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— Despierta, ¡Despierta! — Fregoso me sacude- ¡A la cocina ahora!.
— ¿Ah?, ¿Qué? — cuestiono adormilada — Pero, la lavandería...
— Hoy olvídate de la lavandería. Ha llegado huésped nuevo.
Ay no..., otro esclavo; querrá decir
— Y necesito que prepares algunos platillos, ¡Lo que sea que te pida, ¿entendido?!. Así que baja ahora mismo. — Ordena, clavándome la mirada antes de retirarse.
Observo por la ventana, donde el sol ni siquiera ha comenzado a asomarse entre las montañas. Miro el reloj de la pared y son 5:15 AM.
Que sorpresa ver qué consigan a alguien a primeras horas para este lúgubre lugar, pero sin duda deben ser los momentos predilectos de esos brujos para atrapar a las pobres e incautas almas.
Me alisto lo más rápido que puedo y al salir, miro a la puerta de Willy cómo es mi costumbre. Me entristece no poder acompañarlo a las ventas está vez, pero al pensar en lo que Noodle le aconsejó sobre intentar volver a besarme, me pone nerviosa de pies a cabeza.
Bajo las escaleras con rapidez, aún intentando despertarme completamente pero a medio descenso me encuentro con una chica de aspecto distinguido.
— Buenos días, señorita — me saluda con una sonrisa educada
— Hola, buenos días señorita — devuelvo de igual manera
Siento una enorme pena por ella. Muestra ser una persona de recuersos, pero sin duda Fregoso le exprimirá hasta el último centavo.
A punto de intentar advertirle, la terrible mujer se planta abajo en las escaleras con brazos cruzados y un rostro amenazante
— Mi nombre es Lopelia Grumbridge, un placer. — la miro de vuelta, ignorando a mi vigilante, abajo
— El placer es mío, señorita Grumbridge. ____, ____. Cocinera de este lugar
Y me encantaría decir que esclava
— ¿En qué puedo servirle hoy? — pregunto, esforzándome por mantener la cortesía a pesar de la inquietud.
— Me encantaría quizás un desayuno lijero. Tengo un día lleno de tareas y quiero empezar con buen ánimo.
