te quiero, desde hace mucho tiempo —añadió decidido, sus ojos marrones brillaron en la oscuridad cuando cruzaron miradas, su sinceridad era pura.

Dongmin sonrió, no necesitaba ver sus ojos para estar seguro de ello, para confiar en que Minhyuk no le mentía. Podría tenderle alguna trampa o fastidiarlo cada que debían enfrentarse a alguna misión, pero nunca en esos 7 años que llevaban de conocerse, nunca le había mentido.

Por eso y más, no temía confiarle su vida en cada misión que tenían. Minhyuk era la razón principal por la que cada uno de sus intentos de suicidio siempre resultaban fallidos y eran estúpidamente absurdos: no quería morir sabiendo que Min se quedaría solo.

El mayor acarició los brazos del detective por encima de las vendas que los cubrían para atraer su atención en el instante en que notó su mirada perdida.

—Dongmin —susurró con suavidad—. Estoy aquí, ¿Está bien? Enfócate en mí, en nosotros —acunó sus mejillas y besó sus labios fugazmente.

El detective asintió, dejando atrás todos sus pensamientos. Minhyuk lo atrajo nuevamente a sus labios comenzando con otra ronda de besos lentos que poco a poco aumentaron su intensidad acompañados de caricias suaves y cálidas.

Fue solo cuestión de tiempo para que Dongmin se hiciera paso entre sus piernas mientras sus labios se deslizaban por su cuello y sus dedos preparaban su entrada para recibirlo instantes después.

Dio una primera estocada antes de iniciar un ritmo constante y rápido, motivado por los gemidos del mafioso en su oído. Dongmin bajó por su pecho y besó la piel morena de Minhyuk, disfrutando de los estremecimientos del chico debajo suyo y aumentando la velocidad de su cadera.

—Minhyuk —jadeó el menor, sintiendo un leve ardor en su espalda a causa del nombrado que enterraba sus uñas en ella.

Continuaron con aquel vaivén adictivo y placentero por unos minutos más hasta que ambos llegaron a su orgasmo entre besos y caricias.

Al terminar, Minhyuk se acurrucó en el pecho desnudo de Dongmin, quién de inmediato lo abrazó de la cintura, atrayéndolo más cerca suyo, mientras los dedos del mayor dibujaban pequeños garabatos en su piel y lo hacían sonreír.

—Te amo —susurró Minhyuk sin detener sus dedos.

Dongmin dibujó una pequeña sonrisa en sus labios y besó su cabello, lo que atrajo su atención, inclinándose para mirarlo.

—Al fin lo admites, después de 7 años —bromeó Dongmin, riendo por el manotazo que recibió en el pecho.

—Me retracto, maldito bastardo, te odio.

Una grave y baja carcajada hizo su pecho vibrar y Minhyuk se fascinó con aquel sonido.

—Te amo, Minhyuk —declaró tras un corto silencio—. Te amo tanto que no tengo palabras para explicarlo sin que creas que te estoy mintiendo o que solo exagero —besó fugazmente sus labios, haciendo sonreír al mafioso—. Y lamento no llevarte conmigo esa vez, lamento dejarte solo aquella noche después de todo lo que pasó en la misión, perdón por desaparecer 4 años sin dejar rastro.

—Min…

—Espera, déjame terminar —pidió suavemente—. Lamento mucho haber tomado aquella decisión sin consultarte o sin preguntarte si querías acompañarme, pero me estaba hundiendo en la oscuridad y la muerte de Sanha fue mi último impulso para vivir. Sin embargo, nunca dejé de amarte y durante mucho tiempo deseé poder encontrarnos para poder abrazarte y tenerte en mis brazos aunque solo fueran unos segundos —confesó y apretó los labios un instante—. Minhyuk, eres la razón por la que sigo aquí, la razón por la que ni siquiera me esfuerzo por qué mis intentos sean fatales. Tú eres la luz que ilumina toda la oscuridad que rodea mi vida, por eso y más te amo.

El silencio reinó en el lugar apenas terminó su confesión; siendo sincero Dongmin nunca se había sentido tan nervioso como en ese momento, ese en el que había decidido ser sincero y abrirse a la persona más importante para él. Temía por su respuesta.

Pasaron unos cuantos segundos antes de que Minhyuk lo atrajera a su rostro y capturara sus labios, en un beso parecido al que se dieron en la terraza. Uno repleto de sentimientos que de inmediato dio paso a la repetición de aquel acto íntimo entre ellos.

El silencio fue reemplazado por gemidos y el chasquido de pieles chocando, creando una melodía única que nadie más que ellos conocía. Se amaban y nadie podría cambiarlo.

Aunque las heridas del pasado aún no sanaban por completo, al fin habían podido cicatrizar y pronto solo serían un recuerdo más en sus pieles, oculto por un par de guantes de cuero o un mar de vendas blancas.

«Gracias por convertirte en mi luz cuando más lo necesité. Por ti aprendí que no era solo una flor de la oscuridad que muere con la luz. Gracias por amarme.»

Partners in crimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora