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El día que los amigos de Harry se dieron cuenta que su relación con Malfoy eran más que manos tomadas, besitos y abrazos, fue un sábado de noviembre.

Ese día en especifico habían tenido una cita en Hogsmeade.

Se les había hecho tarde ese día, y las puertas del castillo se habían cerrado. Así que optaron por entrar al colegio atraves de la casa de los gritos.

"Vamos Ron" solto desesperada Hermione mientras su novio intentaba abrir una ventana de la casa de los gritos.

"Ya voy Mione" solto el pelirrojo mientras abría la ventana y entraba torpemente, cayendo al suelo al entrar. Su novia río enternecida por la torpeza del Weasley y entró con cuidado.

"Vamos, no quiero llegar más tarde, algún prefecto nos podría regañar si nos ven en los pasillos" menciono la castaña, su novio se levantó del suelo y comenzaron a caminar.

No pasaron ni dos segundos cuando un ruido llamó su atención.

Era el sonar de como algo golpeaba una pared, ambos se miraron extrañados, y decidieron buscar de donde provenía aquel sonido.

"Ahh~" las mejillas de ambos se sonrojaron al oír aquel gemido, seguido de repetidos golpes. Con una rapidez rítmica.

"Dios" solto Ron mientiendo sus manos sudar, la chica miró alrededor incomoda.

"Deberíamos mejor irnos" sugirió la chica, su novio asintio apenado. Pero antes de salir aquel sonido se intensificó.

"¡Mierda Harry!" Resonó por los muros de la casa "No seas tan ahh~ rudo idiota" ambos adolecentes se sonrrojaron aún más al oír aquel nombre, acompañada por la inconfundible voz del rubio novio de su amigo.

"Pídelo cuando no tengas mis manos marcadas en tu culo" se escucho la burlona voz de  Harry, acompañadas de un golpe seco y un sonoro gemido de su novio.

Ninguno de los dos dijo nada, solo caminaron en dirección al estrecho pasillo que los guiaba al sauce boxeador, mientras los gemidos del rubio resonaban en sus oídos.

No fue hasta que se alejaron lo suficiente para no escuchar más a la pareja que se permitieron hablar sobre su cita.

Intentando pretender que no habían escuchado a su mejor amigo follarse a su novio. Quizás si lo ignoraban lo suficiente lo olvidarian.

Después de eso no pudieron ver a Harry directamente a los ojos durante un par de días, no podían pensar en algo más cuando lo veían que no fueran el y su novio follando.

Y ambos hubiesen deseado que aquella vez en la casa de los gritos fuera la primera y última vez que se enteraron que follaron.

Pero no lo fue.

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𝓗𝓸𝓻𝓶𝓸𝓷𝓮𝓼 // HARCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora